«En los 2000, la Argentina producía 800 mil barriles de petróleo diarios; hoy, 600 mil»
El especialista, que fue secretario de planeamiento Energético en la gestión de Cambiemos, explica que, para aprovechar la ventana de 20 ó 30 años que plantea la transición energética a nivel mundial, el país debería mejorar las condiciones de inversión en esta área
Laproduccióndepetróleodeclinó por falta de inversión”, explica. “Hoy, el principal cuello de botella para el desarrollo de Vaca Muerta es la infraestructura”, afirma. “Las condiciones fiscales de la Argentina para la industria petrolera son relativamente buenas”, detalla. El experto en energía Daniel Dreizzen estuvo en La Repregunta. Dreizzen es el director de Energía de la consultora Ecolatina. Es director del Programa de Energía Argentina en la Universidad Torcuato Di Tella (UTDT). Fue secretario de Planeamiento Energético durante la presidencia de Cambiemos. Es ingeniero industrial por la Universidad de Buenos Aires y máster en Finanzas por la UTDT.
¿Por qué Neuquén es una provincia pobre si tiene a Vaca Muerta? ¿Cuán realista es depositar la esperanza en Vaca Muerta en pos de la utopía del desarrollo y la macroeconomía estable? Dreizzen analizó estas cuestiones. Aquí, algunos pasajes destacados de la entrevista.
–¿Cuáles son los números para entender la escala de Vaca Muerta hoy?
–La producción de Vaca Muerta viene creciendo a pesar de los problemas macroeconómicos del país. Cada vez hay más producción no convencional: en petróleo representa el 40 por ciento y en gas está en alrededor del 60 por ciento. Yendo a las exportaciones, todo el volumen incremental de petróleo que se genere se va a exportar, porque el consumo de combustibles crece lentamente en la Argentina, y eso ya está cubierto. ¿Qué hace falta? Productividad, ya está. Precio: hay un precio local o uno internacional relativamente bueno. Pero hay dos problemas. Uno es general, las condiciones macroeconómicas para que entre plata fresca de afuera, que todavía no llega. Pero lo que falta sobre todo son obras para poder evacuar el petróleo y el gas. El principal cuello de botella para el desarrollo de Vaca Muerta es la infraestructura.
–¿Cuánto ha crecido esa explotación y cuánto crecieron las exportaciones de petróleo y de gas?
–Desde 2019, la producción de Vaca Muerta, de petróleo y de gas, crece 40 ó 50 por ciento por año, es decir, se ha duplicado. El gas no convencional reemplazó al gas convencional. Y si vamos a la balanza comercial, en 2022 la Argentina todavía es un importador neto de energía. Exporta petróleo pero importa mucho gas, sobre todo en los inviernos. La balanza comercial fue negativa en torno a lo 5 mil millones de dólares. Son dólares que se van del Banco Central.
–¿Pasa algo parecido con la producción de petróleo?
–Una cosa es petróleo crudo y otra, petróleo y combustibles. La Argentina es gran exportador de petróleo crudo. Exporta unos 2 mil o 3 mil millones de dólares por año, pero importa mucho gasoil porque consume mucho: todo se mueve en camión.
–Dado que va a tener un volumen de petróleo creciente, ¿la Argentina debería desarrollar más refinarías?
–Es muy difícil porque son inversiones muy grandes, no muy rentables porque el precio está manejado localmente. Como YPF tiene la mayoría del mercado, puede controlar el precio. En el mundo no se están haciendo nuevas refinerías porque necesitan una vida de 20 ó 30 años para repagarse y el mundo está yendo hacia una transición energética. Pero yendo a la balanza comercial argentina, el año pasado fue de 5 mil millones negativa. Este año va a ser negativa pero un poco mejor, en torno a los 2,5 mil millones. El año pasado, la guerra de Rusia hizo que el precio del gas se fuera a las nubes.
–Que la Argentina sea importador neto de gas pero por un monto menor, ¿es porque van a bajar los precios internacionales o porque sube la producción argentina de gas y entonces puede autoabastecerse más que antes?
–Por los dos motivos. Por un lado, la Argentina va a seguir siendo importador neto pero con precios internacionales un poco más bajos. Y por otro lado, este año van a aumentar las exportaciones de petróleo y deberían disminuir un poco las importaciones de gas con el gasoducto Néstor Kirchner, que se terminaría este invierno.
