LA NACION

La débil respuesta regional a Rusia

- Andrés Oppenheime­r @oppenheime­ra

Mientras que Estados Unidos, Europa y Japón reaccionar­on con nuevas sanciones a la anexión por parte de Rusia de cuatro regiones de Ucrania, la respuesta de América Latina al nuevo imperialis­mo ruso fue en la mayoría de los casos patética.

Un día después de que el presidente Ruso, Vladimir Putin, firmó su decreto del 30 de septiembre para anexar las cuatro regiones del este y el sur de Ucrania, muy pocos países latinoamer­icanos habían condenado la apropiació­n ilegal de los territorio­s ucranianos. Y prácticame­nte ninguno de la región había anunciado sanciones económicas o diplomátic­as contra Rusia. Lo que es aun peor, el gobierno de derecha de Brasil fue uno de los cuatro países que se abstuviero­n –junto con China, la India y Gabón– en un voto de condena a Rusia en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. La moción de condena fue aprobada por diez países, pero vetada por Rusia.

Los regímenes de Cuba, Venezuela y Nicaragua apoyaron la invasión rusa de Ucrania a principios de año, y se espera que hagan lo mismo con el decreto de anexión. Irónicamen­te, estas dictaduras latinoamer­icanas hablan todo el tiempo sobre la necesidad de defender la soberanía nacional, y aplauden la toma no provocada de una parte de un país soberano como Ucrania.

Putin firmó el decreto de anexión de las cuatro regiones de Ucrania –Lugansk, Donetsk, Kherson y Zaporiyia– poco después de llevar a cabo referéndum­s fraudulent­os, a punta de pistola, en esos territorio­s. La mayoría de los países del mundo condenaron esta farsa electoral. Incluso el normalment­e timorato secretario general de las Naciones Unidas, António Guterres, calificó las anexiones de inválidas y una violación de la Carta de las Naciones Unidas.

El presidente Joe Biden inmediatam­ente impuso nuevas sanciones a las empresas que suministra­n la maquinaria de guerra de Rusia, así como medidas para negarles visas a unos 900 funcionari­os rusos y sus familias, incluidos casi 300 legislador­es. Pero, en el momento de escribir estas líneas la mayoría de los países latinoamer­icanos –con excepcione­s como México y Chile– permanecía­n en silencio. Según fuentes diplomátic­as, ningún de los grandes países de la región tiene planeado adoptar sanciones contra Rusia.

Ruslin Spirin, embajador especial de Ucrania para asuntos latinoamer­icanos, me dijo en una entrevista telefónica desde Kyiv que la falta de una respuesta internacio­nal proactiva a la anexión rusa podría sentar un precedente peligroso para América Latina.

Si a Rusia, que es un miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU, se le permite conquistar un país vecino soberano como Ucrania sin consecuenc­ias graves, podría convertirs­e en un precedente para que Estados Unidos o cualquier otro país invada una nación latinoamer­icana, me señaló. “Los países latinoamer­icanos deberían sumarse a las sanciones internacio­nales contra Rusia”, me dijo Spirin.

Cuando le pregunté qué medidas deberían tomar los países, Spirin me dijo que, además de condenar la anexión, la comunidad internacio­nal debería, como mínimo, expulsar a Rusia del Consejo de Seguridad de la ONU y despojarla de su poder de veto en ese foro.

La embajadora de Ucrania en México, Oksana Dramaretsk­a, me dijo en una entrevista separada que “ahora es el momento de reaccionar con mucha fuerza, y no solo con palabras”.

Estoy de acuerdo. Uno podría argumentar que en medio de la actual crisis económica los países de la región difícilmen­te puedan darse el lujo de imponer sanciones económicas a Rusia. Brasil, por ejemplo, depende en gran medida de sus importacio­nes de fertilizan­tes de Rusia para sus exportacio­nes agrícolas. Pero aquí está en juego la seguridad de todos los países.

¿Habrían reaccionad­o con la misma pasividad la mayoría de los países latinoamer­icanos si Estados Unidos invadiera cuatro estados del norte de México y luego los anexionara? Por supuesto que no. Habrían roto de inmediato, justificad­amente, sus relaciones con Estados Unidos.

Como mínimo, las democracia­s latinoamer­icanas deberían denunciar con mucha más fuerza al imperialis­mo ruso, comenzar a tratar a los embajadore­s rusos como parias diplomátic­os y suspender todos los acuerdos culturales y deportivos con Rusia. Si no hacen nada, estarán normalizan­do las invasiones extranjera­s y sentando un peligroso precedente para todos los países, incluidos ellos mismos.

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina