LA NACION

Biden suma puntos con el acuerdo por la deuda y despeja otro frente

El nuevo pacto fiscal debe ser todavía aprobado por el Congreso, pero las primeras reacciones muestran alivio demócrata y furia del ala dura republican­a

- Rafael Mathus Ruiz

WASHINGTON.– El nuevo acuerdo fiscal que Joe Biden cerró durante el fin de semana para evitar un default “catastrófi­co”, en sus propias palabras, para Estados Unidos y la economía mundial le dio otra victoria que revalidó sus credencial­es de hábil negociador político. También refrescó su liderazgo dentro del Partido Demócrata, justo cuando más lo necesita, en la antesala de una nueva campaña presidenci­al, en la que Biden necesitará el apoyo de todo su partido para lograr su reelección.

El balance del acuerdo que alcanzaron Biden y el líder del Partido Republican­o en el Congreso, Kevin McCarthy, para elevar el llamado “techo de la deuda” y evitar una inédita cesación de pagos de la deuda norteameri­cana, se traslucía en las primeras reacciones políticas: la Casa Blanca celebró con un puño cerrado; la mayoría de los congresist­as demócratas se encolumnó detrás de Biden –que incluso cosechó elogios desde el ala radical–; y varios republican­os, en particular los más duros, mostraron su furia con McCarthy.

El aspecto más notable del acuerdo es lo poco que parece haber cedido Biden respecto de las pretension­es iniciales del Partido Republican­o. La oposición llegó a la negociació­n con la intención de reformar y recortar programas sociales, bajar gastos, podar Medicaid, el programa de salud para los pobres, y ponerle un “techo” al presupuest­o durante una década para conseguir una baja significat­iva del déficit fiscal y ponerle un límite al gobierno federal. Al final, el punto medio que forjaron con Biden, del cual debe conocerse aún la letra chica, parece mucho más modesto y mucho más favorable a los demócratas.

En primer lugar, el acuerdo impone límites o “techos” a los gastos discrecion­ales del presupuest­o, pero solo por dos años, hasta el fin del año fiscal 2025, sin ir más lejos, como aspiraba la oposición. En segundo lugar, los republican­os buscaban un recorte global de los gastos fuera del presupuest­o de defensa superior al 20 por ciento, pero, en cambio, funcionari­os de la Casa Blanca dijeron que el acuerdo mantiene el gasto público “más o menos constante” para el año fiscal 2024 –sin contar el presupuest­o para defensa, que queda exento de ajuste–, y prevé un aumento del 1% para el año fiscal 2025. Para los años siguientes deben acordarse nuevas leyes de gastos, o se gatillarán recortes automático­s del 1% respecto del año anterior a todo el presupuest­o, incluido el gasto en defensa.

El acuerdo suspende además el techo de la deuda hasta 2025, es decir, después de las elecciones presidenci­ales, una tregua que les garantiza a Biden y a los demócratas que evitarán una nueva negociació­n en medio de la campaña, sin infligirle un daño mayúsculo a la economía.

“Creemos que el acuerdo que el presidente está anunciando es bueno”, evaluó un funcionari­o de la Casa Blanca el domingo por la tarde. “Protege las ganancias económicas históricas que hemos logrado, lo que realmente permite que continúe una de las recuperaci­ones más fuertes registrada­s al sacar de la mesa la amenaza de default hacia 2025”, agregó.

Los funcionari­os de Biden enfatizaro­n además que el nuevo entendimie­nto protege la agenda legislativ­a que Biden y los demócratas consiguier­on sacar del Congreso en los dos primeros años de gobierno, y, sobre todo, insistiero­n que desbarata el intento de los republican­os por imponer un ajuste draconiano. Más importante aún para Biden: al evitar un ajuste profundo, evita también un impacto sobre la economía, clave en las elecciones presidenci­ales.

“La administra­ción hizo un buen trabajo al lograr este acuerdo”, dijo el domingo en Twitter el congresist­a Steve Cohen, uno de los integrante­s del Caucus Progresist­a, el ala radical del oficialism­o. “Protege la economía mundial. Nos salva de otra pelea por el techo de la deuda política antes de las elecciones del 24”, indicó.

McCarthy intentó vender el acuerdo a los republican­os diciendo que “no hay una cosa en el plan para los demócratas”, pero varios no compraron el argumento, y no dudaron en criticarlo públicamen­te. “Tiene razón. No hay ‘una cosa’ para los demócratas. Hay 4 billones de dólares en cosas, un cheque en blanco, para los demócratas”, le retrucó el senador Ted Cruz en Twitter.

En 2011, cuando era vicepresid­ente de Barack Obama y el default estaba más cerca que nunca, Biden se puso al hombro las discusione­s con los republican­os en el Congreso para cerrar un presupuest­o y ampliar el límite para emitir deuda. El ida y vuelta fue durísimo y se alargó hasta el último minuto. Obama le pidió a Biden una intervenci­ón final cuando ya todo parecía perdido. Biden logró el acuerdo, pero el resultado fue mucho más traumático que ahora. Los republican­os consiguier­on un fuerte recorte del gasto que mancó a la economía durante el segundo mandato de Obama y ayudó a la victoria de Donald Trump en la elección de 2016. Y Estados Unidos sufrió el recorte en la calificaci­ón de su deuda, que perdió la nota “AAA”. Esta vez, Biden salió mucho mejor parado que su antiguo jefe.ß

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina