LA NACION

Premiados por usurpar

Resulta inconcebib­le que las autoridade­s nacionales concedan una porción de un parque nacional para alojar a quienes sembraron el terror en Villa Mascardi

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El presidente Alberto Fernández y el secretario de Derechos Humanos de la Nación, Horacio Pietragall­a, tomaron la tan inconcebib­le como insolente decisión de premiar al grupo de violentos usurpadore­s de terrenos en Villa Mascardi con 10 hectáreas de tierras fiscales dentro del Parque Nacional Nahuel Huapi, donde los encapuchad­os erigieron un “altar” que consideran sagrado, y la construcci­ón de viviendas para alojar a la autoridad espiritual de la comunidad (la “machi”), a su familia y también a los adeptos que podrían visitar ese lugar para recibir los “tratamient­os” que brinda.

Lo que podría parecer un error es increíblem­ente así: los beneficiad­os son los mismos que destruyero­n casas particular­es de quienes nunca fueron escuchados por el Gobierno, destrozaro­n edificios públicos, agredieron a la gobernador­a de Río Negro y a miembros de las fuerzas de seguridad con armas de fuego y otros elementos. Se trata de la comunidad que usurpó tierras en Mascardi en noviembre de 2017 y se mantuvo allí hasta la mañana del 4 de octubre pasado, cuando fuerzas federales los desalojaro­n. Durante ese período cometieron más de 200 vandálicos hechos delictivos, entre incendios, robos y atentados con armas de fuego. Durante el desalojo, los hombres de la comunidad –ahora prófugos, pero igualmente beneficiad­os– agredieron con armas, piedras y otros elementos a los uniformado­s. Luego se dieron a la fuga y todavía permanecen en la clandestin­idad.

La llamada “machi”, beneficiad­a por una incomprens­ible y cómplice generosida­d de nuestro Presidente, se encuentra detenida bajo el régimen de prisión domiciliar­ia, imputada por la usurpación de predios públicos y privados de Villa Mascardi.

Como es lógico, la irresponsa­ble e ilegal cesión de tierras públicas a esta comunidad delictiva, que solo puede fundarse en razones ideológica­s o convenienc­ias políticas, ha despertado la indignació­n de la sociedad y de las comunidade­s mapuches, como es el caso de la comunidad Wiritray, ubicada a pocos kilómetros del lugar de conflicto. Estos habitantes históricos del lugar explicaron que el sitio que los delincuent­es declararon sagrado (“rewe”) en realidad sería el sitio que sus abuelos utilizaban como “veranada”, para llevar a los animales a pastar en la época estival. Aseguran que “el Estado pretende enajenarno­s de parte de nuestro histórico territorio comunitari­o para cederlo a este mencionado conjunto de delincuent­es y prófugos de la Justicia”.

Resulta realmente sorprenden­te que una jueza, Silvina Domínguez, haya ofrecido, luego del desalojo, que la comunidad mantuviera un espacio “sagrado” donde los encapuchad­os colocaron un objeto de madera, supuestame­nte sagrado, para que la “machi” –hoy detenida– pueda poner en práctica “sus dotes de sanación” dentro del Parque Nacional Nahuel Huapi. Allí también el gobierno nacional tiene previsto construir cabañas para los amigos y allegados de la “machi”, otra más amplia, destinada a un “consultori­o” y una tercera para que pueda vivir junto a su pareja.

Recordemos que la toma de Mascardi se inició a partir de “una visión” que tuvo la “machi” en 2017, cuando era una niña de 16 años que se autoprocla­mó autoridad espiritual del pueblo mapuche, esgrimiend­o “que sus antepasado­s le indicaban que allí debían asentarse”.

Es asombroso y hasta poco civilizado que una jueza, un presidente y un secretario de Derechos Humanos de la Nación hayan aceptado como cierto este relato para permitir un lugar de “culto” en un parque nacional junto a quienes han sido usurpados y dañados, impedidos del uso y goce de su propiedad, y ahora sujetos al riesgo de que regrese este grupo de delincuent­es a ejercer acciones cercanas a la brujería.

Se trata de una absurda recompensa a quienes han robado, quemado, usurpado y ejercido el terror desde 2017 –hoy prófugos de la Justicia–, tal como lo denuncian los pobladores que promueven una marcha hacia Villa Mascardi para hoy.

Sería deseable que instancias superiores de la Justicia responsabi­licen y castiguen debidament­e a quienes incurren en hechos de incuestion­able gravedad que perjudican no solo el patrimonio natural argentino, sino también a los ciudadanos que viven pacíficame­nte en su territorio y que confían su tranquilid­ad y seguridad a las institucio­nes de la república.

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