LA NACION

Un triunfo para San Lorenzo que no invita a soñar

Se impuso 1-0 sobre Arsenal, con recursos limitados; para pelear, debe crecer a lo grande

- Ariel Ruya

Ganas, corazón y un puñado de buenas decisiones. A San Lorenzo no le sobra nada, pero atención: tampoco le falta nada. En el contexto doméstico, puede pelear el campeonato tanto como… caer en la monotonía de la mitad de tabla. Depende del Ciclón, que en su estreno se impuso por un tímido 1-0 sobre Arsenal, último en la tabla de promedios.

La sofocante tarde arrancó con un grito de guerra, un cántico furioso de un núcleo representa­tivo de simpatizan­tes, en este caso, por las frustradas elecciones. Fue parte de la fisonomía del Nuevo Gasómetro durante 2022, con especial atención en las autoridade­s. Fútbol, economía y política, fueron parte de la escena, que empezó esta vez con “dirigentes, la c… de su madre, a ver si se dan cuenta, que no los quiere nadie”. El ala protectora de Rubén Insua no pudo contra la marcha de la bronca.

No lo consiguió, tampoco, en la digna actuación en el tramo final del torneo pasado, en el que consiguió serenidad, puntos y una inesperada clasificac­ión para la Copa Sudamerica­na. El Gallego, noble y con códigos de otro tiempo, le imprimió el sello de identidad a San Lorenzo, castigado en los últimos años por campañas que no están a tono con lo mejor de su historia. Sangre azulgrana, corazón y pases cortos: esa es la propuesta de Insua que, con un puñado de jerarquía y jóvenes caseros, hace lo que puede.

Ataca poco, se defiende mucho y vive del orden y el progreso. Nada mal, si se recuerda de donde venía el Ciclón el año pasado: traumas de todos los colores. Ahora, el mismo entrenador, con similar cantidad y calidad de recursos, pone la vara un poco más alta. Pelear un título. Ganarlo, de ser posible. Duró diez minutos la furia, un ataque demoledor que duró un suspiro. Al rato, frente a un rival sin recursos y con lo puesto, chocó una y otra vez. Hasta sufrió un mano a mano de Toloza, que contuvo Altamirano, uno de los refuerzos. Tuvo otro, Rafael Pérez, con poco trabajo por la falta de audacia del elenco de Sarandí, que juega con descartes de otros. Como Toloza, Guzmán, Banega y varios más.

Si desea pelear por el título, San Lorenzo debe atacar. Más aún, en su casa y contra un rival, en la teoría, inferior. Le cuesta, de todos modos. Tanto es así, que el Gallego dispuso de dos ingresos en el segundo tiempo, que marcaron la cancha. Dos jóvenes, Martegani (22) y Leguizamón (20), que reemplazar­on a Barrios y Cerutti, toda una declaració­n.

Hasta que una inspiració­n del volante apenas ingresado, resulta un premio. El pase a Bareiro hubiera derivado en un penal, pero el balón encontró el alma goleadora de Vombergar, que marcó su séptimo tanto en 18 encuentros en San Lorenzo. Y no siempre fue titular. Una de las razones de Insua, que agudiza el ingenio con recursos que otros grandes tal vez ni siquiera habrían pensado. El VAR tardó cinco minutos en definir que el delantero estaba habilitado. Más tarde, salió lesionado, con una molestia en el gemelo izquierdo.

San Lorenzo no quería definirlo, Arsenal le costaba inquietarl­o. En el equipo de Sarandí entraron otros valores que ciertos equipos ceden sin cargo. Breitenbru­ch, Luis Leal y hasta Tobías Zárate, hijo de uno de los apellidos ilustres de Vélez. El espectácul­o tenía un libreto repetido de tantas otras historias: uno no quiere, el otro no puede. Al menos, Arsenal iba y cerca estuvo más de una vez. De todos modos, San Lorenzo se siente cómodo en la prosa prolija, conocida por todos, pero efectiva. Toque a los costados, control global, paciencia. Nada de vértigo ni de desesperac­ión.

“No nos sobra nada, hay que tener mucho sacrificio”, admite Bareiro, uno de los símbolos de un equipo sin excesos. Al menos, ganó. Un 1 a 0 tímido, de escritorio, con el sello de oficina. Lo que no es poco, tampoco mucho. ●

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina