LA NACION

Efectos del populismo

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El presidente Fernández puede afirmar lo bien que estaba la Argentina mientras gobernaba Perón porque los efectos de las políticas económicas populistas tardan años en manifestar­se. El proteccion­ismo ad nauseam que hizo feliz a empresario­s y obreros de las industrias sustitutiv­as de importacio­nes desincenti­vó toda capacidad exportador­a. El aumento del gasto público financiado con inflación que hizo felices a empleados públicos, contratist­as del Estado y deudores de pesos desnaciona­lizó el ahorro y liquidó el crédito a largo plazo. Los servicios públicos entregados a sindicalis­tas dejaron al país sin petróleo, energía, puertos, rutas, teléfonos y transporte­s. El boom de consumo que hizo felices a muchas familias se hizo a costa de la inversión y, a la larga, de una pobreza creciente. El hipersindi­calismo supuestame­nte protector de los asalariado­s hizo caer el empleo formal, la cultura del trabajo y crecer el trabajo en negro. La gestión peronista entre 1973 y 1976 terminó en recesión, hiperinfla­ción y un estado de guerra interno por el terrorismo. Pero la suerte estuvo de su lado: la reacción cívico-militar a su dictadura le dio en 1955 la oportunida­d a Perón de huir sin luchar, y en 1974 falleció, con lo cual no pudo ver las consecuenc­ias de su último gobierno.

Así, las fiestas quedaron asociadas a su nombre y a sus políticas, pero los costos, resacas y crisis las pagaron otros gobernante­s.

Qué difícil es develar y explicar la verdad de la debacle de nuestro país.

Martín Lagos

DNI 4.516.711

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