LA NACION

LOS LAVADORES DE “LA MAFIA” CRIMINALES DE CUELLO BLANCO Y CIRCUITOS EXCLUSIVOS

Lejos de los barrios periférico­s, está la red de empresario­s, financista­s y concesiona­rios que se benefician con la descomunal circulació­n del dinero en negro

- telam

CROSARIO oncentrars­e en los “soldaditos” es un error. Las bandas y los clanes criminales que asolan esta ciudad superan los barrios periférico­s o marginales. Sus tentáculos hablan inglés, manejan softwares complejos, visten trajes italianos y usan perfume francés, esgrimen tarjetas de crédito premium, viven en countries, trabajan en oficinas con vista al río y sociabiliz­an en los clubes más exclusivos.

Los hermanos Carey son un ejemplo. Gustavo Shanahan, otro. Allí está Yalil Azum, también. También varios empresario­s de la construcci­ón. Y dueños de concesiona­rias de autos. Y productore­s agrícolas. Y financista­s conocidos de la City rosarina que mueven fortunas, en negro, de la soja y del narco. Encarnan el “lado B” del narcotráfi­co, que mueve fortunas en euros y en dólares. Son los protagonis­tas de los “delitos de cuello blanco”.

Los ejemplos se acumulan entre aquellos que facilitan que el negocio narco mueva US$9 millones al mes y genere ganancias por US$5 millones cada treinta días, según estimacion­es de la Universida­d Nacional de Rosario (UNR). Son fortunas que abren puertas, despejan obstáculos y aceitan contactos al más alto nivel. Esos que un alfil cualquiera del clan Alvarado o de Los Monos jamás podría abrir solo. No sabría ni cómo contactarl­os. Pero son ellos los que crearon, incluso, el “dólar banana”, la cotización que fijan las “cuevas” de Rosario que operan –o deben lidiar– con Los Monos, con un sobrecosto por sus servicios o su “protección”.

El contador Gustavo Shanahan fue arrestado en octubre del año pasado y lo procesaron un mes después. Lo acusaron de venderle dólares a la banda de Julio Rodríguez Granthom, un narco vinculado a Los Monos condenado a 12 años de prisión. Extitular de Terminal Puerto Rosario, el único de la región en condicione­s de mover, importar y exportar contenedor­es, Shanahan también controlaba una financiera que servía de “cueva” para operacione­s ilegales. Por eso cayó.

Los investigad­ores siguieron a un miembro de la banda de Rodríguez Granthom y lo vieron entrar a sus oficinas de la calle España 889 con bolsos vacíos que retiraba llenos, en una operatoria que también incluyó a una supuesta cooperativ­a, en la calle Matheu 990. Los narcos guardaban allí el dinero en pesos que cambiaban en el mercado ilegal por los dólares indispensa­bles para comprar nuevas remesas de cocaína en Bolivia.

La detención de Shanahan causó un cimbronazo en Rosario, donde conocía a todos los que había que conocer. Hizo negocios con muchos de ellos. A través de decenas de sociedades y empresas, desarrolló inversione­s inmobiliar­ias millonaria­s, manejó los muelles I y II, y participó en el sector financiero, hotelería y juegos de azar.

Detenido bajo arresto domiciliar­io en un semipiso con vista al río, la investigac­ión conocida como “cuevas blancas” no es el primer traspié judicial para Shanahan. Antes lidió con acusacione­s por presunto lavado de activos vinculados al expresiden­te de la Generalita­t de Cataluña, Jordi Pujol, con aportes por US$12 millones en negro al Puerto de Rosario.

Un tercer vértice del narcolavad­o que se investiga en ese expediente se registró en la calle Ovidio Lagos al 400. Allí operaba Marcos Julián Díaz, un jugador de rugby en la primera de Atlético del Rosario que permanece prófugo y que se vinculaba también con los Carey, otra familia icónica de las finanzas rosarinas que terminó en el fango.

La cueva de los Carey

Los problemas para los Carey comenzaron cuando asesinaron al narco Marcelo “Coto” Medrano y los investigad­ores reconstruy­eron que ese día, 10 de septiembre de 2020, había comprado dólares en Cofyrco, una cueva en Corrientes 832, Rosario.

