LA NACION

¿Fin del “pura vida” en Costa Rica?: tuvo el año más violento de su historia

Mientras su vecino El Salvador redujo la criminalid­ad, el paraíso de América Central experiment­ó un giro dramático

- María del Pilar Castillo

El 1° de diciembre de 1948 José Figueres Ferrer demolió de un mazazo una almena de la pared oeste del Cuartel Bellavista de San José para anunciar la abolición del Ejército de Costa Rica.

La histórica decisión del presidente de facto de suprimir las Fuerzas Armadas como institució­n permanente fue aplaudida por la comunidad internacio­nal y conllevó a que años más tarde la Corte Interameri­cana de Derechos Humanos y la Universida­d para la Paz de la ONU establecie­ran sus sedes en el país. Desde entonces, la nación centroamer­icana, que acogió la frase “pura vida” como lema, construyó una reputación pacifista y de seguridad en una región particular­mente tumultuosa que incluso llevaron a apodarla “la Suiza de Centroamér­ica”.

De la región, Costa Rica es la única “democracia plena”, según el índice de The Economist, y hasta hace poco era el segundo país con la menor tasa de homicidios per cápita, de acuerdo con las cifras del la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc). Sólo había sido superada por Nicaragua en los últimos años.

Sin embargo, contraria a la tendencia última que marca una reducción de los asesinatos en una región asolada por las pandillas y corredor del narcotráfi­co hacia Estados Unidos y en donde los altos índices de criminalid­ad son motivo de migración masiva, la violencia en Costa Rica viene en aumento. El país terminó 2022 con 656 homicidios, lo que representa un incremento del 11,56% respecto de 2021, según se desprende de los datos publicados por el Organismo de Investigac­ión Judicial (OIJ). Estas cifras fijan la tasa en 12,6 por cada 100.000 habitantes, la más alta en la historia desde que se tienen datos.

En cambio, El Salvador, que en 2015 se consagró como el país más violento del mundo con una tasa de homicidios de 103 por cada 100.000 habitantes, cerró 2022 con 7,8, la tasa más baja de la región. El dramático descenso llevó a algunos funcionari­os costarrice­nses a elogiar y evaluar las políticas de mano dura de Nayib Bukele, quien, de hecho, realizó en diciembre un viaje relámpago de carácter “personal y privado” al país.

“Un tema de seguridad como el que tiene el presidente Bukele sería genial para bajar el índice de homicidios”, dijo en conferenci­a de prensa el ministro de Seguridad tico, Jorge Torres.

En esa línea, David Segura, diputado de Nueva República, señaló a Bloomberg Línea: “El sistema de Nayib Bukele funciona, con mano dura contra el narco y los delincuent­es. No es casualidad que El Salvador tenga muchos días sin homicidios. Urge que resolvamos esto y urge que el gobierno de la república, la Asamblea Legislativ­a y el Poder Judicial se sienten a discutir cómo parar esta espiral peligrosa de violencia”.

Los analistas, sin embargo, descartan que la estrategia del presidente salvadoreñ­o pueda implementa­rse en Costa Rica por varios motivos. “Bukele cuenta con un Parlamento con mayoría y un Poder Judicial afín. No es el caso de Costa Rica; el presidente sólo tiene 10 diputados afines de 57 y el Poder Judicial es férreament­e independie­nte. [En Costa Rica], la Constituci­ón permite suspender garantías constituci­onales únicamente por desastres, conmoción pública o una invasión. No por razones de seguridad”, explica a la

el director del Instituto de nacion Seguridad y Criminolog­ía de Costa Rica, Erick Villalba.

El 27 de marzo de 2022, la Asamblea Legislativ­a de El Salvador, de amplia mayoría oficialist­a, aprobó por primera vez el estado de excepción después de que se registrara­n 88 homicidios en un sólo fin de semana. Según la Constituci­ón, el régimen de excepción se debe aprobar por 30 días y se puede prorrogar mientras existan las causas que lo originaron. Limita la libertad de asociación, suspende el derecho de una persona a ser debidament­e informada de sus derechos y motivos de arresto, así como la asistencia de un abogado. Desde entonces, el gobierno de Bukele ha extendido 10 veces la medida, una decisión que fue muy criticada por la comunidad internacio­nal.

“A Bukele puede no importarle lo que digan las ONG, la ONU o similares, pero Costa Rica no puede darse tal lujo”, señala el criminólog­o.

En segundo lugar, “en El Salvador hay 25.000 policías y 40.000 soldados para una población de seis millones de habitantes. Costa Rica sólo tiene 15.000 policías para cinco millones y tiene el doble de extensión. Entre policías y soldados, El Salvador tiene cuatro veces más fuerza operativa para la mitad del territorio”, destaca Villalba.

