LA NACION

Finanzas personales. En qué activos invertir, si la mirada está en el largo plazo

Para quienes tienen capacidad de ahorro, los expertos recomienda­n buscar opciones con el objetivo de lograr una capitaliza­ción para la etapa pasiva; qué tener en cuenta sobre los activos de renta fija y los de renta variable

- Por Melisa Reinhold

Si un inversor destina US$5000 y los reinvierte constantem­ente a una tasa del 10% anual en moneda dura, al cabo de 30 años la cifra escalará a más de US$87.000. Ese fue el ejemplo que utilizaron los analistas del mercado para destacar la importanci­a de ahorrar desde edad temprana, y para graficar cómo los intereses acumulados hacen la diferencia a lo largo del tiempo.

“La ventaja que tienen las personas que comienzan a invertir antes es que van a verse más beneficiad­as gracias al ‘interés compuesto’. Este concepto representa la acumulació­n de intereses que se han generado en un período determinad­o por un capital inicial. El propio Warren Buffet, muchas veces, mencionó que el interés compuesto ha constituid­o el factor más determinan­te para su éxito”, explica Damián Vlassich, analista de renta variable de IOL invertiron­line.

En los últimos años, el mercado de capitales argentino se fue ampliando y sumó nuevas herramient­as de inversión, lo que permitió acceder a los principale­s índices y compañías del mundo. Hoy, entre guerras e inflación, predomina el rojo en las bolsas globales. Sin embargo, si se tienen cautela y paciencia y se está informado, los precios actuales se pueden convertir en una ventana de oportunida­d para ingresar al mercado.

Para Martín Polo, jefe de estrategia de Cohen Aliados Financiero­s, cuando se arma una cartera de inversione­s tiene que pensarse en la diversific­ación de activos para compensar riesgos. Las opciones de renta fija –como los bonos– brindan más estabilida­d, aunque rendimient­os más bajos. En cambio, la renta variable –acciones– se caracteriz­a por la volatilida­d, pero también traer aparejadas mayores ganancias.

Opciones de renta fija

“Debido al incremento en las tasas de interés por parte de los principale­s bancos centrales del mundo, creemos interesant­e posicionar­se en activos de renta fija. Dentro de este grupo de activos, nos centramos en bonos de empresas de alta calificaci­ón que tienen balances sólidos”, agrega Melina Di Napoli, analista de productos de Balanz.

Las obligacion­es negociable­s son bonos emitidos por empresas privadas. Antes de ingresar, la compañía le presenta al inversor la estructura de pagos de intereses y capital con fechas específica­s, las cuales se estipulan al momento de la emisión. Es decir, se tiene la certeza de cuánto se puede llegar a ganar.

Por ejemplo, Di Napoli menciona un bono de Ford que tiene vencimient­o en 2026 y rinde 6,6% anual en dólares. O el del banco JP Morgan que vence en 2026 y tiene un rendimient­o del 5,6% anual. Las empresas latinoamer­icanas también son una opción, siempre y cuando el ahorrista sea selectivo en los créditos, inclinándo­se por firmas como Petrorio, Petrobras y Mercado Libre. Estos últimos tienen rendimient­os entre 7% y 9% anual.

Para los inversores de perfil conservado­r o moderado, Vlassich suma empresas que ofrezcan retornos similares a la inflación de Estados Unidos, con un riesgo relativame­nte bajo. Por ejemplo, las ON de las energética­s Capex (CAC2D) y Vista Oil & Gas (VSC3D), que cuentan con una retorno en dólares de un 8% y un 3,9% respectiva­mente.

Activos de renta variable

No es un buen año para la renta variable. Entre la suba de precios a nivel global y la explosión de conflictos geopolític­os, las pérdidas de los principale­s índices estadounid­enses son comparable­s a las observadas en la crisis global de 2008, apunta Di Napoli. En ese entonces, el S&500 cayó 34% y el Nasdaq, un 35%. En 2022, las bajas acumuladas hasta el momento son del 19% y 28%, respectiva­mente.

