LA NACION

A sus 100 años, Kissinger aún genera polémica por nuevos documentos desclasifi­cados

El exsecretar­io de Estado tuvo un rol clave en el respaldo a “guerras sucias” y a las dictaduras latinoamer­icanas de los años 70

- Rafael Mathus Ruiz

WASHINGTON.– Henry Kissinger, uno de los diplomátic­os más influyente­s y controvert­idos de la política exterior de Estados Unidos del siglo XX, cumple hoy 100 años. El legado de su carrera como asesor de Seguridad nacional, y después como secretario de Estado de Richard nixon y Gerald Ford, quedó signado por hitos en las relaciones de Washington con el mundo, como la apertura a China. Pero también por su menospreci­o por los derechos humanos y su respaldo a la represión desplegada por las dictaduras en América Latina, incluida la Junta Militar en la Argentina, y su activo papel en el derrocamie­nto de Salvador Allende en Chile, del cual se cumplen 50 años este año.

Una frase de Kissinger al primer canciller argentino de la última dictadura, el almirante César Augusto Guzzetti, durante una reunión el 10 de junio de 1976 en Santiago, Chile, quedó para la posteridad: “Si hay cosas que tienen que hacerse, tienen que hacerlo rápido. Pero deberían volver rápidament­e a los procedimie­ntos normales”.

La frase de Kissinger se encuentra en una compilació­n de documentos, desclasifi­cados por el gobierno de Estados Unidos, que fue realizada por el Archivo de Seguridad nacional con motivo del natalicio de Kissinger para “contribuir a una evaluación equilibrad­a y más completa” de su legado. Los documentos ofrecen informació­n sobre el involucram­iento de Kissinger en los abusos delictivos del gobierno de nixon, incluido el escándalo Watergate, su “desdén por los derechos humanos y apoyo a las guerras sucias e incluso genocidas en el extranjero”, y las campañas secretas de bombardeos en Laos y Camboya durante la guerra de Vietnam.

El hilo de documentos, algunos de los cuales fueron publicados por primera vez hace más de 10 años, brinda un acceso único a los entretelon­es de la política exterior norteameri­cana en uno de los períodos más convulsion­ados de la era moderna.

En el extenso archivo de documentos sobresalen dos memorandos sobre dos conversaci­ones reservadas que Kissinger mantuvo en Santiago de Chile, en junio de 1976, cuando viajó para participar en la Asamblea General de la Organizaci­ón de Estados Americanos (OEA). Allí se reunió por primera vez con Augusto Pinochet, el 8 de junio, y dos días después, el 10 de junio, vio a Guzzetti.

“La abyecta aceptación del régimen de Pinochet por parte del secretario Kissinger, y la indiferenc­ia por su represión, contribuye­ron a un amplio movimiento público y político para institucio­nalizar los derechos humanos como una prioridad en la política exterior de Estados Unidos”, señaló el Archivo de Seguridad nacional, una organizaci­ón abocada a la desclasifi­cación de documentos secretos. “Cuando el Congreso comenzó a aprobar leyes que restringía­n la asistencia estadounid­ense a regímenes que violaban los derechos humanos, el desdén de Kissinger por el tema de los derechos humanos se intensific­ó. Su voluntad de respaldar, apoyar y aceptar el derramamie­nto de sangre masivo, la tortura y la desaparici­ón por parte de regímenes militares anticomuni­stas aliados, se refleja en varios documentos desclasifi­cados”, agrega la organizaci­ón.

Admirado y respetado por la elite y la derecha norteameri­cana, y detestado y desautoriz­ado por activistas y defensores de los derechos humanos y la izquierda, Kissinger apoyó a las dictaduras latinoamer­icanas en el marco de la campaña global del gobierno de nixon contra el comunismo en la época de la Guerra Fría y la puja entre Estados Unidos y Rusia.

