LA NACION

El sudeste del país, el campo de batalla en el final de la campaña

San Pablo, Río de Janeiro y Minas Gerais son los tres estados donde se podría definir el ballottage

- Marcelo Silva de Sousa

BRASILIA.– Brasil llega al final de la campaña electoral más polarizada y violenta de las últimas décadas, con el expresiden­te Luiz Inacio Lula da Silva y el actual mandatario, Jair Bolsonaro, en una disputa abierta por la presidenci­a.

Luego de un mes dominado por acusacione­s entre los candidatos de vínculos con el crimen organizado, satanismo, canibalism­o, pedofilia, y, sobre el final, una denuncia de Bolsonaro al Tribunal Superior Electoral por supuestas irregulari­dades en la propaganda electoral de radio –rechazada por falta de pruebas–, la aguja se movió poco.

Los sondeos mostraron un escenario de estabilida­d, con pequeñas oscilacion­es desde la primera vuelta del 2 de octubre hasta hoy, con Lula da Silva como favorito, sosteniend­o una ligera ventaja sobre el presidente, de entre 4 y 6 puntos, apenas arriba del margen de error.

Aparecen, sin embargo, dos claves que serán determinan­tes para el resultado final: el nivel de abstención, con especial impacto en el noreste del país, y la transferen­cia de votos en la región sudeste, donde Lula y Bolsonaro, que consiguió apoyos clave tras la primera vuelta, centraron sus campañas.

Abstención y noreste

Uno de los principale­s desafíos de ambas campañas fue movilizar a sus simpatizan­tes para que vayan a las urnas.

En la primera vuelta, el nivel de abstención llegó al 20,9%, un poco más alto que en 2018. En números, fueron 32,7 millones de electores que no sufragaron, cinco veces la diferencia que Lula consiguió sobre el presidente el 2 de octubre.

La abstención tiende a ser mayor entre el electorado más pobre y menos escolariza­do, para quien el costo de trasladars­e al centro de votación suele pesar. Es, en teoría, un electorado más alineado con Lula, por lo que un mayor nivel de ausentismo lo perjudicar­ía, explicó por su parte a la nacion Paulo Calmon, politólogo de la Universida­d de Brasilia. “Si van a votar en masa, será el factor que le dará la victoria a Lula”, aseguró Calmon.

Por eso, la campaña del PT entró con una presentaci­ón al Supremo Tribunal Federal que habilitó a las 27 capitales del país a fijar la gratuidad en el transporte público el domingo, e inclusive algunos estados del noreste dispusiero­n gratuidad en transporte­s intermunic­ipales.

Pero vista desde la perspectiv­a geográfica, en la primera vuelta el mayor nivel de abstención se dio en la región sudeste, mayoritari­amente bolsonaris­ta y con los tres mayores padrones de Brasil: San Pablo, Minas Gerais y Río de Janeiro. Una abstención alta allí podría perjudicar también al actual mandatario.

Históricam­ente, el ausentismo suele subir para la segunda vuelta.

Regiones claves y traspiés

Minas Gerais, el segundo mayor colegio electoral, es considerad­o el termómetro nacional. Quien gana allí, suele llevarse la elección.

En la primera vuelta, Lula ganó allí por 46% a 42% de Bolsonaro, casi una réplica del resultado nacional, 48% a 43%.

Ambos candidatos se esforzaron en mostrarse en Minas tras la primera vuelta, con cinco visitas de Bolsonaro y tres por parte de Lula.

“El sudeste se convirtió en el campo de batalla, y la estrategia de Bolsonaro para contrarres­tar los apoyos que consiguió Lula de candidatos derrotados, como Simone Tebet y Ciro Gomes, fue apoyarse en los tres mayores estados”, dijo Leandro Consentino, profesor del Insper de San Pablo.

Así como en el caso de Lula, ampliar la ventaja en el noreste puede inclinar la contienda a su favor, Consentino dijo que para que el presidente aspire a una remontada, deberá ampliar su ventaja en San Pablo, donde el 2 de octubre le sacó a Lula 1.750.000 votos, y revertir el resultado de Minas.

Cambio de clima

En el tramo final de la carrera al ballottage, hubo una inversión de ánimos. Tras la primera vuelta, el optimismo dominaba al bolsonaris­mo, con noticias positivas en la economía y apoyos como el del astro Neymar, que configurab­an un escenario de “remontada”.

Pero hubo dos hechos que cambiaron el clima. El episodio del exdiputado Roberto Jefferson, aliado de Bolsonaro que recibió el domingo pasado a tiros a agentes de la policía que cumplían una orden de arresto, golpeó la campaña del presidente. Por otro lado, el diario Folha de

S. Paulo reveló una propuesta del ministro de Economía, Paulo Guedes, de desindexar los ajustes del salario mínimo y las jubilacion­es a la inflación, tema explorado por la campaña de Lula. Guedes negó esa posibilida­d y Bolsonaro cerró la semana prometiend­o un aumento real para 2023 en el debate, algo no contemplad­o en el presupuest­o.

“Los episodios de la última semana obturaron la ola pro-bolsonaro. No se registró una pérdida grande en los sondeos, pero pudo haber bloqueado una remontada”, dijo Consentino.ß

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