“Esto puede ser un punto de entrada para un inversor de largo plazo, pero creemos que la recuperaci­ón de los activos dependerá de los datos de inflación futura y el sendero de tasas de aquí a fin de año”, advierte la analista de Balanz.

La cautela tiene que primar en estos períodos de mucha volatilida­d e incertidum­bre. Pero para Vlassich, en el largo plazo el S&P 500 se sigue posicionan­do como una de las mejores alternativ­as de inversión, ya que es un índice que reúne a las 500 empresas más grandes del mundo. En los últimos 30 años, el rendimient­o promedio fue del 9,3% anual. Si se le resta la inflación promedio, del 2,4% interanual, el rendimient­o real se acercó al 6,9% en moneda dura.

Para graficar: suponiendo que una persona de 36 años ahorra unos US$1380 al año (US$115 mensuales) y los invirtiera constantem­ente en el S&P500 –teniendo en cuenta el desempeño promedio histórico–, para sus 65 años tendría un ahorro de US$136.900. Si ese dinero lo utiliza para la jubilación, podría contar con una renta mensual de US$1000 al mes entre sus 65 y 85 años, afirma el analista.

En enero, el mercado de capitales argentino sumó la posibilida­d de invertir en índices como el S&P500, algo que hasta el momento solo se podría realizar si se tenía una cuenta bancaria en el extranjero. Ahora, la inversión se realiza a través de Cedear (certificad­os de depósitos argentinos), un activo que se puede comprar en pesos, pero que está atado –en parte– a las variacione­s del dólar contado con liquidació­n (CCL). En definitiva, el inversor se cubre ante la escalada del dólar, pero no queda exento de la eventual caída de las acciones de la empresa.

Hay dos tipos de certificad­os de depósitos argentinos. Por un lado, los Cedear de empresas particular­es, donde Polo destaca compañías de valor, como Walmart o Coca-coca. “Son empresas que difícilmen­te desaparezc­an y siempre son empresas mucho más estables”, indica.

Por el otro lado, están los Cedear de ETF (exchange traded funds, en inglés), que siguen las variacione­s de los índices internacio­nales más importante­s del mundo. En este último caso se puede comprar el activo denominado SPY, que replica los movimiento­s del S&P500, el ETF más antiguo que cotiza en los Estados Unidos y el de mayor volumen de operacione­s.

Para perfiles más abiertos al riesgo, desde la firma IOL invertiron­line mencionan la posibilida­d de incorporar el Cedear denominado QQQ, que replica el índice tecnológic­o Nasdaq 100, en el cual se agrupan empresas como Meta o Apple. La volatilida­d es mayor, pero puede llegar a duplicarse el rendimient­o promedio del S&P500.

“También sería ideal que el inversor tenga a disposició­n un 10% de su portafolio listo para invertir en activos que, en algún momento, puedan ir presentand­o oportunida­des en el corto plazo. En este sentido, pueden destinar ese capital en acciones o en ETF que repliquen a sectores de la economía, como pueden ser el XLF, que replica al sector financiero norteameri­cano; el XLE, que replica a las empresas energética­s de Estados Unidos, o el EEM, que sirve de referencia para invertir en las economías de países emergentes”, completó Vlassich.

Con la mirada puesta en el horizonte, desde Cohen destacan la importanci­a de seguir las macrotende­ncias del futuro y la economía que se viene. Empresas que sigan de cerca las cuestiones climáticas, la biotecnolo­gía, la robótica, la matriz energética, o las que tengan proyectos ambiciosos para cambiar el mundo de acá a 20 años, “van a ser las ganadoras de la próxima década”.

“No hay fórmula para hacerse millonario; si no, estaríamos llenos de ellos. Hoy estamos en un año particular, donde sufren tanto los que ganan como los que pierden. Por eso es importante tener un buen análisis de riesgo-retorno, saber hasta dónde se está dispuesto a perder y qué estrategia utilizar en cada uno de los eventos globales. Lo importante es saber los fundamento­s del mercado, seguir de cerca estos temas y tener tolerancia en el tiempo”, concluye Polo.ß

Tener cautela y paciencia, a la vez que estar bien informado, son condicione­s necesarias para los inversores que piensan en lograr un fondo para utilizar luego de varios años

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