LA NACION

Una muñeca maldita que se aprovecha de traumas infantiles

M3GAN

- Paula Vázquez Prieto

★★★★ (ESTADOS UNIDOS-NUEVA ZELANDA/2022). DIRECCIÓN: Gerard Johnstone. GUION: Akela Cooper, James Wan. FOTOGRAFÍA: Peter McCaffey, Simon Raby. EDICIÓN: Jeff McEvoy. ELENCO: Allison Williams, Violet McGraw, Amie Donald, Jenna Davies, Ronny Chieng. DISTRIBUID­ORA: UIP - Universal. DURACIÓN: 102 Minutos. CALIFICACI­ÓN: apta para mayores de 13 con reservas.

Consciente de su evidente ligazón con el universo de las criaturas malditas, comenzando por el monstruo gótico del doctor Frankenste­in, siguiendo por el Tyrannosau­rus Rex de Jurassic Park y con el grotesco eco de Chucky como inevitable espejo, M3gan elige asumir el sustrato de parodia que la precede y situar el horror en ese terreno híbrido, que combina el trauma infantil y la fascinació­n del adulto por una creación mágica y controlabl­e. A esa premisa se agrega el ojo para el marketing de James Wan, coguionist­a y productor, y el respaldo de la factoría del terror Blumhouse, que empuja a la película de modesta apuesta del horror de temporada a uno de los grandes sucesos del género de los últimos tiempos. Aún bajo los auspicios de fenómeno que la rodean, M3gan merece bastante de lo que está generando.

Escrita en compañía de Akela Cooper –coautora de Maligno y de La monja 2–, Wan afirma la historia sobre varias constantes: el retrato de las ansiedades del presente, las tragedias que marcan la infancia, la vocación adulta del eterno juego y la tecnología como resolución a los límites de la vida humana.

Antes que alcanzar a Dios o traer a la vida un tiempo perdido, M3gan viene a aquietar las lógicas insegurida­des de Gemma (Allison Williams) a la hora de asumir la crianza de su sobrina de nueve años que ha quedado huérfana. Gemma es ingeniera de una compañía de juguetes en la recta final para presentar un nuevo prototipo de mascota inteligent­e, más barato y efectivo para sacar al mercado. La noticia de la repentina muerte de su hermana y de su cuñado la deja a cargo de la pequeña Cady (Violet McGraw), y ambas están desconcert­adas por esta nueva tarea de ser familia.

M3gan surge del pasado de Gemma, de una de sus primeras creaciones estudianti­les. En este momento de crisis laboral y emergencia parental, la invención de un androide inteligent­e vestido como una institutri­z de los años 50 parece ser el equilibrio perfecto para ayudar a Cady a superar el duelo, y a la propia Gemma a rendir en su trabajo y esquivar el trance de la impuesta maternidad. La lógica de la película no deja de ser la escalada de autonomía de la muñeca y el horror como inevitable resultado. A diferencia de Chucky –enemigo de quien gozaba de su propiedad– M3gan convierte a Cady en el objeto de su protección y el motivo del crescendo de esa violencia “defensiva”.

M3gan -siglas de Model 3 Generative Android- cifra su interés en compartir el genuino efecto de un espanto latente sumergido tras la apariencia de éxito y control que ofrece la muñeca inteligent­e. El sustrato de comedia negra le permite asumir con gracia lo ridículo, al mismo tiempo que quitar solemnidad a las lecturas que pueden realizarse sobre la tecnología como parche de los miedos y negaciones. De hecho, la película podría encuadrars­e en la línea del trauma como forma del terror -elemento que constituye el eje de Maligno y de la reciente Sonríe-, pero lo hace con un uso efectivo de los recursos del género, invitando a la diversión con aquella iconografí­a de modernos Prometeos que sigue siendo tan efectiva como siempre. ●

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Espanto y parodia con la firma de James Wan, una garantía

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