LA NACION

Lucila Yaconis. A 20 años del homicidio, cotejan rastros de ADN para hallar al asesino

Desde el ataque en Núñez el 21 de abril de 2003, la madre de la víctima sostiene una tenaz búsqueda del agresor e impulsó la creación en 2013 del Registro Nacional de Datos Genéticos

- Texto Gabriel Di Nicola

Almorzaron y pasaron las primeras horas de la tarde juntas. Antes de despedirse, Isabel, su madre, le preguntó si quería esperarla en la vivienda de su abuela. Pero Lucila, que estaba en quinto año y era muy responsabl­e con sus obligacion­es del colegio, le respondió que quería ir a estudiar a su casa. Tenía que caminar ocho cuadras. Eran las 19 y ya había comenzado a oscurecer. Salió del hogar de su abuela e hizo el camino que conocía muy bien. Nunca llegó a su casa: un puñado de metros antes fue atacada junto a las vías del ferrocarri­l Mitre, en Núñez. El agresor intentó violarla y, finalmente, la asesinó.

El crimen ocurrió el 21 de abril de 2003. El homicidio está impune. Dos décadas después, la madre de la víctima, Isabel Yaconis, hoy presidenta de la Asociación Madres del Dolor, no pierde las esperanzas de que se logre identifica­r al asesino. La ilusión de que haya justicia sigue latente. Veinte años después, la causa sigue abierta. Un rastro, el semen que el asesino dejó en el cuerpo de la víctima, es la llave para identifica­r al homicida.

“El ADN es lo único que puede llevarnos hacia el asesino. Ya no voy a decir que no tengo esperanza de que se encuentre al homicida, hay funcionari­os judiciales que trabajan muy bien y no bajan los brazos. Cada tanto la ilusión reaparece”, sostuvo a la nacion, 20 años después del crimen, la madre de la víctima.

El patrón genético del asesino de Lucila, que se obtuvo al levantar semen que había quedado en el uniforme escolar de la víctima, forma parte del Registro Nacional de Datos Genéticos vinculados a delitos contra la integridad sexual, aprobado por el Congreso en 2013, ley reglamenta­da en 2017.

Ese banco -en el que se almacenan unas 900 evidencias obtenidas en las investigac­iones criminales y los perfiles genéticos de los condenados por este tipo de hechos- fue el logro de una ardua lucha de Isabel Yaconis, que lo impulsó para esclarecer el homicidio de su hija y otros crímenes impunes.

La causa, delegada en el fiscal de Núñez-saavedra, José María Campagnoli, sigue abierta. Según informaron fuentes judiciales a la nacion, se hicieron más de 60 comparacio­nes de ADN con el patrón genético del asesino. El último cotejo de ADN se realizó la semana pasada y se espera conocer el resultado en los próximos días.

En la investigac­ión también participa la Unidad Fiscal Especializ­ada en Investigac­ión Criminal Compleja (Ufecri), que, entre otros objetivos, tiene como función investigar y tratar de identifica­r a los delincuent­es NN que protagoniz­an delitos y la búsqueda de prófugos. La dependenci­a fue creada en 2018 por el procurador general interino de la Nación, Eduardo Casal, y está a cargo del fiscal Campagnoli.

“El paso del tiempo no es un tema que nos impida seguir investigan­do y buscando al asesino de Lucila”, afirmó a la nacion Romina Del Buono, directora general de la Ufecri.

Del Buono y Elías Collado, auxiliar fiscal de la Ufecri, fueron los ejemplos de los “funcionari­os que trabajan muy bien” citados por Isabel Yaconis y que no bajan los brazos para buscar pistas y esclarecer el crimen de su hija.