–Las elecciones en Neuquén pusieron la lupa sobre esa provincia que es un petroestado pero con niveles de pobreza muy altos. ¿Por qué Vaca Muerta no mejora la vida de la gente?
–Vaca Muerta genera mucho empleo en Neuquén: se mudan 30 familias por día. Pero una minoría de la gente de la provincia se dedica a la industria petrolera. El panorama está muy dividido entre el que es petrolero, con sueldo más alto, y el resto al que no le aumentan el sueldo y sufre la inflación. En relación a los recursos que le deja Vaca Muerta, las regalías representan un tercio de los ingresos provinciales. Otro tercio corresponde a ingresos brutos e impuestos provinciales y otro tercio, a coparticipación. Más del 80 por ciento del presupuesto de Neuquén se va en salarios públicos o coparticipación hacia los municipios. Otro 10 por ciento se aplica a deuda y otros rubros. Y lo que queda es para obras de infraestructura.
–¿Cuál es el porcentaje de regalías que cobra Neuquén sobre el petróleo?
–Entre el 12 y el 15 por ciento.
–¿El 12 por ciento está dentro de los estándares tradicionales de otros países con gas o petróleo?
–Sí. Los capitales internacionales tienen en cuenta las condiciones fiscales y la prospectiva petrolera. Las condiciones fiscales de la Argentina para la industria petrolera son relativamente buenas. La Argentina tiene 35 por ciento de ganancias, 21 por ciento de IVA y regalías del 12 ó 15 por ciento y, además, ingresos Brutos del 3, 5 por ciento: ése es el resumen del régimen fiscal petrolero. Países como Perú o Colombia cobran regalías del 25 ó 30 por ciento. En la Argentina, el problema son las condiciones macroeconómicas. El que invierte acá, sabe que después no puede sacar su utilidad del país. Y hay otro problema: el precio del gas está bastante regulado y es más bajo que el internacional. En el caso del petróleo, el 80 por ciento de la producción se vende localmente. De los 600 mil barriles por día que produce la Argentina, exporta un
poco más de 100 mil barriles. Esos 500 mil barriles que se venden localmente tienen un precio local, más bajo que el internacional. Como YPF tiene la mayoría del mercado de nafta y gas, puede regular el precio. En gas y en electricidad, cuyo 60 por ciento se genera con gas, hay subsidios.
–Si las regalías fueran altas, sería otro obstáculo para que llegaran capitales.
–Exactamente. Hay otros problemas, pero el régimen fiscal petrolero no pareciera ser uno de ellos. A pesar de todos los descalabros macroeconómicos, no hay tantos sectores que hayan crecido. Aunque podría crecer mucho más rápido por el potencial que tiene.
–¿Pero no se trata de seguir bajando los porcentaje de regalías, sino de mejorar la infraestructura y las condiciones macroeconómicas?
–Exacto. Los capitales petroleros están acostumbrados a invertir en países de toda índole. Invierten en África, en países mucho más pobres o con condiciones peores, con regalías que pueden llegar hasta el 50 por ciento. ¿Por qué invierten ahí? Porque las reglas están claras. En la Argentina, en cambio, las reglas no están claras. Por eso se está creciendo con la reinversión interna, no con capitales frescos de afuera, que se necesitan para que se acelere la producción.
–Un pensamiento de centroizquierda podría plantear cobrarle más regalías al capital privado, como lo hacen los países de la región. ¿Sería muy contraproducente porque se sumaría otra barrera de entrada para esos capitales?
–Sí, sería muy negativo en este momento cambiar una regla como esa. Y una aclaración importante: Perú y Colombia cobran más regalías pero tienen menos impuesto a las ganancias, menos ingresos brutos.
–Si la Argentina tuviera una macroeconomía razonable y previsible y además hubiera infraestructura, ¿tendría sentido plantear que llegó la hora de subir el porcentaje de regalías?
–Sí, pero se debería plantear antes de que empiece o suba la producción porque si no, es un cambio de reglas de juego.
–¿Cuál es la infraestructura que debería desarrollarse? ¿Se refiere a rutas, al gasoducto Néstor Kirchner o a gasoductos con Chile?
