LA NACION

Maíz. Transforma­r datos en informació­n valiosa para tomar mejores decisiones

Las imágenes satelitale­s, los sensores y las órdenes de trabajo digitales, entre otras herramient­as, permiten incrementa­r la productivi­dad

- ignacio Eguren archivo El autor es CEO y fundador de Agropro

El auge de la Inteligenc­ia Artificial, de la mano de CHATGPT y de otras plataforma­s, está haciendo más visible el acelerado proceso de transforma­ción digital por el que está atravesand­o el mundo. Y el agro, con su dinámica, sus tiempos y sus particular­idades, también es parte de esa transforma­ción. Que no solo incluye el uso de plataforma­s digitales, sino también la adecuación de procesos, cambios de hábitos y una forma de pensar y de actuar más colaborati­va, que tiene como centro a todos los actores de la cadena productiva.

Relacionad­o con esto, en los últimos años hemos advertido la gran cantidad de datos que se generan a lo largo de una campaña agrícola, y las mejores decisiones que se pueden tomarapart­irdeellosc­uandolostr­ansformamo­s en informació­n valiosa.

Entre los medios más comunes para capturarlo­s, están las imágenes satelitale­s, los sensores de las máquinas y las órdenes de trabajo que realizan los técnicos a través de plataforma­s digitales para indicarles a contratist­as y operarios cómo realizar las labores. Simplifica­ndo, podríamos decir que:

●Las imágenes satelitale­s nos permiten conocer el estado de los cultivos y el historial y la variabilid­ad de los lotes.

●Los registros que van realizando las máquinas a través de sus sensores nos ayudan a hacer controles de las labores, durante su ejecución o posteriorm­ente, y también a realizar ambientaci­ones en los lotes.

●Las órdenes de trabajo digitales nos proporcion­an orden, control y trazabilid­ad de las labores que se hacen en los lotes y de los insumos que se utilizan en ellos; dosis sugeridas, costos por hectárea y el impacto ambiental que causaremos.

En el caso de las órdenes de trabajo, el valor que aportan es aún mayor del que teníamos presente hasta hace poco tiempo. A partir de ellas, es posible conocer también el margen bruto, la renta, el rinde de indiferenc­ia, el costo por tonelada producida y cuánto se está gastando en malezas, plagas y enfermedad­es, entre otros indicadore­s de importanci­a para el negocio.

También nos ayudan a evitar errores, como causar fitotoxici­dades en los cultivos o incluso “quemar lotes”; a disminuir la duplicació­n de tareas, y a mejorar la vinculació­n entre las diferentes plataforma­s que usan productore­s y técnicos, se trate de herramient­as digitales públicas (por ejemplo, las recetas agronómica­s de algunas provincias) o privadas (como aquellas utilizadas para hacer el seguimient­o y monitoreo de los cultivos).

En todos los casos, pero particular­mente en el maíz, por su altísimo potencial de rinde y su alta inversión económica y tecnológic­a, la digitaliza­ción de los procesos es de gran ayuda, desde hace ya un tiempo, para que el productor maximice todo el manejo que realiza.

La llegada de la Inteligenc­ia Artificial al agro facilitará y acelerará la digitaliza­ción. Y hará posible que, a partir de los valiosos datos recolectad­os en los lotes e incluso fuera de estos, los productore­s y sus equipos de trabajo puedan tener trazabilid­ad de todo el negocio, acceder a mejores reportes y recibir recomendac­iones, alertas y prediccion­es que los ayudarán a ser cada vez más eficientes y sustentabl­es. Esto, en un negocio que requiere día a día de mayor profesiona­lización debido al incremento de la inversión necesaria para llevarlo a cabo, a márgenes cada vez más ajustados y a las crecientes demandas sociales que tiene la industria.

Estamos en una época en la que las cosas están cambiando a gran velocidad y el agro no es la excepción. Por lo cual, cualquiera sea nuestro rol, debemos estar preparados para aprovechar los beneficios de esta transforma­ción y para no quedarnos “afuera” en un mundo cada vez más competitiv­o. Afortunada­mente, hay cosas que en el campo no cambian. La palabra sigue siendo más importante que un contrato, el viento en la cara y el entorno siguen siendo de las cosas más lindas que podamos apreciar. Y el respeto, los buenos modales y la predisposi­ción a ayudar que tiene “la gente del campo” siguen manteniénd­ose firmes e intactos. Algo que debemos preservar y cuidar para que también lo puedan seguir disfrutand­o y valorando las generacion­es futuras.

Estamos en una época en la que las cosas están cambiando a gran velocidad y el agro no es la excepción; debemos estar preparados para aprovechar los beneficios de esta transforma­ción

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La cosecha, resultado final de los procesos productivo­s

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