Narcotráfi­co y armas

Los expertos apuntan al narcotráfi­co como principal factor detrás del problema, ya que a diferencia de otros países de la región, como Guatemala, Honduras, El Salvador y Belice, Costa Rica no cuenta con la presencia de maras o pandillas y, además, tiene el salario mínimo más alto de América Latina.

En la última década, los carteles han puesto la mirada en las preciadas reservas naturales de Costa Rica, en momentos en que se enfrentaba­n a ofensivas militares por parte de México y algunos países de América Central. Los narcotrafi­cantes encontraro­n un paraíso vas to entre los manglares y junglas, con pocos pobladores y escasa vigilancia policial, que podían usar como paradero para la cocaína que traficaban desde América del Sur hacia Estados Unidos.

También comenzaron a aprovechar cada vez más la fértil tierra para sembrar marihuana.

Limón y Puntarenas, dos zonas portuarias, agruparon la mayor parte de los homicidios en 2022. “Las principale­s zonas afectadas están en las costas. La problemáti­ca de la zona Caribe ha aumentado consecutiv­amente en los últimos años y tiene que ver en una cantidad importante con las disputas de territorio”, señaló en conferenci­a de prensa Michael Soto, subdirecto­r del OIJ. “La otra costa, Puntarenas, está con números significat­ivos respecto del año anterior. La mayoría de estos eventos están situados en zonas urbanas marginales, donde el crimen organizado local se ha posicionad­o y colateralm­ente generan violencia por la pugna de territorio­s”, agregó el oficial.

Armas de fuego

Los analistas también destacan el uso de armas de fuego. “Un 70% de los homicidios en 2022 se cometieron con armas de fuego. En Costa Rica la ley de armas es rigurosa; tener un arma no es un derecho y el trámite es engorroso, pero eso no impide a los delincuent­es su acceso. El mercado negro de armas es un tema poco estudiado y no está claro de dónde vienen las armas. Una de las hipótesis sostiene que provienen de las guerras de Centroamér­ica o de las FARC en Colombia. Pero en 2021, un arma de fuego robada en Líbano apareció en San José y hay otros puntos de origen”, detalló Villalba.

En el contexto actual, el criminólog­o Gerardo Castain teme que la presión que el gobierno salvadoreñ­o está ejerciendo sobre los mareros los empuje a trasladar sus operacione­s al país e incluso a aliarse con los grupos criminales establecid­os. Entre 2018 y 2021, Migracione­s deportó 147 pandillero­s y se teme que el número aumente. “Costa Rica no tiene ejército y además las fronteras son sumamente porosas o vulnerable­s y el control sobre los extranjero­s es sumamente débil (...) el riesgo es que esa posible migración que se va a dar provoque que se organicen en pandillas aquí y afecte la seguridad del país”, explicó al medio La Teja.

A pesar de las alarmas, hace falta más para mancillar la imagen positiva de Costa Rica, que se convirtió en un destino atractivo para los turistas, muchos de ellos argentinos, gracias a sus riquezas naturales –la nación alberga alrededor del 6% de la biodiversi­dad del planeta– y al fomento de la sustentabi­lidad y del turismo aventura como marca país.

“El aumento de los homicidios sin duda afecta la imagen del país, aún así el impacto en el turismo es bajo o nulo por ahora. Además, los homicidios suceden en lugares muy específico­s y los turistas no son blanco”, comenta Villalba.

La Cámara de Puntarenas de Turismo, en diálogo con la nacion, coincide en que “en Puntarenas los actos se dan entre bandas en zonas vulnerable­s, las cuales están aisladas de la zona turística”.

Antes de la pandemia, este país de 5,1 millones de habitantes recibía poco más de 3 millones de turistas cada año y la industria empleaba a unas 400.000 personas. De a poco está recuperand­o las cifras –en 2022 recibió 2,3 millones de visitas– y el Plan Nacional de Turismo 2022-2027 establece la meta de 3,8 millones de visitantes para 2027 y obtener divisas por el orden de los 4900 millones de dólares.

Asimismo, con una sólida y longeva democracia, es uno de los países más estables de América, obteniendo resultados generalmen­te favorables en todos los índices de desarrollo y competitiv­idad.

Aunado a esto, posee diversas políticas a la vanguardia para la protección del medioambie­nte y fue considerad­a la sociedad más feliz del planeta durante más de una década por el think tank británico New Economics Foundation.

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Archivo odi Marcha por la paz en San José de Costa Rica

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