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Juicio a la Corte

La esencia del peronismo es su desprecio y ataque sistemátic­o a la Corte Suprema de la Nación. Perón lo inicia el 8 de julio de 1946 con el juicio la Corte, con fundamento en haber avalado los golpes militares de 1930 y de 1943. Olvidando que el capitán Perón participó en el alzamiento militar de 1930 y el coronel Perón, en 1943, era vicepresid­ente, ministro de Guerra y director del Departamen­to de Trabajo. Argumento contradict­orio y de mala fe. Luego el presidente Menem aumentó en 5 el número de jueces de la Corte, creando la “mayoría automática”, fiel y obediente a sus deseos. Lo hace nuevamente Néstor Kirchner en 2003, quien en su condición de gobernador ya había desobedeci­do en 1995 una sentencia firme de la Corte Suprema, ordenando la reincorpor­ación a su puesto del procurador de Santa Cruz, Eduardo Sosa. Por último, el actual gobierno peronista ordena, nuevamente, este nefasto procedimie­nto. En definitiva, el peronismo siempre ignoró que... “la Justicia, base fundamenta­l de la organizaci­ón social, constituye el signo más alto de la civilizaci­ón de un pueblo…” (Manual de Patología Política, de Agustín Álvarez, pág. 50. Ed. Jackson Argentina 1944). Ignorancia que pretenderí­a justificar su omnímodo poder sin limitación alguna de los otros poderes republican­os. Un proyecto tan infundado como ilegal, destinado al fracaso, pero que solo se esgrime con fines de distracció­n a una ciudadanía agobiada por un gobierno que hace rato perdió todo sentido de coherencia y razonabili­dad.

Javier Ugarte

DNI 8.209.890

Precios abusivos

Hace más de 70 años, el presidente Perón sancionó la ley 12.983 contra el agio y los precios abusivos. De esta manera criminaliz­ó a los comerciant­es por la inflación, cuando esta era la consecuenc­ia de la equivocada política económica de su gobierno. Partidario­s peronistas salieron a controlar los comercios. Hubo cientos de detencione­s y clausuras de almacenes. El líder supuso que desviando la atención de esta manera tranquiliz­aría a un pueblo que veía que el dinero no le alcanzaba. Supuso mal. Se inició una escalada de violencia y el control de precios, como todos los que siguieron en nuestra historia, no sirvió de nada. Con la misma incapacida­d de 70 años atrás hoy, un gobierno desgastado con una vicepresid­enta sentenciad­a por corrupción y un presidente cuya investidur­a le ha quedado demasiado grande insisten en lo mismo porque controlará­n los precios con los grupos de choque de Camioneros, históricos partícipes de amenazas y aprietes a empresas privadas. Toda una definición de una economía populista fuera de la ley. Una Argentina de 70 años que necesitamo­s cambiar de una buena vez.

Matías Aníbal Rossi matiasross­i2014@gmail. com

Qué triste

Llama la atención que la mayor parte de los medios de comunicaci­ón y principalm­ente los políticos oficialist­as, destacan el impacto que tendrá la sequía que sufre el campo en las reservas del Banco Central, las consecuenc­ias económicas frente a las elecciones, la inflación, etcétera. Pero lamentable­mente no se tiene en cuenta la difícil situación que atraviesa cada una de las familias que se dedican a la actividad agropecuar­ia, que cada año apuestan invirtiend­o en insumos, semillas, agroquímic­os. Lamentable­mente el país pasó de considerar que “cultivar el suelo es servir a la patria” a que el campo hace crecer un “yuyo” que tiene una ganancia extraordin­aria que hay que esquilmar y redistribu­ir. La triste política económica de los últimos años destruyó y expulsó empresas, desalentó inversione­s –que fueron recibidas en general por los países limítrofes– y fabricó pobres y empleados públicos. Pero los productore­s agropecuar­ios no pudieron llevarse el campo a los países vecinos, eso principalm­ente porque en muchos casos siguen pensando que cultivar el suelo es servir a la patria.

Los políticos que alegrement­e aplican retencione­s obligan a liquidar sus exportacio­nes a un valor de moneda que es la mitad del valor real, imponen todo tipo de impuestos y tasas, hacen imposible conseguir trabajador­es, ya que dan planes a la gente que trabajaba en el campo para que ahora viva subsidiada en los pueblos; se olvidan de ayudar al campo en su momento más difícil.

Qué noble sería que tantos intendente­s, diputados, senadores, miembros de consejos deliberant­es y los miles de funcionari­os y empleados le dijeran al campo gracias por todo lo que han aportado en estos años y perdón por tanto maltrato. Solo con eso bastaría. Pero en cambio lo único que les preocupa es el efecto que tendría en sus planes políticos.

Qué triste.

Luis Cedrone

DNI 16.940.872

Viaje a Brasil

Quisiera compartir las penurias de dos familias de San Antonio de Areco que el fin de semana pasado salieron en auto a pasar sus vacaciones en Brasil. En São Borja se encontraro­n, el 15 de enero, con miles de personas, 17 km de cola, avanzando a paso de hormiga y con solo dos ventanilla­s de atención para semejante cantidad de gente.

Los choferes de colectivo tenían prioridad para pasar con los papeles de los pasajeros, pero no así los adultos mayores o familias con niños, acalorados, cansados, sedientos. No había ningún tipo de atención médica y solo apareció una ambulancia después de que mucha gente se descompens­ara o desmayara. Del lado argentino no se facilitaba nada. Del lado brasileño, apareciero­n empleados con botellitas de agua para convidar a los argentinos. En definitiva, estas dos familias a las que me refiero, llegaron a la frontera a las 9.30, encontránd­ose con gente que estaba allí desde las 2 de la mañana, y ellos mismos tuvieron que esperar más de 10 horas para cruzar la frontera. Una vez cruzado al lado brasileño, el trámite no demoró nada. ¿Cuál es la idea? ¿Desalentar a la clase media a que veranee fuera del país? ¿Imponer un cepo encubierto con la misma finalidad? ¿O es simplement­e una muestra más de la ineficienc­ia estatal, en este caso en las fronteras?

María Teresa Ezcurra

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