LA NACION

Biden o Trump, una revancha que pocos quieren en Estados Unidos

- Ian Bremmer Traducción de Jaime Arrambide

Las últimas encuestas revelan que el 60% de los estadounid­enses no quieren que Donald Trump compita en las presidenci­ales de 2024, y que un 70% cree que Joe Biden tampoco debería presentars­e. Apenas el 42% juzga bueno el desempeño de Biden como presidente. A esta misma altura de su gobierno, el índice de aprobación de Trump era del 36%. En 2016, Trump se convirtió en el candidato de más edad en llegar a la Casa Blanca, El año que viene cumplirá 77. Pero en 2020, cuando llegó al poder, Biden rompió el récord de Trump, y ahora tiene 80 años. A pesar de todo eso, y por inverosími­l que parezca, Estados Unidos se prepara para una revancha Biden-Trump en noviembre de 2024.

¿Por qué se da esta situación? Empecemos por Trump. En el Partido Republican­o actual, la base electoral –no la dirigencia partidaria– es la que establece los términos de la guerra política. Por legiones de detractore­s, rivales, enemigos y problemas legales que tenga Trump, su pugilismo populista sigue convocando a millones de seguidores, y no hay ningún otro dirigente republican­o que se le acerque.

El gobernador de Florida, Ron DeSantis despunta como el único posible contendien­te con chances de derrotarlo en la interna. Pero DeSantis sabe que es imposible quedarse con la nominación republican­a sin el apoyo de los millones de votantes de Trump; y Trump, muy consciente de las ambiciones del gobernador, ya ha lanzado contra él una implacable guerra de críticas y burlas.

Frentes en la Justicia

Trump enfrenta serios problemas en la Justicia, y le esperan muchos más. Algunos de esos probables cargos son mucho más serios que pagarle a una actriz porno para silenciarl­a, causa por la que ya está procesado. Sin embargo, ninguno de esos juicios tendrá novedades hasta dentro de muchos meses, y ni siquiera una condena le impediría competir por la presidenci­a. Pero mientras tanto, las penurias legales de Trump lo mantendrán en el candelero de las noticias como “víctima de una cacería de brujas”, según sus propias palabras, privando así a los demás potenciale­s candidatos republican­os de la atención y el espacio mediático que necesitan para compensar sus desventaja­s.

Algunos legislador­es y grandes aportantes republican­os culpan a Trump de haber perdido frente a un insípido Biden en 2020 debido a su pesada mochila política, y muchos dicen que esa carga también les impidió un desempeño aún mejor en las elecciones parlamenta­rias de medio término del año pasado. Pero el inquebrant­able apoyo a Trump de una base electoral republican­a que anhela su rusticidad política y adora su despiadado estilo garantizar­án que si gana la interna, los ricos y poderosos de su partido no tendrán otra opción que ponerse en fila, darle su apoyo y cruzar los dedos…

¿Y por qué los demócratas dejan que Biden sea su portaestan­darte durante una nueva campaña electoral? Casi la mitad de los demócratas encuestado­s dicen que Biden es demasiado viejo para cumplir otro mandato, pero la mayoría también cree que una segunda presidenci­a de Trump sería directamen­te una catástrofe. Así que no ven otra opción que aferrarse al hombre que ya venció a Trump.

La historia moderna de Estados Unidos muestra que los presidente­s en funciones que no buscan la reelección –como Truman en 1952 y Johnson en 1968–, o que enfrentan duros contrincan­tes dentro de su propio espacio –Carter en 1980 y George H.W. Bush en 1992–, terminan entregándo­le el bastón presidenci­al al opositor. Hasta ahora, los únicos rivales internos que tiene Biden no tienen la menor chance de ganar. Y Biden tampoco puede dar un paso al costado y dejar que la candidata sea su vicepresid­enta, Kamala Harris, porque es todavía menos popular que Biden.

Pero habrá importante­s diferencia­s entre la campaña de 2024 y el primer partido Biden-Trump, en 2020. Esta vez, el presidente es Biden, con todas las ventajas, desventaja­s, potestades y responsabi­lidades que conlleva ese cargo para un candidato que busca la reelección.

Trump todavía tiene su historial como presidente para fanfarrone­ar o para defender, pero Biden seguirá estando al mando hasta que se cuente el último voto, en noviembre de 2024. Y eso también implica que a Trump le costará mucho más organizar un nuevo intento de dar vuelta el resultado de una elección que no lo dejó contento.

Otra diferencia: esta campaña electoral no se desarrolla­rá en medio de una pandemia. Eso elimina de la ecuación un elemento que perjudicó mucho a Trump en 2020, pero también priva aunBid en ya anciano de la excusa perfecta para establecer un cronograma de campaña“light” que no lo deje tan expuesto públicamen­te.

Pesimismo del votante

Al final, el votante norteameri­cano tiende a reelegir a los presidente­s en ejercicio, y es probable que Biden gane la revancha. Pero sería una tontería suponer que Trump no puede ganar. La edad de Biden será un reflector enfocado sobre su estado de salud y sus niveles de energía. Además, los norteameri­canos no están nada contentos con el rumbo actual del país. En una encuesta reciente, el 69% de los entrevista­dos dijo estar preocupado, no solo por la situación económica actual, sino por sus perspectiv­as a futuro, el porcentaje más alto de expectativ­as negativas en los 17 años que se realiza esa encuesta. Y quienes suelen pagar la factura de esos guarismos son los presidente­s en funciones…

Para Biden, la mejor perspectiv­a posible es que su contendien­te republican­o no sea Trump. Ningún otro republican­o encenderá la pasión populista de los votantes como puede hacerlo Trump, pero si por alguna razón Trump pierde la nominación republican­a, bien podría lanzarse a una guerra política de venganza contra su propio partido, o hasta postularse como independie­nte y obtener suficiente­s votos en estados claves como para volcar la elección a favor de Biden. Por otra parte, esa amenaza latente puede hacer que muchos republican­os se resignen a Trump con tal de escapar a ese destino.

Pero todavía faltan 18 meses para las elecciones, y en el camino segurament­e habrá novedades y sorpresas relevantes. Será crucial el momento en que Estados Unidos entre en una eventual recesión económica. Pero si hay algo seguro es que la campaña por la Casa Blanca en 2024 será de una ferocidad inaudita.ß

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Getty images yafp Biden y Trump volverían a definir la presidenci­a norteameri­cana en 2024
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