Violencia política en alza en EE.UU., la realidad que expuso el ataque al marido de Pelosi
Los congresistas multiplican sus medidas de seguridad y retacean sus apariciones públicas por el aumento de mensajes y actos intimidatorios
WASHINGTON.– La agresión sufrida el viernes por el marido de la presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, en su casa por parte de un intruso que le gritó “¿Dónde está Nancy?” y le asestó un martillazo pareció confirmar los temores de los legisladores.
Los miembros del Congreso han seguido con atención el aumento de las amenazas y los acosos en los últimos años, temerosos de que los brutales términos empleados y la desinformación desquiciada en el discurso político condujeran a verdaderos actos de violencia.
Casi dos años después de que simpatizantes de Donald Trump, incentivados por sus mentiras de un robo de la elección, irrumpieran en el Capitolio el 6 de enero de 2021, el cocktail tóxico de lenguaje violento, teorías conspirativas y desinformación que pulula en los espacios digitales sigue planteando una amenaza grave.
“Cuando vemos cosas como lo que sucedió en la casa de la presidenta de la Cámara Baja; cuando vemos conspiraciones para secuestrar a gobernadores; cuando vemos que los actos manifiestos se multiplican, vemos todo un conjunto de indicadores que sugieren que estamos en un punto crítico”, dice Peter Simi, profesor en la Universidad Chapman, que estudia la violencia y los grupos extremistas desde hace más de 20 años.
La representante Ilhan Omar, demócrata por Minnesota y uno de los miembros más repetidamente amenazados de la Cámara de Representantes, dice que el ataque del viernes fue una “revelación” para ella y su marido: “Solíamos hablar teóricamente sobre qué sucedería si se encontraran con nuestros hijos cuando vinieran a buscarnos. Ahora ya sabemos”.
Mientras las amenazas proliferan desde todos los rincones del espectro político, el Departamento de Seguridad Nacional advirtió que Estados Unidos enfrenta un creciente peligro de “extremistas nacionales violentos” envalentonados por el ataque del 6 de enero y motivados por el rencor por “la transición presidencial y otros aparentes agravios fomentados por relatos falsos”, una referencia a las acusaciones de Trump luego retomadas por republicanos y activistas de derecha.
El impacto de los foros repletos de teorías conspirativas que ayudaron a impulsar los disturbios del 6 de enero puede observarse en los órganos legislativos de las municipalidades del país, donde los legisladores republicanos a veces formulan preguntas basadas en desinformación de electores furiosos convencidos de que no solo se enfrentan con adversarios políticos con quienes mantienen discrepancias, sino con actores del mal que deben ser destruidos.
Bajar la temperatura
“Mientras esperamos tener más información del caso, todos los estadounidenses tenemos que bajar la temperatura”, dijo el senador Ben Sasse, republicano de Nebraska. “Es algo cada vez más evidente: los individuos trastornados sucumben fácilmente a las teorías conspirativas y la rabia. Las consecuencias son sangrientas y antiestadounidenses”.
La cantidad de amenazas registradas contra miembros del Congreso se ha más que decuplicado en el lustro posterior a la elección de Trump en 2016, según cifras de la Policía del Capitolio, el departamento de seguridad que protege al Congreso, con más de 9625 amenazas reportadas en 2021.
Los legisladores señalaron un incremento de las confrontaciones violentas, lo que los llevó a minimizar sus apariciones en público y a destinar parte del dinero de sus campañas para reforzar su seguridad.
A comienzos de este año, el diario The New York Times publicó un análisis de 75 procesamientos de personas acusadas de haber amenazado a legisladores desde 2016 y reveló que, en más de un tercio de los casos, los involucrados eran republicanos o individuos pro-trump que amenazaban a demócratas o a republicanos que les parecían poco leales hacia el expresidente.
Más de 1 de cada 10 de esos casos contenía amenazas contra Nancy Pelosi, lo que demuestra que es un blanco privilegiado para la violencia política. El resto de los casos eran difíciles de categorizar, dada la lógica incoherente y permeable a las teorías conspirativas de las personas que recurren a la violencia política contra funcionarios elegidos democráticamente.
Incluso la retórica que no está seguida por la acción puede ser devastadora. En 2018, un hombre de Florida llamó casi 500 veces a la oficina del representante Brian Mast, de Florida, y amenazó con matar a sus hijos por el apoyo que el congresista le había dado a la política de Trump de separación familiar en la frontera sur.
El ataque contra Pelosi seguramente impulsará nuevas discusiones entre los legisladores acerca de cómo protegerse ellos y sus familias, en particular aquellos que compiten por la reelección y que se espera hagan una activa campaña durante las dos semanas previas a las elecciones de medio término.
Muchos legisladores ya habían tratado de reducir sus apariciones en sus comunidades incluso antes del ataque, pasando de reuniones personales en las municipalidades a actividades vía telefónica.
Los miembros del Congreso tienen derecho a utilizar fondos de campaña para dotarse de guardaespaldas y sistemas de seguridad en sus casas, y desde el comienzo del año pasado hasta ahora le han dedicado un total 6 millones de dólares, según datos del congreso y un análisis del New York Times sobre el financiamiento de las campañas.ß