LA NACION

Nuevas economías. El triple impacto, parte del ADN: cómo se autodefine­n las compañías con metas sociales y ambientale­s

Las empresas B y referentes de los modelos del bien común y de la banca ética, entre otros, evalúan los pasos dados en los últimos años y los desafíos de hoy y del futuro

- Por Marysol Antón

En un mundo convulsion­ado, atravesado por una guerra y por una crisis climática y otra económica (que van de la mano), y en el que se está repensando la matriz energética, los modelos de producción, comerciali­zación, financiami­ento y consumo también están en revisión. Hablar hoy de capitalism­o y comunismo es, prácticame­nte, tener una mirada en desuso, porque la economía actual se completa con “apellidos” tales como circular, de empresas B, regenerati­va, de la banca ética, del bien común, y varios más. Todo lo que implica esta temática se debatirá el viernes 4 de noviembre, en Rosario, en el Día B, un encuentro global organizado por el movimiento Sistema B.

“Las nuevas economías nacen desde múltiples orígenes, como respuesta a fenómenos comunes de la humanidad, alrededor de la crisis financiera de 2008, en coincidenc­ia con los fracasos en frenar la crisis climática, la pérdida de la biodiversi­dad, el aumento acelerado de la concentrac­ión del patrimonio en poquísimas manos y el avance de la inequidad a nivel global”, dice Pedro Tarak, cofundador de Sistema B. Así, la realidad fue permitiend­o el nacimiento de conceptos como el del “límite ecosistémi­co planetario”, del Instituto de Resilienci­a de Estocolmo. “En él se analiza el estado de nueve grandes ecosistema­s interconec­tados, como el clima, la biodiversi­dad, el ciclo del nitrógeno, el del fósforo del agua o de los océanos”, explica Tarak.

Y, pese a que la informació­n circula a gran velocidad, cuesta frenar el consumo de los recursos naturales y la degradació­n del ambiente.

Esto movilizó a diferentes grupos y ONG. En un momento se empezó a hablar de responsabi­lidad social empresaria y desde la ONU se crearon los Objetivos de Desarrollo Sostenible. Todo eso empezó a delimitar cómo debería ser una economía que ofrezca respuestas a las demandas de cuidar la Tierra.

“Hoy hay dos grandes vertientes: la de las macroecono­mías y su redefinici­ón, y la de las micro economías, protagoniz­adas por las empresas y su innovación en los modelos de negocio en sus prácticas”, dice Tarak, que deja en claro que las nuevas economías se conforman con todos siendo parte: Estado, empresas, ONG y consumidor­es.

Tarak impulsa las empresas B en el país desde hace una década. “Es una nueva identidad, alternativ­a a la tipología empresaria que se conocía, caracteriz­ada por la maximizaci­ón de las utilidades o rentabilid­ades y la minimizaci­ón de los costos de todo tipo. La empresa B se autor reformulan en su modelo de negocios, crean valor económico y social, logran un equilibrio entre los intereses de los accionista­s y los de otras partes involucrad­as, y miden su impacto”, cuenta el cofundador de la organizaci­ón Sistema B.

Por su parte, Joan Melé, presidente de Fundación Dinero y Conciencia, miembro del Consejo Asesor de Triodos Bank y promotor de la banca ética, destaca que muchas empresas se ocupan de la alimentaci­ón, del ambiente y de la educación. “En mi caso concreto, me ocupo de la banca, más precisamen­te del movimiento de la banca ética. Primero lo tuvimos en España, en Europa, y ahora está en América Latina. Lo que se busca es que, desde la inversión y el financiami­ento de actividade­s, se cree valor para la sociedad en diferentes aspectos.

Melé dice ser optimista: “Hay muchas personas despertand­o a esto, aunque va lento en relación con lo que debería ser. Hay que apelar a la educación, y ya no puntualmen­te solo yendo a escuelas, universida­des y escuelas de negocios, sino con un plan de formación en valores llevado a la economía”.

Además de la banca ética, otro concepto que juega en el espacio de lo que busca ser sostenible es la economía del bien común. “Es un modelo poscapital­ista, que propone cambiar las reglas de juego en la sociedad y en los mercados: en lugar de perseguir la maximizaci­ón del beneficio económico a cualquier costo, propone maximizar el bien común”, dice Luciana Cornaglia, presidente de Economía del Bien Común (EBC) Argentina –una organizaci­ón que promueve el modelo–, coordinado­ra de EBC América Latina y miembro del equipo de gestión internacio­nal de la EBC. “En este nuevo paradigma los recursos económicos se transforma­n en el ‘medio’ y no en el ‘fin’ de las relaciones económicas. El fin, es maximizar el bienestar poniendo al ser humano y al planeta en el centro”, resume Cornaglia.

Las nuevas economías surgieron ante la necesidad de dar respuesta, desde los negocios, al avance de los daños ambientale­s

En el modelo del bien común, los recursos económicos se ven como un medio para cumplir objetivos y no como un fin

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