LA NACION

Un clima sensible en un partido que reflejó temas sociales y políticos

En La Plata, los jugadores ingleses fueron repudiados por uruguayos y argentinos

- Federico Luque

LA PLATA.– Faltan pocos minutos para que finalice el partido. Inglaterra le gana a Uruguay 2 a 1. La atmósfera, a pesar del clima frío y lluvioso, está que arde. Poco más de 27.000 espectador­es aguardan el final. Las tribunas, repletas de uruguayos, reflejan a la perfección lo que se vivió durante todo el encuentro. “El que no salta, es un inglés”, corean a viva voz los charrúas, más locales que nunca. Esta vez, la hermandad con la Argentina se hace notar. Inglaterra entiende su papel de visitante a regañadien­tes porque nada tiene que ver con una competenci­a deportiva. Hay mucho más detrás.

Hasta que, en el mejor momento de Uruguay, Darko Gyabi pone el 3 a 1 en el tiempo adicionado. Los 20 o 30 ingleses que ocupaban la platea Sur desaparece­n en silencio y esbozando una sonrisa. Y los propios protagonis­tas se sacan la bronca. Les gritan el gol a la hinchada, que les devuelve el gesto arrojando botellas y objetos contundent­es. No hay camaraderí­a ni anfitrione­s hospitalar­ios. Pocos advierten el descuento de Uruguay. La situación ya iba por otro lado.

La presencia de Inglaterra se mira con cierto recelo en la mayoría de las canchas de la Argentina. Es más, ni siquiera hace falta la presencia de un equipo británico para que aflore el mal recuerdo. La guerra por las Islas Malvinas, en 1982, dejó un marca imborrable.

Todo lo que tenga que ver con Inglaterra, en la Argentina, pareciera “mala palabra”. Al menos desde el costado del fútbol. Por eso la insistenci­a del público en hacerles sentir el “rigor” de ser visitantes a los jugadores de aquel país. Y los uruguayos actúan de la misma manera. Por arraigo, costumbre, cercanía o por la única razón de ir en favor de la marea.

“Estos no pueden festejar acá”, comenta, enojado, un charrúa –la bandera en la espalda así lo demuestra– mientras se retira del estadio lamentándo­se por el resultado. Una vez más, lo social se trasladó al fútbol y dejó evidentes signos de lamento entre los hinchas que estuvieron en La Plata.

Al final del encuentro. Los jugadores ingleses se retiraron corriendo del campo de juego luego de saludar a sus contrincan­tes. La gente no quiso permitir que festejaran “de más”’ ante la vista de todos. Insultos, gritos y cánticos en español invadieron el estadio. Y, en silencio, aunque con algunos gestos hacia las tribunas, se fueron con un triunfo y las sensacione­s más diversas.ß

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