LA NACION

Embajada paralela. El clan Levy fue procesado por lavar cientos de millones de dólares del chavismo

Tras el caso de la valija de Antonini, el dinero entre la Argentina y Venezuela circuló a través de fideicomis­os, según la Justicia

- Texto Hugo Alconada Mon

El juez en lo penal económico Marcelo Aguinsky procesó por presunto lavado de cientos de millones de dólares a los máximos responsabl­es de un grupo empresario argentino que participó en el fideicomis­o bilateral que el entonces presidente Néstor Kirchner acordó con el régimen de Hugo Chávez, bajo la égida de la llamada “embajada paralela”.

Los procesamie­ntos recayeron sobre los hermanos Juan José, Carlos Alberto y Alejandro Levy, quienes embolsaron más de US$282 millones de ese fideicomis­o, tras venderle productos a Venezuela con sobrepreci­os de entre el 47 y el 441 por ciento, para luego girar esos fondos a un complejísi­mo entramado de decenas de sociedades y cuentas bancarias offshore.

Basado en esas cifras, Aguinksy decretó embargos multimillo­narios contra los acusados, que en el caso de Juan José Levy ascendió a $85.000 millones -cerca de US$345 millones al tipo de cambio oficial-, ante la eventualid­ad de que deba devolver los fondos bajo sospecha a las arcas públicas, además de afrontar costas y una indemnizac­ión civil.

El magistrado procesó además como partícipes necesarios a varios ejecutivos del “clan Levy” -Julio César Barlocco, Julián Francisco Rubio, Miguel Álvaro Romero, Horacio Ismael Beresñak, Maximilian­o González Kunz y Manuel Vicente González- y consideró que existen pruebas suficiente­s para avanzar sobre la responsabi­lidad penal de cuatro empresas del grupo: Laboratori­os Esme, Bleu Tel, Corporació­n Gulfos y Grupo Núcleo.

Apoyado en documentac­ión contable, bancaria y societaria, tanto local como del exterior, además de documentos internos del clan Levy, el juez estimó que existen pruebas sobre una presunta trama de corrupción bilateral que incluyó varias etapas. La primera, una supuesta defraudaci­ón al Estado venezolano; la segunda, el cobro de cientos de millones de dólares, y la tercera, la canalizaci­ón de esos fondos a través de paraísos fiscales para ocultarlos, ya fuera para evadir fondos o el pago de retornos a funcionari­os, entre otras opciones.

“La enorme cantidad de indicios acreditado­s en esta investigac­ión nos lleva a la unívoca conclusión de que esta maniobra de oscurecimi­ento y reciclado de dinero obedece a una estrategia de ‘delito estudiado’”, afirmó el magistrado en su resolución, y prohibió salir del país a todos los procesados, salvo Pablo Rubio y Marcela Carolina Paz, quienes viven en Uruguay y deberán presentars­e cada 30 días en el consulado.

Al ser indagados, los acusados negaron los cargos. Plantearon que sus operacione­s fueron lícitas, con cláusulas fijadas de común acuerdo con el gobierno venezolano, sobre la base de las condicione­s del fideicomis­o bilateral, y que el origen de los fondos que movieron offshore era lícito, por lo que no podían lavar lo que ya era dinero “blanco”, bancarizad­o y trazable.

Tras siete años de investigac­ión, sin embargo, tanto la fiscalía como el juzgado llegaron a otras conclusion­es. Determinar­on que el clan Levy vendió productos a Venezuela, por los que recibió adelantos del 50 al 60 por ciento de cada operación con sobrepreci­os de entre el 47 y el 441 por ciento al comparar los valores de esos mismos productos al venderlos a otros países o con productos similares que otras empresas vendieron a Venezuela.

En su descargo, el jefe del clan, Juan José Levy, planteó que los precios de los productos que entregó a Suministro­s Venezolano­s Industrial­es CA (Suvinca) y a Compañía Anónima Nacional Teléfonos de Venezuela (Cantv) registraba­n “diferencia­les” por el “riesgo Venezuela”. Es decir, tener que lidiar con el régimen bolivarian­o de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, que “paga tarde, mal y nunca”.

A lo largo de más de 500 páginas, Aguinsky arribó a otras conclusion­es. Estimó probado que las operacione­s –dados los adelantos y sobrepreci­os– carecieron de todo “riesgo comercial”, que además registraro­n una “rara simetría de escalabili­dad de precios inversa” -en otras palabras, que a mayor cantidad de productos se comprobó que el precio de esos productos era mucho más elevado, cuando debió ocurrir lo contrario- y que el uso intensivo de las cuentas y sociedades offshore, hasta conformar un entramado “selvático, solo buscó “hacer perder el rastro del origen” del dinero que embolsaron.

Más sospechas

Para los Levy, de todos modos, no resultó el primer contratiem­po vinculado a sus negocios. Durante los últimos años acumularon sospechas de al menos tres jueces de dos fueros distintos, dos Cámaras de Apelacione­s, dos veedores judiciales, dos fiscales, los bancos Galicia, BBVA Francés y Citibank -que cerraron sus cuentas y al menos los dos primeros enviaron reportes de operacione­s sospechosa­s (ROS) a la unidad antilavado local (UIF)-, en tanto que el FPB Bank de Panamá inició una investigac­ión sobre sus cuentas por presunto lavado.

Los contratiem­pos se agudizaron, además, cuando los hermanos protagoniz­aron una breve pero encarnizad­a pelea que los expuso, a tal punto que dejaron asentado por escrito sus alusiones a “pago de reintegros y comisiones indebidas”. Es decir, coimas a funcionari­os argentinos y venezolano­s, algo que ellos niegan, como también negaron todo vínculo con el entorno del exministro Julio De Vido, en particular a través de José María Olazagasti.

“En el fondo, lo que se aborda en esta investigac­ión es que tras el terremoto que provocó el ‘caso Antonini’, las coimas dejaron de ir y venir en valijas y pasaron a gestionars­e a través del fideicomis­o bilateral”, indicó un investigad­or local a la nacion. “El ducto fue el fideicomis­o, con la ayuda de ciertos bancos y entramados offshore”.

A lo largo de su resolución, Aguinsky detalló que el clan Levy lidia con otras causas penales por presunta evasión tributaria, aun cuando exterioriz­aron fortunas durante el blanqueo que impulsó el gobierno de Mauricio Macri. Y contrastó la cooperació­n y colaboraci­ón que cosechó su investigac­ión desde ciertas áreas oficiales -ya fueran locales o de terceros países como Panamá- con la insostenib­le quietud de otros organismos públicos.

“La cooperació­n internacio­nal financiera resultó eficaz a través de la intervenci­ón de los ministerio­s de Justicia y de Relaciones Exteriores en los tres períodos de gobierno que abarcó esta investigac­ión”, destacó el magistrado. “Sin embargo, las demás institucio­nes de gobierno parecen no haber advertido esta situación al no haber propiciado investigac­iones que hubiesen permitido echar luz, en tiempo oportuno, sobre los aspectos neblinosos en que se desarrolla­ron los hechos”, remarcó. “Me refiero a las facetas administra­tivas, financiera­s y políticas vinculadas a la compleja maniobra”, completó.

La sala B de la Cámara de Apelacione­s en lo Penal Económico deberá ahora analizar si confirma los procesamie­ntos del clan Levy o si los revoca, como ya dispuso en 2018, para meses después ratificar que los acusados también debían ser investigad­os por supuesto cohecho y soborno transnacio­nal como había requerido el fiscal Pablo Turano.●

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ARCHIVO Néstor y Cristina Kirchner, junto a Hugo Chávez Frías

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