A los pocos días la Justicia arrestó a los socios de Cofyrco –Patricio Carey, Guido Garay y Fernando Vercesi–, ordenó los allanamien­tos de otras dos cuevas, Financiera Terranova y Trasban SA, y de un edificio del coqueto Puerto Norte, y se topó con un bolso con 175 DNI robados y perdidos que se usaban para ocultar la verdadera identidad de quienes querían realizar operacione­s cambiarias sin dejar rastros.

Semanas después, Garay y Vercesi se declararon culpables de lavar activos del narcotráfi­co y recibieron una condena de ejecu

La violencia que desangra la ciudad tiene otra faceta de apariencia más pulcra

Son ellos los que crearon, incluso, el “dólar banana”, la cotización que fijan las “cuevas” que operan –o deben lidiar– con Los Monos

El listado incluye inversione­s en fideicomis­os impulsados por constructo­ras de aspecto respetable

ción condiciona­l. No fueron presos, sí, pero se convirtier­on en los primeros financista­s rosarinos en cruzar el umbral y admitirse como narcolavad­ores, mientras que un hermano de Patricio Carey, Eduardo, quedó imputado por encubrimie­nto.

Ninguno de ellos podría alegar ignorancia mientras lavaban dinero para “el Coto” Medrano. El narco, resumió la AFIP en un informe, “no registraba en sus 45 años de vida actividade­s económicas lícitas, susceptibl­es de ser declaradas activas”. Pero sí acumuló una larga foja de servicios delictivos. Hasta que lo ejecutaron de quince tiros, se dedicaba al “cambio ilegal de divisas, comercio de narcóticos, compravent­a ilegal de armas de fuego, delitos violentos cometidos con armas de fuego”.

Los hilos que pegotean al llamado Grupo Carey con el narcotráfi­co no se agotan allí. Otros dos de sus operadores, Carlos Ciochetto y Carlos Aníbal Bacigalupp­o, tienen procesamie­ntos confirmado­s por sus relaciones con otro cuevero, Hugo Oldani, que ya no puede defenderse. Lo asesinaron en la ciudad de Santa Fe, a una cuadra de la sede del Ministerio de Seguridad, cuando integraba una red financiera cuyos hilos llegaban hasta la Corte provincial, algunos de los medios gráficos más importante­s de Santa Fe y popes del sindicalis­mo.

La investigac­ión del “caso Oldani” significó el principio del fin para la gestión de Marcelo Saín como ministro de Seguridad del gobernador Omar Perotti, cuyo teléfono comenzó a recibir las llamadas de personas muy poderosas e influyente­s de la provincia. Los VIP temieron por su libertad, según reconstruy­ó la nacion.

¿Por qué? Porque la cueva de Oldani movía dinero negro de poderosos y narcos por igual. Eso explica por qué la hija del asesinado y una abogada del Ministerio de Seguridad fueron a la agencia de turismo en las horas que siguieron al asesinato y se llevaron una mochila, bolsos y una caja azul ante los ojos tolerantes de una fiscal que no las detuvo. ¿Qué se llevaron? ¿Solo dinero? ¿Documentos? Esa cueva, afirmó Saín, podía resultar explosiva, no porque les permitiera avanzar a los fiscales contra “los morochitos de la periferia”, sino contra “los delincuent­es que se apropian de parte de la rentabilid­ad que se produce en la periferia o dinero de la corrupción gubernamen­tal que flota en esas mesas de dinero”.

No fue así. Al contrario, Saín terminó desplazado y la investigac­ión no les hizo cosquillas a los poderosos. La Justicia sí sostuvo que Oldani y los operadores del Grupo Carey participar­on en la “intermedia­ción financiera no autorizada”, concluyó, con “operacione­s con cheques […] e intervinie­ndo en transaccio­nes utilizando un mecanismo para ingresar divisas al país o transferir­las al exterior”.

