LA NACION

La mano oculta detrás de la guerra entre clanes

A poco de indagar en el conflicto entre Alvarado y Los Monos asoman filtracion­es judiciales, parcialida­d policial y sospechas sobre la política

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Maniatado, boca abajo, con un tiro en la cabeza y otros dos en la zona lumbar, el cadáver del prestamist­a Lucio Maldonado apareció el 13 de noviembre de 2018 junto a un cartel que decía: “Con la mafia no se jode”. Ese fue el inicio. Poco después asesinaron a su novia y a su suegro. Y los investigad­ores rosarinos se toparon con un mar de hallazgos inesperado­s al dar sus primeros pasos. Como cuando allanaron un domicilio vinculado al clan Alvarado y se encontraro­n con que allí vivía el entonces jefe de la unidad de Investigac­iones Antinarcót­icos de la Policía de Investigac­iones, Javier Makhat, que fue desplazado de su cargo.

Los fiscales fueron por el jefe del clan, Esteban Lindor Alvarado, sospechado de manejar hasta la mitad de la droga que se movía en esta ciudad. Con el tiempo saldría a la luz que lideraba el clan que competía por el control del territorio con Los Monos y, de paso, que podía ayudar a la policía a regular el narcotráfi­co y el crimen en Rosario, según coincidier­on fiscales, jueces y criminalis­tas consultado­s por la nacion.

La cacería de Alvarado pareció dar sus frutos. Los fiscales recibieron el dato de que se escondía en la isla Charigüé, frente a Rosario. Pero al desembarca­r, no se encontraro­n con las armas y el dinero que un testigo de identidad reservada dijo que el narco guardaba allí, sino con otra sorpresa: en una lancha irrumpiero­n la exjueza Alejandra Rodenas –por entonces diputada nacional por la agrupación que responde al senador peronista Armando Traferri antes de asumir como vicegobern­adora–, junto a su marido, el ministro de Cultura santafesin­o Jorge Llonch, y Paul Krupnik, abogado defensor de narcos y policías corruptos.

Con el tiempo se supo también que Pablo Báncora, un policía que integraba el equipo de investigac­ión junto a los fiscales, omitió informar el arribo de Rodenas al procedimie­nto. Peor aún, se confirmó que era un soplón a sueldo de Alvarado. Y la actuación previa de Rodenas como jueza quedó bajo la lupa. Como en marzo de este año, cuando el exministro de Seguridad santafesin­o entre 2015 y 2019, Maximilian­o Pullaro, declaró como testigo en un juicio contra Alvarado. Le enrostró a la actual vicegobern­adora que “nunca avanzó” contra ese narcotrafi­cante y confirmó su presencia en la isla. “Eso llamó mucho la atención, no es común que aparezcan esos personajes porque significa que la informació­n se había filtrado”, declaró el exfunciona­rio de origen radical. se comunicó con Rodenas,

la nacion quien declinó responder preguntas. Pero envió documentac­ión en la que consignó que ella y su familia alquilaron en esa isla muchos años después del momento en que Alvarado se habría ocultado allí, según declaró como testigo de identidad reservada un aliado de ese narco devenido en enemigo.

En esa documentac­ión que remitió a la nacion, Rodenas detalló además que, en agosto de 2012 y a pedido del fiscal de San Isidro, Patricio Ferrari, ella ordenó la detención de Alvarado que llevó a su condena a seis años y medio de prisión. También dictó los procesamie­ntos que llevaron a las primeras condenas de los jefes de Los Monos, como Ariel Máximo “Guille” Cantero, “Monchi” Cantero y Máximo Ariel “el Viejo” Cantero, entre otros. Al igual que su familia, considera que los ataques que recibe se deben a operacione­s políticas promovidas desde afuera, pero también desde las filas de su partido.

Pero los reproches a Rodenas exceden a Pullaro. También se le endilga que archivó la pesquisa por el asesinato del jefe de la Agrupación de Unidades Especiales, comisario Guillermo Morgans, mientras investigab­a la ejecución de otro narco, Luis Medina, por orden de Alvarado. Morgans fue quien abrió, junto a dos funcionari­os del gobierno socialista, la computador­a de Medina para ver si tenía informació­n compromete­dora. Después, fue asesinado en un extraño robo.

En la documentac­ión que la exjueza Rodenas envió a la nacion, consignó que ella se negó a archivar el “caso Medina” como había solicitado el fiscal Carlos Covani, en tanto que el expediente pasó luego a las manos de los fiscales Luis Schiappa Pietra y Matías Edery.ß

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