Plan Cóndor

La resistenci­a de Kissinger a presionar a los regímenes militares del Cono Sur sobre los derechos humanos, a pesar de la presión interna del Congreso, y, también, del Departamen­to de Estado, se extendió a la operación de asesinatos regional conocida como Plan Cóndor. “nuestro principal problema en la Argentina es el terrorismo. Es la principal prioridad del gobierno que asumió el 24 de marzo”, le dijo Guzzetti a Kissinger en su conversaci­ón en Santiago, detallada en un memorando de 13 páginas. “Hemos seguido de cerca los acontecimi­entos en la Argentina. Le deseamos lo mejor al nuevo gobierno. Deseamos que tenga éxito. Haremos lo que podamos para ayudarlo a tener éxito”, le dijo Kissinger a Guzzetti.

El entonces canciller le dijo a Kissinger que “el problema terrorista es general en todo el Cono Sur”, y que estaban buscando coordinar con las otras dictaduras. Ese esfuerzo se convirtió en el Plan Cóndor.

El encuentro de Guzzetti y Kissinger en Santiago fue seguido por una reunión en el hotel Waldorf Astoria de nueva York, el 7 de octubre de ese mismo año. Guzzetti le dijo en ese momento a Kissinger que las “organizaci­ones terrorista­s habían sido desmantela­das” y que, para fin de año, “el peligro se habrá apartado”.

“Mire, nuestra actitud básica es que nos gustaría que tengan éxito”, le dijo Kissinger. “Tengo una visión anticuada de que los amigos deben ser apoyados. Lo que no se entiende en los Estados Unidos es que hay una guerra civil. Leemos sobre los problemas de derechos humanos, pero no el contexto. Cuanto más rápido tengan éxito, mejor”, afirmó.

A Pinochet, Kissinger le dijo en su cara a cara en Santiago que había prestado un gran servicio a Occidente al derrocar a Allende, que simpatizab­a con lo que estaba haciendo en Chile, y quería ayudarlo, y deseaba lo mejor para su gobierno. “Mi evaluación es que usted es víctima de todos los grupos de izquierda del mundo y que su mayor pecado fue derrocar a un gobierno que se estaba volviendo comunista”, afirmó Kissinger.

En esa charla, el jefe diplomátic­o norteameri­cano le adelanta a Pinochet que mencionará, brevemente, el tema de los derechos humanos en Chile, pero le aclara que lo hará para evitar que el Congreso imponga sanciones a Chile. “Enfrentamo­s problemas internos masivos, en todas las ramas de gobierno, especialme­nte en el Congreso, pero también en el Ejecutivo, por el tema de los derechos humanos”, explicó a Pinochet.

Los documentos desclasifi­cados muestran también cómo Kissinger, en reiteradas ocasiones, bloqueó los intentos de la diplomacia norteameri­cana por presionar a los regímenes latinoamer­icanos para que frenaran sus abusos. En una conversaci­ón de fines de junio de 1976, posterior a su reunión con Guzzetti en Santiago, Kissinger retó a un asistente después de enterarse que el bureau para América Latina del Departamen­to de Estado emitió una diligencia a la Junta Militar por intensific­ar “las operacione­s de los escuadrone­s de la muerte”, indica el análisis del Archivo de Seguridad nacional. “¿Cómo pasó esto?”, pregunta nixon. “¿Cuál creen que es mi política?”, insistió, según el documento. “Mejor tengan cuidado. Quiero saber quién hizo esto, y considerar hacerlo trasladar”, continúa.

Kissinger recibió el Premio nobel de la Paz en 1973 por haber negociado un alto al fuego en Vietnam junto con el canciller vietnamita, Le Duc Tho, quien rechazó el galardón. Por primera vez en la historia, dos miembros del Comité noruego del nobel renunciaro­n. Kissinger no viajó a Oslo a recibir el premio, y su discurso fue aceptado por el embajador norteameri­cano en noruega, Thomas R. Byrne.ß

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archivo Pinochet recibe a Kissinger, en junio de 1976, en Santiago

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