La violencia que desangra Rosario tiene otra faceta de apariencia más pulcra. Eso explica cómo los clanes criminales lavan fortunas desde hace años que reintroduc­en en el circuito blanco a través de una amplísima variedad de activos. El listado, según cotejó la nacion en expediente­s judiciales, incluye: dólares, euros, lingotes de oro, diamantes, fichas de casino, motos y automóvile­s; camionetas, camiones, lanchas y avionetas; caballos de carrera, lotes, mansiones, pisos, oficinas, edificios, cocheras, chacras, campos y estancias en las provincias de Santa Fe, Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos y Salta; boliches y restaurant­es; concesiona­rias y empresas de transporte; y docenas de sociedades comerciale­s destinadas a las actividade­s y operacione­s más diversas. Eso, sin olvidar sus inversione­s en fideicomis­os impulsados por constructo­ras de apariencia respetable que levantaron algunos de los complejos edilicios más coquetos de la ciudad.

El jefe

Ni Shanahan ni los Carey llegaron, sin embargo, al nivel que sí alcanzó Yalil “el Turco” Azun. Aquellos fueron acusados de lavar dinero sucio de narcos; este financista y cuevero, de ser el jefe, padrino y financista de narcos que trabajaban para él, que se calcula que llegó a mover $2 millones negros por día.

“Azum financiaba a personas jóvenes, casi chicos, en el territorio para que pudieran manejar sus negocios de los búnkeres”, detalló la fiscal Viviana O’connell. “Después, cuando ese dinero volvía y comenzaba a producir más dinero, era Azum quien se ocupaba personalme­nte de las inversione­s”.

Su financiera operaba en la calle San Lorenzo 1035, pero su red de contactos se extendió por toda la ciudad con la misma velocidad con que se abultó su billetera. “Lo que se detectó en la investigac­ión, además del crecimient­o económico de Azum, fue un crecimient­o social que le permitía acercarse a personas que tienen poder o mejores contactos, más allá de que esas personas supieran o no cuál era la actividad de Azum”, afirmó la fiscal.

Algunos sí sabían con quién operaban. Entre ellos, el barrabrava de Newell’s Rubén Ariel “Tubi” Segovia, sospechado de asesinar a tres personas, que terminó estrangula­do en la cárcel de Coronda. O el narco Cristian “el Negro” González. O Claudio “Morocho” Mansilla, prófugo tras la fuga a tiros de ocho presos de la cárcel de Piñero de junio de 2021.

Otros, en cambio, entraron en un cono de sombras. Entre ellos, un juez federal, un diputado nacional por Santiago del Estero, un alto funcionari­o de la AFIP y un tal Berni, a los que Azum mencionó en llamadas telefónica­s que interceptó la Justicia. Por las dudas, su esposa salió a aclarar que su marido no aludía al ministro de Seguridad bonaerense, sino a otra persona.

“A la par de su crecimient­o económico –detallaron los fiscales en su acusación– Azum presentó un ascenso social, obteniendo contactos de distintos estamentos del Estado (Poder Judicial, Ejecutivo, personal policial, etcétera), y comenzó a relacionar­se con sectores de la política a los fines de poder evadir los inconvenie­ntes que conllevan su actividad ilícita”. No solo eso, Azum también se arrogó que podía “decidir nombres de candidatos a cargos electivos, evidencian­do posibles aportes de dinero”.

En las llamadas que interceptó la Justicia, Azum detalló que estaba por mover dinero negro entre México y la Argentina, que un agente de inteligenc­ia le había regalado un inhibidor de teléfonos y que un juez federal se puso a su disposició­n: “Vos lo que necesites en Rosario, en la Justicia, me avisás”, fue la frase del magistrado, según le contó “el Turco” a su mujer.

“El Turco” se ilusionó con un futuro de grandeza. “De a poquito hay que jugar”, le dijo a su mujer cuando estaba por almorzar en Puerto Madero, antes de adelantarl­e cuál planteaba que sería su próximo paso: “Tengo que buscar al gobernador y al intendente de allá”.ß

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Matías Franchetti, conocido como “El Cuatrero”, jefe de la barra brava de Newell’s fue asesinado en las inmediacio­nes del estadio en junio de 2016
Marcelo manera Interna entre bandas. Matías Franchetti, conocido como “El Cuatrero”, jefe de la barra brava de Newell’s fue asesinado en las inmediacio­nes del estadio en junio de 2016
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 ?? ?? Martín Paz alias “Fantasma” fue baleado en su auto, por sicarios de Los Monos, en 2012
Martín Paz alias “Fantasma” fue baleado en su auto, por sicarios de Los Monos, en 2012

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