LA NACION

El crecimient­o de la población, ¿es buena o mala noticia?

- Juan Carlos de Pablo Para la nacion

Economista 1919-2004

Integró la delegación mexicana que, en Bretton Woods, fundó en 1944 el FMI y el Banco Internacio­nal de Reconstruc­ción y Fomento, luego transforma­do en el Banco Mundial

Cuatro de cada 10 de los 8000 millones de seres humanos que hoy habitamos la Tierra viven en China y en la India; en partes iguales. En los últimos días las cuestiones demográfic­as fueron noticia, no por un problema de densidad poblaciona­l, sino por una cuestión de crecimient­o poblaciona­l. Mejor dicho, de falta de crecimient­o poblaciona­l. Ocurre que, en los últimos tiempos, en China la tasa de natalidad cayó al mismo nivel que la tasa de mortalidad. Este hecho, ¿debe generar alegría o preocupaci­ón?

Sobre el particular conversé con el mexicano Víctor Luis Urquidi Bingham (1919-2004), accidental­mente nacido en Francia, porque sus padres eran diplomátic­os. Integró la delegación mexicana que en 1944, en Bretton Woods, fundó el Fondo Monetario Internacio­nal y el Banco Internacio­nal de Reconstruc­ción y Fomento, luego transforma­do en el Banco Mundial. En 1964 cofundó el Centro de Estudios Económicos y Demográfic­os del Colegio de México, y entre 1980 y 1983 presidió la Asociación Internacio­nal de Economía.

–Desde el ámbito académico, usted impulsó las políticas de control de la natalidad.

–Le cuento. Un líder sudamerica­no había dicho que “gobernar es poblar”, algo que el presidente Luis Echeverría asumió en su campaña electoral como una meta del que sería su gobierno. En el Colegio de México yo había promovido el estudio de la demografía, particular­mente por parte de Gustavo Cabrera y Raúl Benítez Zenteno. Sabía que el propósito presidenci­al no era una buena idea para promover el desarrollo económico. Aproveché una invitación del presidente para conversar, cursada al inicio de su gobierno, para tratar de convencerl­o de las ominosas consecuenc­ias que tendría para el país incorporar aquella frase como objetivo de un plan de gobierno. Fui suficiente­mente persuasivo para convencerl­o de cambiar drásticame­nte su política de población, hacia el objetivo de “la familia pequeña vive mejor”.

–Todo esto debe ser fechado, porque parecería que en la década de 1960 el problema era la explosión demográfic­a. Y ahora parece que el problema es el contrario.

–Efectivame­nte. Comencemos por decir que el estancamie­nto poblaofend­a en China, que hay que ver si se confirma con el correr del tiempo, surge en un país que, si bien ha crecido de manera espectacul­ar en las últimas décadas, tiene un PBI por habitante más cercano al de los países en vías de desarrollo, que al de los países desarrolla­dos.

–¿A qué viene esto?

–A que en los países cuyo PBI por habitante es de los mayores del mundo hace rato que el crecimient­o poblaciona­l es mínimo, por no decir prácticame­nte inexistent­e. Y en Japón es negativo. Los cálculos demográfic­os de Naciones Unidas muestran claramente que todo el crecimient­o poblaciona­l se está produciend­o en los países más pobres, de manera que la migración internacio­nal llegó para quedarse. La cuestión es si se realiza en condicione­s humanas o infrahuman­as.

–El crecimient­o poblaciona­l, ¿es una buena o una mala noticia?

–Para Robert Thomas Malthus era una pésima noticia; para John Stuart Mill, todo lo contrario. ¿Cómo se explica esta diferencia? Sobre la base de la realidad de su época, a Malthus le preocupaba que las economías llegaran al estado estacionar­io, con mucha población y salarios paupérrimo­s. Varias décadas después, Stuart Mill afirmó que el estado estacionar­io podría ser una buena noticia si, controland­o la natalidad, se fabricaba un contexto de mucho capital y poca mano de obra.

–Todo esto pertenece al siglo XIX. ¿Y ahora?

–Los temores que despertaba la demografía en mi época, en buena medida desapareci­eron, porque la tasa de mortalidad continuó descendien­do, pero la tasa de natalidad mucho más. Espero que ninguna mujer se por lo que voy a decir, pero el aumento del ingreso por habitante y la irrupción de la mujer en la educación superior y en la fuerza laboral disminuyer­on el tamaño de las familias, porque criar hijos es una actividad que demanda mucho tiempo.

–Volvamos a la cuestión. ¿Debemos festejar o preocuparn­os si la población deja de crecer?

–No hay una respuesta única. Por una parte, pregúntele a quienes fabrican cunas para bebés, juguetes, leche o escarpines. Y también al gobernante que tiene a su cargo la seguridad social, o al empresario que administra una empresa de medicina prepaga. A los primeros la demanda les cae a pique; los otros se preocupan por las implicanci­as del envejecimi­ento de la población.

–¿Y en el plano laboral?

–Ahí quería llegar. Cada tanto aparecen agoreros informes, referidos a la pérdida de empleos que generará el cambio tecnológic­o, informes que desde el punto de vista histórico fallaron en sus pronóstico­s. Porque hoy en el mundo trabaja más gente que hace 50 o 100 años, claro que en labores diferentes.

–¿Hacia dónde va con esto?

–A que hay que ser congruente. Quienes viven preocupado­s por el futuro del trabajo deberían festejar el estancamie­nto poblaciona­l, más allá de las importante­s implicanci­as sectoriale­s, por ejemplo, el deterioro de la actividad de los sectores que producen bienes que demandan los infantes.

–Impacto que no aparece de la noche a la mañana.

–Hecho importante, porque permite la gradual modificaci­ón de la estructura de la oferta. La terminació­n de la producción de máquinas de escribir no generó ninguna cricional sis, porque los productore­s tuvieron tiempo para reconverti­rse. La pandemia/cuarentena provocada por el Covid 19 generó múltiples dificultad­es mayores, precisamen­te por tratarse de algo inesperado, desconocid­o y peligroso.

–Me hizo acordar de algo. La Argentina está hoy poblada por 47 millones de habitantes. Algunos piensan que, para ser un país desarrolla­do, la población debería duplicarse. ¿Qué puede decir al respecto?

–Yo también lo escuché, y no solo referido a la Argentina, sino referido en general a países de baja densidad poblaciona­l. No conozco posturas que fundamente­n esta propuesta de manera sólida, pero en todo caso debería ser específica. Obviamente que la referida duplicació­n no podría surgir de nacimiento­s y fallecimie­ntos producidos dentro del país, sino de un fenómeno migratorio. Y, al respecto no plantearía el debate pensando tanto en el número cuanto en la composició­n, por país de origen, edad, calificaci­ones laborales, etcétera.

–Pero, en principio, ¿la idea le “suena”?

–Quizá me equivoco, y en ese caso pido disculpas, pero no me suena para nada. El problema que tiene hoy la Argentina es la cantidad de gente –particular­mente jóvenes– que migra o piensa migrar. Migrar no es una decisión fácil. Contrariam­ente a lo que suele pensarse, no solo emigran profesiona­les, sino argentinos con todo tipo de habilidade­s laborales. Sabiendo que van a trabajar duro, al principio en puestos laborales que a los nativos de los otros países no les interesan.

–Don Víctor, muchas gracias.ß

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Carolina reymundez
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PREGUNTAS A Víctor LUIS Urquidi BINGHAM

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