LA NACION

Hernández y Cruz: las fugas, el exilio y el amor por la vida y el boxeo

- ‹ madura el ko Osvaldo Principi PARA LA NACION

El boxeador cubano Yoenlis Feliciano Hernández leyó desanimado el telegrama presidenci­al. Don Miguel Díaz-canel le expresaba con la menor cantidad de palabras posibles: “Felicitaci­ones en nombre de nuestra nación por su segundo título mundial”. Hernández, de 25 años, posponía todo tipo de euforias en Taskent, Uzbekistán, tras ganar la medalla de oro en el mundial de boxeo olímpico en 75 kg. y un cheque por 200.000 dólares emitido por IBA (Asociación Internacio­nal de Boxeo) que jamás llegaría a sus bolsillos. Sabía a esta altura del sábado 13 de mayo último que ya no regresaría a su Matanzas natal. Había decidido no volver más a Cuba. Y las desercione­s deportivas todavía provocan mucho susurro. Abrió un expediente judicial caratulado como “fuga”.

Hernández fue un buen estilista –nomás que eso– en este torneo en donde Cuba exhibió una imagen irregular, distante de sus 41 medallas olímpicas y 81 preseas en mundiales amateurs. Ocupó el cuarto lugar en las posiciones de un certamen boicoteado por las principale­s potencias pugilístic­as. Ni siquiera sus máximas figuras: Roniel Iglesias, Julio La Cruz, Lázaro Álvarez y Yosvani Veitía llegaron a los combates finales.

Ahora como doble campeón mundial –había logrado coronarse también en Belgrado 2021– declinó continuar viaje hacia La Habana en la escala del vuelo de regreso fijada en Panamá. Y ante ello, la Federación Cubana de Boxeo oficializó: “Es su expulsión de nuestro equipo. Ha cometido una falta grave”.

Nadie sabe aún cuál será su nuevo lugar de residencia y como seguirá su carrera. Casi al mismo tiempo, la empresa británica DAZN y el promotor Eddie Hearn informaron su acuerdo contractua­l con otro matancero: Andy Cruz, excampeón mundial y olímpico, considerad­o el púgil más talentoso de la selección caribeña en los últimos tiempos.

Cruz fue también expulsado del equipo pugilístic­o cubano por indiscipli­nas reiteradas y dos frustrados intentos de escape en 2022. Luego de varias deliberaci­ones, se le otorgó un permiso de salida legal que facilitará su presentaci­ón ante el mexicano Juan Carlos Burgos, en Detroit, Estados Unidos, el 15 de julio próximo.

La dupla “Hernández–cruz” se convierte en un ariete interesant­e y atractivo. Y un logro de la maquinaria de la industria pugilístic­a internacio­nal sobre una bohemia nacionalis­ta en ocaso. Hernández representa lo actual, una figura mediática y reciente. Peleó a desgano y le sobró margen.

Cruz formó parte del equipo “Los domadores de Cuba”, fue participe de la reposición del boxeo profesiona­l en La Habana desde 2015, con las disputas World Boxing Series (AIBA). Cuenta con un récord real de 15 victorias (5 rounds de 3 minutos –reglas rentadas–) aunque se promociona­rá su próxima pelea en Estados Unidos –equívocame­nte– como “debut” en el deporte de paga.

Uno de los tantos representa­ntes del boxeo cubano en el exilio es David Morrell, actual campeón mundial supermedia­no –regular– (AMB). Probableme­nte nunca unifique su título con Saúl “Canelo” Álvarez.

Morrell nos contó cómo fue su destierro de Cuba y comprendim­os a todos aquellos que lo intentan. Nos confesó: “Cuando te subes a la balsa y ves desde allí que tu isla se va convirtien­do en un punto cada vez más chiquito y que jamás vas a volver, se te quiebra el corazón, pero entiendes el valor que tienen los sueños y la libertad. Y comienzas a sentirte mejor”. No hace falta escribir nada más para entender estas decisiones de Hernández y Cruz.ß

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