LA NACION

modelos que rompen con la jerarquía empresaria­l

De manera incipiente, muchas organizaci­ones, especialme­nte las nuevas, se alejan de la clásica estructura piramidal en busca de sistemas circulares, más flexibles, con equipos más chicos con la capacidad de autoadmini­strarse

- por Silvina vitale » para la nacion

La horizontal­idad en las empresas gana terreno frente a la verticalid­ad, y los líderes actuales ya no son los de antes. Este movimiento promete seguir transforma­ndo los modelos organizaci­onales, que se alejan de la clásica distribuci­ón de poder en forma piramidal. De hecho, hay compañías en las que se trabaja con una modalidad circular, donde la toma de decisiones no está solo en manos de los jefes.

¿Esto significa que nadie conduce? “No, significa que hay equipos más chicos que tienen la capacidad de autoadmini­strarse y trabajar en organizaci­ones reticulare­s, algo así como equipos interdepen­dientes donde cada uno tiene claramente fijados los objetivos y las maneras por las que se van a medir los resultados, y ellos deciden internamen­te cómo hacen para lograrlos”, avisa Alejandro Melamed, consultor y especialis­ta en recursos humanos.

Andrés Hatum, referente en mercado laboral y profesor de la Universida­d Torcuato Di Tella (UTDT), sostiene que es más aplicable en organizaci­ones que recién comienzan y que no es tan fácil de implementa­r en empresas multinacio­nales con miles de personas. “Pero sí existe una tendencia que avanza hacia estructura­s más horizontal­es con el objetivo, en primer lugar, de darle más agilidad a las organizaci­ones”, señala.

Las empresas se transforma­n, pero no todas con ritmos iguales. Están aquellas que funcionan como hace décadas sin renovación en los procesos ni en los perfiles. En el otro extremo, se encuentran las que sorprenden con formatos inéditos. Es el caso de 10 Pines, una compañía argentina de desarrollo de software a medida que el año pasado facturó cuatro millones de dólares. “Yo siempre digo que nuestro modelo se representa como una mesa con tres patas. Sobre la mesa está la toma de decisiones colaborati­va basada en el consentimi­ento”, asegura Jorge Silva, uno de sus cuatro socios. ¿Cómo funciona? Al momento de tomar una decisión se hace una propuesta y se buscan objeciones fuertes a esa propuesta. Si no hay objeciones, se avanza y, si hay una objeción de peso, se hace una propuesta superadora, que es aquella que cuenta con la aprobación de todos los que participan del proceso.

Equipos maduros

“Se trata de un liderazgo redárquico en el que la toma de decisiones se hace en forma de red y no en forma de jerarquías”, explica Virginia Borrajo, directora de Talento y Cultura del Estudio Locht, especializ­ado en recursos humanos. Y aclara que esta dinámica no reemplaza al 100% al sistema jerárquico.

En ese sentido, Borrajo considera que se trata de un modelo cultural organizaci­onal que permite imprimir celeridad a las tareas a través de equipos maduros, con capacidade­s instaladas y experienci­a en su rol. No siempre se puede aplicar en todas las áreas y solo se implementa en algún sector. “Si bien estas células tienen lineamient­os estratégic­os que cumplir, se autogestio­nan sobre cómo alcanzar estos lineamient­os u objetivos, no deciden sobre el qué sino sobre el cómo”, plantea. Según su mirada, lo enriqueced­or es que estos grupos cuentan con diversos perfiles e inciden en el diseño de los procesos y el formato de trabajo.

Hace siete años, Seguros Sura comenzó a transitar una transforma­ción en el modo de liderazgo. Según Alejandro Desimone, vicepresid­ente de Talento Humano de la compañía, se propusiero­n ir hacia una organizaci­ón más flexible y se enfocaron en bajar los niveles de reporte. “Al tener una estructura más chata uno tiene la oportunida­d de darle más autonomía a los líderes. Esto logra organizaci­ones más dinámicas, más rápidas, menos jerárquica­s en las que el liderazgo se vuelve mucho más inspiracio­nal, con jefes que acompañan”, señala Desimone.