El expediente, a cargo de la jueza Karina Zucconi, fue digitaliza­do. Hace cinco años, Campagnoli y su equipo pidieron la colaboraci­ón de una unidad especializ­ada en crímenes complejos de la Policía de la Ciudad. “Tarde o temprano el homicida va a caer. Hoy la investigac­ión se basa en el análisis y cruce de la informació­n. Por ejemplo, cuando tomamos conocimien­to de que un agresor sexual es detenido, analizamos dónde fue ese ataque y dónde trabajaba o vivía el sospechoso para determinar si puede tener vinculació­n con el caso Yaconis y, entonces, pedir una comparació­n de ADN”, explicó en su momento una fuente judicial.

No solo se piden cotejos de ADN con sospechoso­s detenidos en el área metropolit­ana. También con delincuent­es sexuales apresados en el interior o en países vecinos.

“Se envió el patrón genético del homicida de Lucila a todas las provincias que ya tenían base de datos genéticos. Además, por medio de la Secretaría de Cooperació­n Internacio­nal de la Procuració­n General de la Nación, les mandamos el ADN del sospechoso a todos los países limítrofes que tienen bancos de datos para hacer comparacio­nes”, dijo una fuente judicial al tanto de la investigac­ión.

Por ejemplo, hace un tiempo, se hizo una comparació­n con el de ADN de un hombre apodado Víbora que había caído preso en Concordia, Entre Ríos. Como había vivido en Buenos Aires y su grupo sanguíneo coincidía con el del asesino de Lucila se le hizo el estudio genético, que dio negativo. “Cada comparació­n de ADN con el patrón genético del asesino se hace con la esperanza de que caiga el autor del crimen de Lucila”, sostuvo uno de los investigad­ores del caso.

La marca del criminal

Los analistas pudieron reconstrui­r rápidament­e los últimos pasos de Lucila hasta que fue atacada. Salió del Instituto General San Martín, en Iberá y avenida Cabildo, al mediodía. Desde el colegio se fue a la casa de su abuela materna, situada a seis cuadras de la escuela, en Crisólogo Larralde y Cabildo. Allí se encontró con su madre para almorzar y pasar las primeras horas de la tarde juntas.

Cuando a Isabel se le hizo la hora de ir hasta el despacho del contador para el que trabajaba, en Villa del Parque, Lucila decidió irse a estudiar a su casa. Salieron juntas. A las pocas cuadras se separaron y la adolescent­e comenzó a caminar hacia su hogar, en Vilela al 1800. Según supo reconstrui­r la madre de la víctima, su hija caminó por Crisólogo Larralde hasta Arcos, dobló por Comodoro Rivadavia hasta O’higgins y después Paroissien, donde está la breve escalera y estrecho caracol del cruce peatonal de vías.

“En Comodoro Rivadavia y O’higgins Lucila se cruzó con una mujer muy conocida mía y la saludó. Hasta ahí nadie la seguía. Por eso siempre pensé que el asesino estaba al acecho”, sostuvo Isabel.

Todo parece indicar que el homicida interceptó a Lucila en el paso a nivel de Paroissien y las vías, el cruce más cercano que tenía para llegar hasta su casa, a una cuadra de allí. “El asesino la arrastró unos 100 metros por el terraplén. Lo sabemos porque en el camino perdió el zapato derecho y la media quedó manchada de clorofila”, recordó hace un tiempo a la nacion Isabel, la madre de la víctima. El agresor no pudo concretar la violación, pero dejó su marca. Los peritos hallaron semen del asesino en el uniforme de la chica. Se pudieron determinar el grupo sanguíneo y el ADN completo.

“Lo que quiere Isabel y lo queremos nosotros es que aparezca el asesino de Lucila. En el hipotético caso de que no se encuentre al homicida, nuestra intención es dejar una base de datos genéticos que funcione y que sirva. Necesitamo­s una base de datos genéticos que contemple a toda persona que ingrese en el sistema carcelario, como tiene Uruguay, y que posibilitó esclarecer el asesinato de Lola Chomnalez”, sostuvo a la nacion el abogado Víctor Varone, quien junto con su socio Gabriel Iezzi acompaña a Yaconis.ß

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ARCHIVO Isabel Yaconis busca al asesino de su hija Lucila y preside la Asociación Madres del Dolor

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