–Lo más importante ahora son caños para que pueda salir la producción, oleoductos o gasoductos. Tan básico como eso. Hoy están llenos. El principal oleoducto va desde Neuquén hacia el Atlántico. Tiene que recorrer unos 400 kilómetros hasta Puerto Rosales, y desde ahí se exporta. Se están ejecutando obras para aumentar su capacidad en 315 mil barriles por día en los próximos años. La Argentina produce 600 mil barriles diarios en todo el país. Falta la cañería para evacuar la producción para que no quede debajo de la tierra. Hay un proyecto financiado por los privados, es uno de los pocos sectores de la economía que consigue financiamiento privado. Se supone que en 2024 va a estar lista una parte para sumar unos 100 mil barriles por día y en 2025 se podrá crecer en otros 190 mil barriles diarios. El petróleo también se puede enviar a Chile. Hay un oleducto de 110 mil barriles por día hacia Chile, que se usó antes. Porque a principios de los años 2000, la Argentina producía mas de 800 mil barriles de petróleo por día. Esa producción declinó por falta de inversión. Y por el control de todos los precios. Cuando en el mundo el precio del barril de petróleo era de 140 dólares, acá era de 40 dólares. Era 2001 y se quería dar energía barata a la sociedad y a la economía.
–¿Cuándo empieza a corregirse eso?
–En petróleo, después de 2001, el precio local se despega del internacional, con lo cual nadie invertiría acá. En el segundo gobierno de Cristina Kirchner empiezan con algunas correcciones: empieza a caer tanto la producción que se dan cuenta de que necesitan inversión. Es cierto que el precio internacional fluctúa mucho, entonces cuando bajaba, se alineaba. Pero cuando subía, quedaba desalineado. En la Argentina está el “barril criollo”. Escuché a un secretario de Energía de este gobierno decir que la Argentina es medio rara, que cuando el precio internacional sube, no sube tanto acá porque se quiere proteger a los consumidores. Y si el precio baja, no va a bajar tanto porque se quiere proteger a los trabajadores. Lo plantean como un seguro natural. Eso para los inversores internacionales no es muy bueno porque quieren el riesgo petróleo. Muchos países han hecho buffers o fondos para compensar el movimiento de los precios internacionales, que son muy volátiles. En la pandemia estuvo negativo; con la guerra estuvo en torno a los 120 dólares, ahora está a 80 dólares.
–¿Y cuál es el precio hoy del barril de petróleo en la Argentina?
–En la Argentina está en 70 dólares el barril mientras que en el mundo está a 80.
–En relación al gas, ¿cuál es la infraestructura que falta?
–La Argentina importa aproximadamente el 20 por ciento del gas que consume, concentrado en el invierno. Se busca reemplazar el gas licuado de Bolivia con gas de Vaca Muerta, por eso se está construyendo el Gasoducto Néstor Kirchner. En sus dos tramos, va a permitir aumentar la producción en un 30 por ciento. El primer tramo que se está construyendo se terminaría este invierno. La Argentina produce 130 millones de metros cúbicos por día y esto agregaría 11 millones diarios, un poquito menos del 10 por ciento. Pero el año que viene, la producción sumaría 22 millones de metros cúbicos por día, casi un aumento del 20 por ciento de la producción, que reemplazaría importaciones. También se podría exportar a Chile.
–En la matriz energética global hoy, ¿cuánto representan los hidrocarburos?
–Hay un consenso de que tenemos que cambiar de sistema porque la temperatura está 1,2 grados por encima de la época preindustrial. El objetivo es que no sobrepase los 1,5 o 1,8 grados. Los hidrocarburos y el carbón, las fuentes que tienen que ver con emisiones, representan el 85 por ciento de la matriz energética mundial. Todo el mundo dice que hay cambiar y nadie sabe cómo ni a qué velocidad. Si vas muy rápido, aumentan los costos de la energía, entonces hay protestas en todo el mundo. La Argentina emite el 0,8 de las emisiones mundiales: podría plantear “no me molestes justo ahora que tengo 40 por ciento de pobreza con que no explote petróleo”.
–¿Hay tiempo para que la Argentina desarrolle Vaca Muerta?
–Sí, tenemos una ventana de 20 ó 30 años.
–Tampoco es tanto.
–Deberíamos apurarnos. Algo va a quedar abajo la tierra porque la reserva es muy grande. En estos años, hay que sacar lo máximo posible y que eso ayude a la Argentina a la transición energética porque la Argentina también tiene un montón de energía renovable.ß