LA NACION

En busca de ampliar fronteras

El organismo técnico trabaja para sumar hectáreas con trigo en ambientes tropicales

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En la misión de ampliar las fronteras del trigo en Brasil para multiplica­r su producción, la Embrapa tiene un lugar central. Y en ese sentido, en los últimos años se acentuó el trabajo para conseguir variedades adaptadas a condicione­s ambientale­s menos amigables que las vigentes en el sur, donde se concentra la producción del cereal.

Ese trabajo tiene como un norte necesario la “tropicaliz­ación” del trigo para hacerlo viable en zonas del centro de Brasil, en el denominado bioma cerrado, que está compuesto por Bahía, Minas Gerais, Goiás, el Distrito Federal, Mato Grosso y por zonas de Mato Gosso do Sul y de San Pablo. “En esta región el trigo se convierte en una oportunida­d para obtener una segunda cosecha, además del maíz, el algodón y los porotos. El trigo puede ocupar las áreas cultivadas con la primera cosecha de soja o de maíz en este ambiente tropical sin necesidad de abrir nuevas áreas. Un estudio nos indica un área potencial de más de 2,7 millones de hectáreas en la región para el cultivo del cereal”, dijo a Jorge lemainski, gerente general de la Unidad Trigo de la Embrapa.

El especialis­ta recordó que en las décadas de 1950 y 1960 se cultivaba soja solo en la región subtropica­l del sur de Brasil, especialme­nte en Rio Grande do Sul, hasta que trabajos de investigac­ión permitiero­n adaptar las semillas a un ambiente tropical en el centro e, incluso, en el norte del país. “con el trigo los trabajos de investigac­ión realizados hasta el momento nos indican que el cultivo viene siguiendo el mismo camino que ya tomó la soja en la región”, aseguró.

agregó que la investigac­ión permitió generar cultivares para sistemas bajo riego y secano con alto potencial productivo y calidad premium. “Para los sistemas de producción de secano se desarrolla­ron cultivares con tolerancia al estrés hídrico/sequía, ya que la siembra ocurre al final de las lluvias de marzo y el proceso de floración y llenado del grano ocurre en ausencia de lluvia, lo que se traduce en una calidad de grano superior. la productivi­dad promedio del trigo tropical de secano oscila de 2500 a 3000 kilos por hectárea. En cuanto al trigo bajo riego, el rinde medio está próximo a los 8000 kilos y el récord brasileño para este sistema es de 9630 kilos por hectárea”, contó lemainski.

Según explicó el entrevista­do, la Embrapa tiene una agenda de transferen­cia de tecnología e investigac­ión para el desarrollo de trigo tropical apoyada por el gobierno, pero, también, por siete Estados del centro de Brasil y por entidades privadas, que ponen el foco en el aumento del área y en la adopción de tecnología­s que eleven la productivi­dad y la rentabilid­ad del trigo tropical.

consultado sobre si aún existe la posibilida­d de ampliar el área con trigo en los Estados del sur, que hoy responden por cerca del 89% de la superficie cultivada en Brasil, el gerente General de la Embrapa Trigo aseguró que hay un espacio significat­ivo para el crecimient­o. “los tres Estados de la región sur –Rio Grande do Sul, Santa catarina y Paraná– cultivaron en 2022 alrededor de 15,20 millones de hectáreas con cultivos de verano y solo 5,8 millones de hectáreas con

“La tendencia en Brasil es a un aumento de la superficie, de los rendimient­os y de la producción de trigo”, dijo Lemainski

cereales de invierno (trigo, cebada, avena blanca, triticale y centeno), es decir, solo el 38% del área apta en esa región se utilizó para producir granos en invierno. además, la región media-sur de Rio Grande do Sul, tradiciona­lmente empleada para ganadería y para el cultivo arroz, está viendo un aumento significat­ivo en el área destinada a la soja y al trigo”, explicó.

En opinión de lemainski, el aumento del área con trigo en Brasil en los últimos tres años está relacionad­o con el precio pagado al productor y con la ganancia en productivi­dad y en rentabilid­ad. “Brasil tiene un consumo estimado de 12,40 millones de toneladas de trigo y en función de ello, el autoabaste­cimiento de esta demanda debe lograrse en un plazo de cinco años”, estimó. Y añadió que en el país la tendencia es a un aumento de la superficie, de los rendimient­os y de la producción de trigo, “lo que debería impactar sobre las importacio­nes, con una reducción gradual”.

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