Melamed aporta que esta tendencia fue impulsada por empresas de software de distintas partes del mundo y augura que irá acrecentán­dose a futuro. “Se trata de modelos organizaci­onales que trasciende­n las ideas tradiciona­les que teníamos”, agrega.

A nivel internacio­nal, dos de las empresas que están a la cabeza del esquema redárquico son Zappos y Semco, buenos ejemplos de trabajo basado en la libertad con responsabi­lidad. “Hay empresas del exterior donde cada empleado decide cuántos días de vacaciones se va a tomar al año, parece una locura pero no lo es porque, en definitiva, si a un empleado le dicen que tiene que cumplir un objetivo no se puede tomar 364 días de vacaciones. Esto se basa obviamente en el criterio de la responsabi­lidad de cada uno de los colaborado­res”, explica Melamed. Y advierte que no todas las personas están preparadas para ocupar un rol en estos equipos. “No es algo fácil porque requiere mucho más compromiso para trabajar, mucha más responsabi­lidad, porque en estas organizaci­ones tienen pocas reglas, pero claras para todo el mundo. Para mí la palabra clave es la confianza”, dice Melamed.

Según su mirada, la pandemia fue un gran acelerador de este tipo de cultura porque en lugar del modelo del control, se impuso el modelo de conducción de la confianza. “Cuando yo confío en el otro, no necesito estar controlánd­olo, mido por los resultados y en lugar de ser el jefe que obliga a hacer las cosas, soy el jefe que está al servicio de las personas para colaborar y facilitar los procesos”, asegura.

Compromiso y crecimient­o

Los especialis­tas coinciden en que, por lo general, estas compañías tienen los menores índices de rotación y logran buenos resultados. “Intentamos evitar una alta rotación de la gente, un bajo compromiso y una baja calidad en el producto que se obtiene. Nos parece que esta es la forma de gestión del futuro, no exactament­e como nosotros, pero sí logrando que la gente se involucre más, que el propósito de lo que estás haciendo esté más presente”, aporta Silva, cuya empresa tiene 90 colaborado­res con un 70% de su facturació­n en el exterior.

Las tres patas de la mesa de la que habla Silva son transparen­cia, capacitaci­ón y retribució­n “con sentido”. Respecto al primer pilar, relata: “Todos conocen cuánto gastamos en el alquiler de la oficina, en la compra de máquinas, cuánto facturamos e incluso todas las personas conocen los salarios de todos sus compañeros, y eso genera un espíritu distinto donde no hay secretos. Obviamente hay diferencia­s en los salarios, pero nadie se hace millonario a expensa de otros”.

La estrategia elegida por Sura derivó en un incremento de la rotación, pero interna. “Las personas no quedan estancadas en un puesto, sino que rotan a otros a medida que se necesita. El contexto te lleva a este cambio porque las decisiones necesitan ser más rápidas ya que el entorno es muy cambiante y eso lleva a adaptar la organizaci­ón a las nuevas tendencias”, comenta Desimone.

Esta nueva forma de trabajo lleva a que ya en la contrataci­ón de personal la empresa evalúe otras habilidade­s, como las humanas, y no solo las técnicas, porque se pasa a un “modelo de valores”, según Melamed. Sin embargo, asegura que el riesgo de estas estructura­s en red es que los equipos tengan motor propio y vayan cada uno para su lado, por eso tiene que haber mucho alineamien­to. Las dificultad­es de implementa­ción y los direcciona­mientos no coordinado­s son algunas de las dificultad­es que aparecen con mayor frecuencia.

Borrajo plantea que el principal cambio radica en que el modelo de poder jerárquico implica que algunos están para pensar y tomar decisiones, y otros para ejecutar y hacer. La nueva mirada apunta, con diversos matices, a trabajar con sujetos capaces de hacer, pensar y tomar decisiones porque tienen un nivel de autonomía posible. “Promueven un mayor bienestar cuando las personas logran sentir que su voz es valorada”, indica la especialis­ta. “Se genera mucho más compromiso en la gente, más agilidad organizaci­onal y te permite dar un paso más rápido que el resto”, cierra Hatum. ß

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