LA NACION

Los Cadillacs, el corazón y la llama, según Sr. Flavio

Los 30 años de “Matador” y la presentaci­ón esta noche en el Movistar

- Diego Mancusi

“No todo convive al mismo tiempo”, aclara Flavio Cianciarul­o en relación a sus mil proyectos, y en realidad no hace falta: sería humanament­e imposible mantener activo semejante caudal de trabajo en simultáneo. Cuando termina de grabar grindcore con Sotana, se calza el traje de neoprene para tocar con Lost Marplas (la banda de surf rock que comparte con sus hijos), y en medio de todo eso se las arregla para editar algún tema con Señor Flavio, o en su momento con Misterio o con Flavio Mandinga Project. Eso sí, ninguna de sus múltiples ocupacione­s lo aleja de su trabajo principal: ser el bajista y socio fundador de Los Fabulosos Cadillacs, grupo que se pone en marcha cuando hay consenso y descansa cuando tiene que descansar, sin shows por compromiso ni giras forzadas. Lo bueno es que 2023 parece ser un año cadillac: después de su paso por el festival de Coachella en los Estados Unidos, hoy se vuelven a presentar tras el show de anoche en el Movistar Arena. Se le podría llamar regreso, pero, según Flavio, “es más un encuentro que otra cosa”.

–Siempre cuesta saber a ciencia cierta si los Cadillacs son una banda activa o no. ¿Qué ventajas le encontrás a esta dinámica de trabajo intermiten­te en la que desaparece­n por un tiempo, cada uno hace lo suyo y vuelven cuando todos quieren?

–No es desactivar­nos, es simplement­e trabajar de manera más espaciada. Siempre estamos con la cabeza en el proyecto. Como decimos con Gaby [Fernández Capello, Vicentico]: aún cuando estamos fuera de LFC, también somos los Cadillacs. Es como si todo se desprendie­ra de una nave madre que nos contiene, y es exactament­e lo mismo: tocamos durante veinte años ininterrum­pidos todos los meses y después empezamos a espaciar. Nosotros nunca nos separamos, nunca dijimos: “bueno, esto se terminó” y después de casualidad, o por una cuestión “jugosa” empresaria­l volvimos. Nosotros, cuando paramos de tocar allá por 2001 o 2002, simplement­e paramos y dijimos: “bueno, vamos a parar un tiempo, estamos algo saturados”. No sabíamos si eran dos años, tres, cuatro o seis, pero siempre estuvo esa puerta que aún continúa abierta. Por eso continuamo­s trabajando de esa manera desde hace veinte años ininterrum­pidos.

–¿Se mantiene el contacto entre ustedes en la inactivida­d? El contacto social pero también el creativo. ¿Se muestran temas, se piden opiniones de lo que hace cada uno?

–Sí claro: “mirá este tema que tengo para cuando decidamos grabar algo; qué te parece esto”. Es lo mismo pero más espaciado, digamos. Eso nos hace perdurar y mantener el fuego.

–Cuando uno piensa en los Cadillacs piensa en vos y en Gabriel -y también, en menor medida, en Sergio Rotman- como una sociedad, aunque casi siempre hayan firmado los temas por separado. Además de amigos y compañeros de banda, ¿funcionan como una sociedad en lo creativo? ¿Serían exactament­e lo mismo tus temas sin ellos?

–Definitiva­mente no. Sí los he firmado individual­mente porque me gusta trabajar en solitario. Cuando compongo me gusta arreglar las canciones y llevarlas ya montadas, pero eso tampoco quiere decir que es una decisión dictatoria­l donde yo digo: “bueno, esto es así, muchachos”. Uno puede cambiar lo que yo hago, puede decir: “che, mirá, en vez de ir por acá vamos por acá”. Los rockeros no escribimos música en papel, entonces es todo mucho más charlado. Igual a mí, no obstante, no me gusta llevar ideas abiertas, que también en muchas bandas funciona y que está bueno. Yo soy de llevar ideas cerradas, con arreglos y todo, y después otro me dice: “che, este arreglo de brasses lo podés acortar, ¿qué te parece?”. Puede haber líderes, y es necesario que haya líderes en los grupos. Eso empuja, pero cada uno hace una cosa y esa tensión, ese consenso es la magia de las bandas. Que es mágico y que a veces es tan intenso que termina destruyend­o grupos. Por eso es una bendición que hoy esté hablando contigo. Te puedo decir que eso, hasta ahora, en 40 años no ocurrió.

–Dentro de poco cumple treinta años “Matador”. ¿Cómo viviste pasar de ser una banda exitosa en la Argentina a ser megaestrel­las en toda Latinoamér­ica?

–Hablándolo, parece que todo hubiera sido una locura vertiginos­a pero fue gradual. No es que dijimos: “guau, mirá lo que tenemos”. Es la gente la que eligió y la convirtió en una bomba de neutrones. Yo soy tan poco protocolar con las fechas... O sea, “Matador” cumple treinta años y el año pasado cumplió 29... entonces me parece exactament­e lo mismo. Celebramos tocarla, así como tocar todas las canciones que nos gustan de la banda, que por suerte son un montón.ß

 ?? ?? “Siempre estamos con la cabeza en el proyecto”, dice
“Siempre estamos con la cabeza en el proyecto”, dice

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina