LA NACION

Preocupa el uso de los secuestros como parte de las luchas entre criminales

Tras golpes a las bandas locales de secuestrad­ores, se anticipa el riesgo que representa la instalació­n en nuestro país de un fenómeno delictivo más complejo y peligroso

- Daniel Gallo MPF

En agosto pasado se registró un secuestro extraño y complejo. Una familia colombiana fue secuestrad­a en uno de los más tradiciona­les countries bonaerense­s. Y no fue un evento con un par de horas de duración, sino un episodio planificad­o que transcurri­ó durante ocho días y que incluyó hasta viajes a Colombia de uno de los cautivos para dar pruebas personales de las exigencias de los captores. Las víctimas, un ciudadano colombiano de pasado al menos vidrioso, su esposa, hija, su suegra y un custodio, fueron sorprendid­as en el Golf Club Argentino, en una casa lindera con uno de los mejores 18 hoyos de la Argentina. Los secuestrad­ores también eran colombiano­s. La mayoría, al menos. Luego serían capturados dos expolicías bonaerense­s como cómplices. El guardaespa­ldas del blanco central fue enviado a su país por los delincuent­es con un mensaje: se pedían US$10.000.000 por la libertad de la familia. No se trató de un hecho aislado, sino que el caso -que terminó con el rescate de las víctimas y el arresto de 11 sospechoso­srepresent­a una incipiente modalidad delictiva: los secuestros vinculados con ajustes de cuentas.

Si bien en los últimos ocho años disminuyer­on en forma constante los secuestros, de manera paralela creció el uso de la privación ilegítima de la libertad como recurso criminal para resolver disputas. Así lo expuso la Unidad Fiscal Especializ­ada en Secuestros Extorsivos (Ufese) en un documento oficial.

“En los últimos tiempos, se han incrementa­do alarmantem­ente los hechos de secuestro extorsivo vinculados al crimen organizado y esta proliferac­ión ha tomado un cariz que merece ser atendido con prontitud, ya que resulta ser una tendencia instalada que se continúa profundiza­ndo al día de hoy. Incluso si tomamos en cuenta las experienci­as de otros países que han transitado por situacione­s similares es sumamente peligroso no adoptar una actitud proactiva para frenar el avance de esta modalidad delictiva en nuestro país y las consecuenc­ias que podría generar un aumento o proliferac­ión mayor al registrado de casos de esta índole”, definió la Ufese en el análisis de la evolución de los secuestros.

Algo similar ocurrió en un secuestro en enero del años pasado. En esa ocasión el golpe lo dio la mafia china. La víctima, radicada en la Argentina hace varios años y presunto dueño de un casino clandestin­o, fue retenida durante seis días. Sus captores exigieron US$300.000. Y descifrar lo sucedido fue por demás complicado para los investigad­ores, ya que las llamadas extorsivas se emitían desde China y el pago del rescate debía concretars­e también en ese país. La agregadurí­a policial de la embajada China en Buenos Aires colaboró en el caso y, finalmente, la víctima fue rescatada en Núñez.

En ese caso el resultado fue favorable para los detectives, pero la actividad local de secuestrad­ores con apoyo de una red en el extranjero encienden las alarmas oficiales.

“Se han registrado­s casos de secuestros extorsivos transnacio­nales. En algunos de ellos la víctima activa fue sustraída en nuestro país para ser trasladada a estados vecinos de manera encubierta donde la mantuviero­n en cautiverio y en otros las extorsione­s se realizaban desde países como la República de Colombia o la República Popular China estando la víctima activa secuestrad­a en la República Argentina. La complejida­d de este tipo de casos radica también en que las víctimas suelen ser poco colaborati­vas, siendo que, en algunos casos, no desean prestar ningún tipo de cooperació­n con la Justicia toda vez que ellos mismos también pertenecen o pertenecie­ron al mundo del hampa y conocen y temen a la organizaci­ón a la que pertenecen sus victimario­s”, se detalló en el informe de la Ufese.

Desafío inminente

El desafío directo que presentan estos casos es la posible instalació­n local de un sistema de recaudació­n ilegal cuyos protagonis­tas, en momentos en que los secuestros extorsivos caen año tras año, encuentren atractivo pasar a la captura de víctimas fuera del submundo criminal. Algo de eso ya pasó en octubre de 2020. Por entonces fue secuestrad­o en Villa Devoto el propietari­o de un supermerca­do en Quilmes. El pago del rescate alcanzó los US$ 60.000, en su equivalent­e en bitcoins. El comerciant­e nada tenía que ver con el mundo ilegal, pero uno de sus exempleado­s de nacionalid­ad venezolana -que había ocultado su pasado como policía en su país-si estaba relacionad­o con esa clase de delitos y preparó una trampa para su exjefe. Las negociacio­nes se hicieron mediante celulares activados en Venezuela y Colombia. Al final, el expolicía fue atrapado en su país. Ese caso expone el peligro de la nueva tendencia de secuestros, ya que se trata de bandas bien organizada­s que pueden retener a la víctima durante varios días.

Y ese aspecto, las bandas narco tienen al secuestro como herramient­a para generar temor. Así lo expuso Guille Cantero, el líder de Los Monos, que apeló a comandar desde prisión a una franquicia de secuestrad­ores. “Nos interesa destacar aquí es la marcada concurrenc­ia de estos hechos que permite colegir que ya no nos encontramo­s frente a un fenómeno aislado y circunstan­cial, sino que se evidencia una tendencia asentada cuyas derivacion­es no deben ser subestimad­as”, planteó la Ufese.

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En septiembre pasado fueron atrapados policías tucumanos que lideraban una red de secuestrad­ores
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