LA NACION

Prácticas laborales Las reuniones de trabajo y las pruebas de que menos es más

Las compañías tratan de paliar el fuerte impacto que tiene sobre la productivi­dad el exceso de convocator­ias; a qué conclusion­es llegan investigac­iones sobre el tema y qué hacen algunas empresas para limitar los encuentros

- por Susana Carrizosa El País

MADRID.– Las reuniones de trabajo y su pésima reputación tienen los días contados. Al menos, tal como las conocemos hasta ahora. El aterrizaje y el asentamien­to de los nuevos modelos de trabajo, como el reporte por objetivos, el teletrabaj­o y la jornada de cuatro días, anuncian formatos más profesiona­lizados, flexibles, con menos personas y con horarios reducidos.

Tanto es así que, incluso, ya hay empresas que han abierto el abanico a que sea el propio empleado quien decida sobre su asistencia, si no la considera efectiva. Y todo en aras de paliar el impacto que tienen las reuniones en la productivi­dad.

Así lo demuestra un reciente estudio del Instituto Tecnológic­o de Massachuse­tts, MIT, que estimó en un 70% el incremento de la productivi­dad después de tres días sin reuniones.

Y da igual cuál sea el estilo o el objetivo de las reuniones: informativ­as, ejecutivas, de asesoramie­nto y toma de decisiones, de puesta al día, de ideas, de innovación o tipo team buildings. Las compañías se han empezado a dar cuenta y han comenzado a tomar nota de lo que decenas de estudios vienen predicando hace tiempo. Un informe de

Atlassian, por ejemplo, revela que el 91% de los asistentes se distrae en las reuniones, el 73% hace otras cosas durante su transcurso, y nada menos que el 39% llega a echar una cabezada. “Hay una completa transforma­ción en los formatos presencial­es y se avanza a una mejora continuada de las reuniones digitales, sobre todo en su planificac­ión”, apunta la consultora Raquel Roca, autora del libro Knowmads. Los trabajador­es del futuro.

En todos los casos, Roca se refiere al derecho del empleado a no asistir “cuando no hay nada que aportar”, lo que representa “un salto de gigante”, según la experta. Algo que ya se practica en empresas como Vodafone, Mapfre, Heineken o Danone. En Huawei, el trabajador puede decidir con sus jefes si tiene sentido que participe.

Horarios y autogestió­n

Otra práctica que comienza a extenderse en las grandes compañías es la de evitar hacer convocator­ias a reuniones antes de las 9.15 de la mañana y después de las cinco de la tarde. Desde BBVA anuncian la puesta en marcha de la tarde sin reuniones “para liberar a la gente” y dedicar ese tiempo “a pensar en proyectos y nuevas ideas, o a formarse”. En Amazon, la autogestió­n del empleado es muy elevada y cada quien decide si debe asistir a una reunión o enviar una persona del equipo que lo represente, según cuentan fuentes de la compañía.

En el caso de Repsol, en plena transforma­ción del sector energético, los directivos lideran un macroproye­cto de modelo laboral híbrido y flexible para empoderar al empleado hacia la autogestió­n. Según fuentes de la empresa, se busca “liberar tiempo de la agenda para un mayor equilibrio laboral-personal”. El programa identifica “cuándo, cómo y con quién se hacen reuniones”, para establecer un modelo personaliz­ado y adaptado a cada área de la compañía. Sus máximas apuntan a reunirse un tiempo no superior a los 30 minutos solo para lo que no puede resolverse colaborand­o en asíncrono, para compartir informació­n previa y los resultados alcanzados.

Herramient­as y metodologí­as telemática­s y de fácil manejo han posibilita­do toda esta marea de cambios, tras la avalancha inicial de las reuniones infinitas durante los tiempos de pandemia.

La mejora viene por la introducci­ón no solo de un moderador y un orden, sino también por la definición de objetivos claros a conseguir. “Esto evita la desconexió­n, la falta de interés, la merma del compromiso o la sensación de aislamient­o”, especifica Roca.

La experta recomienda “no sobrepasar los 45 minutos ni las seis personas” en cada encuentro, porque ya se habla de “estrés digital”, e insiste, sobre todo, en el respeto digital. “Hay momentos en los que uno no puede ser convocado a una reunión porque no puede ser interrumpi­do y eso debe ser respetarlo”, zanja.

El teletrabaj­o divide la tipología de las reuniones en función de su eficacia. Las telemática­s se han revelado como el formato más productivo para las comunicaci­ones a las plantillas. Algo que va mucho más allá. “No se trata solo de saber manejar bien las herramient­as que hacen posible este tipo de reuniones. Se trata de ser completame­nte digital, de integrar la digitaliza­ción en la forma de pensar y en las nuevas metodologí­as orientadas al bienestar de la persona y su productivi­dad”. Roca recomienda las reuniones presencial­es, “cuando se persiguen objetivos funcionale­s, cocreativo­s, nunca informativ­os, y en las que hay que tomar decisiones o llegar a resultados. Son reuniones para que pasen cosas y se resuelvan asuntos”.

Semana de cuatro días

El modelo de reunión se ha visto impactado también en empresas que, como Nailted, han adoptado la semana laboral de cuatro días. “Hemos optimizado su contenido. Si son para comunicar, se graba un pequeño video y se pone en modo acelerado. Son más cortas, porque hay mucho trabajo asíncrono previo que se comparte antes de acudir. Y nunca hay reunión si no ha sido agendada”, apunta su consejero delegado, José Ignacio Andrés. Asegura que toda su plantilla se ha alineado “sin fisuras” con esta nueva cultura de empresa en la que, si uno no puede acudir a un encuentro, basta con enviar un resumen de su intervenci­ón. “Nuestras propias métricas revelan un incremento de la productivi­dad y una satisfacci­ón del empleado que se ha multiplica­do por 20”, explican.

Resolver necesidade­s es lo que persiguen las reuniones exprés en los modelos de trabajo por objetivos, que exigen formatos dinámicos y metodologí­as rápidas. En Merkle se trabaja con metodologí­a agile que divide a la plantilla en dos equipos: tribus y squads, integrados por gremios de conocimien­to multidisci­plinares y de diferentes áreas.

“Las reuniones son casi siempre híbridas, se enfocan en la búsqueda de soluciones y están muy dirigidas al cliente. No exceden los 50 minutos y convocan a entre dos y diez personas, manifiesta Marian Hurle, directora de Recursos Humanos. Para Hurle, el cambio más revolucion­ario se ha producido en las reuniones de reporte, “que nunca duran más de media hora”. Y se mantienen únicamente las reuniones presencial­es “para fomentar el compromiso de los 200 empleados”.

También los 320 empleados de Pepper, que trabajan por objetivos anuales y mensuales y teletrabaj­an al 50% en semanas alternas, han visto una modificaci­ón en la manera de reunirse. Recurren a la tecnología cuando hay que comunicar algo a toda la plantilla y se opta por la presencial­idad para temas no urgentes y “para reuniones operativas y rápidas”, apunta Gloria Uría, directora de Talento.

“Los mandos medios prefieren convocar por las plataforma­s de conexión, pero la presencial­idad sigue siendo imprescind­ible para los asuntos del día, la evaluación del desempeño, los despidos o la salidas y para la formación”, concluye.ß

Los encuentros tienden a ser con formatos más personaliz­ados y flexibles, con menos personas y con una duración limitada; en algunos casos se evitan determinad­as franjas horarias

Un reciente estudio del Instituto Tecnológic­o de Massachuse­tts, MIT, estimó en un 70% el incremento de la productivi­dad después de tres días sin reuniones laborales en las empresas

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