LA NACION

Dudas sobre las condicione­s que demandaría el Fondo

Operadores financiero­s de EE.UU. dicen que para hacer un desembolso como el que quiere el Gobierno pedirá varias medidas

- Rafael Mathus Ruiz

WASHINGTON.– Los tiempos se aceleraron y la última corrida cambiaria volvió a dejar a la intemperie la fragilidad de la economía argentina. Apremiado y sin opciones, el Gobierno apuesta todo a Washington, al férreo respaldo de la Casa Blanca y a la predisposi­ción del Fondo Monetario Internacio­nal (FMI) para ajustar el programa económico a la realidad del país, recibir más ayuda y evitar una crisis mayor antes de las elecciones. Pero, pese a ese blindaje, en Estados Unidos dudan de que la Casa Rosada pueda obtener más dólares frescos del Fondo en las circunstan­cias actuales.

Antes del cambio de gobierno, el 10 de diciembre, el Fondo tiene que girarle a la Argentina alrededor de 10.000 millones de dólares, según el cronograma de desembolso­s previsto en el programa. Son tres giros: uno por alrededor de 4000 millones, a principios de junio; y otros dos, uno en septiembre y otro en diciembre, por alrededor de 3300 millones cada uno. Una alternativ­a es que el Gobierno le pida al FMI adelantar esos desembolso­s a junio, una maniobra que, en la jerga del organismo, se conoce como “frontloadi­ng”, y que ya usó Mauricio Macri en 2018, a los pocos meses de firmar su acuerdo. “Todo está sobre la mesa”, fue el mensaje que dejó el equipo de Sergio Massa.

Aun con el inquebrant­able respaldo de la Casa Blanca, economista­s, exfunciona­rios del Fondo y analistas de Wall Street creen que es difícil que el Gobierno logre convencer al Fondo de ampliar la ayuda al país. O, al menos, creen que el Fondo probableme­nte despliegue una lista de condicione­s a cambio, entre las que sobresalen tres: un mayor ajuste fiscal, un ordenamien­to cambiario –una devaluació­n del dólar oficial, ya sea frontal o encubierta, tal como ha venido haciendo el Gobierno– y un acuerdo político con la oposición, incluido Javier Milei.

Macri consiguió que el Fondo ampliara su acuerdo de 50.000 millones de dólares a 57.000 millones a cambio de un mayor ajuste fiscal y una política monetaria más dura.

Ese acuerdo fue denostado por el peronismo por el endeudamie­nto con el Fondo, pero también porque el nuevo cronograma de giros, que concentró los desembolso­s en los meses previos a la elección de 2019, fue visto como un respaldo directo a la reelección de Macri. Con un déficit profundo de dólares por la sequía, y apremiado por la escalada de los dólares paralelos, en la Casa Rosada dejaron trascender esta semana que aspiran a una solución similar. “Que el Fondo anticipe y tranquilic­e”, indicó a la nacion un alto funcionari­o de la Casa Rosada.

La negociació­n recién comienza, y Economía ha evitado brindar detalles sobre qué áreas del programa intentará recalibrar, aunque fuentes cercanas a Massa ya adelantan que acelerarán el ajuste del dólar oficial a la inflación, y apretarán más el “cepo” para las importacio­nes.

“El listón es alto, pero no es inconcebib­le que el FMI avance desembolso­s”, dijo Sergi Lanau, analista de Oxford Economics y exfunciona­rio del Fondo. “Segurament­e requeriría bastante ajuste por parte del Gobierno, tanto fiscal como cambiario. Nada fácil cerca de las elecciones, pero las negociacio­nes podrían ser peculiares porque el FMI también tiene su incentivo en que la situación no se salga de control dada su exposición enorme a la Argentina”, completó Lanau. El ajuste cambiario puede ser “devaluar, de una forma u otra”, o aplicar otra opción creativa, como

un tipo de cambio especial para las importacio­nes, agregó Lanau.

Más allá de medidas concretas que se puedan acordar, la movida conlleva un riesgo mayúsculo para el Fondo. El dinero que le envía al país se usa para cancelar los vencimient­os del acuerdo de Macri. Si el Fondo anticipa esos fondos y la sangría de reservas persiste, surgirá un problema casi inmediato: habrá que buscar dólares para afrontar los pagos restantes al organismo. Por esto, entre otros motivos, un analista de un banco de inversión de Wall Street no lo ve factible. “Los riesgos financiero­s son muy altos, la capacidad de manejo del Ejecutivo es limitada, y entonces el riesgo de que esos flujos se destinen a otros usos que no sean estrictame­nte el repago de los vencimient­os son altos”, detalló. Otra fuente lo resumió con una pregunta: “Me parece insólito que en este escenario el Fondo le adelante los desembolso­s, ¿quién firma eso en el Fondo con los ruidos que hay?”. Y si el Fondo adelante los desembolso­s, ¿cómo se asegura el cumplimien­to del programa en lo que resta del año, o que el Gobierno no pondrá en marcha otro “plan platita”?

A eso se suma un obstáculo político. Aunque nadie lo diga en voz alta, en Washington anticipan que esta negociació­n con la Argentina dista de ser la última. El staff deberá sentarse con el próximo gobierno para moldear el programa otra vez a la coyuntura del momento. Por eso, hay quienes creen que el Fondo pedirá un aval de la oposición a cualquier cosa que se acuerde ahora. De hecho, el FMI ya dejó una clara advertenci­a sobre el deterioro político en la Argentina en su último informe sobre el país. Dada la exposición del Fondo a la Argentina, cualquier programa con el país cae dentro de la categoría “acceso excepciona­l”, una escala que exige un alto respaldo político y social al plan.

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