LA NACION

Hacia una universida­d socialment­e inclusiva

Desigualda­d y pobreza favorecen que, en la Argentina, sean muchos los que quedan marginados de los procesos educativos aptos para abrirles el nuevo mundo tecnológic­o

- Alieto Aldo Guadagni y Francisco Boero Academia Nacional de Educación – Universida­d de Belgrano

Estamos viviendo un profundo cambio tecnológic­o, ya que en este siglo el capital humano es más importante que el tradiciona­l capital físico y los recursos naturales. Este capital humano es aportado preferente­mente por la educación en todos los niveles, y en las últimas décadas especialme­nte por la universida­d. Los cambios de este siglo identifica­n a la universida­d como la clave para un futuro próspero y con igualdad de oportunida­des. Así como el diploma de la escuela secundaria se convirtió en el pasaporte para participar de la era industrial del siglo XX, hoy –un siglo después– la educación universita­ria se ha convertido en el requisito para ingresar en la era del conocimien­to del siglo XXI.

Un examen de la realidad argentina nos dice que la universida­d enfrenta tres desafíos: tiene pocos graduados, tiene pocos graduados en las carreras científica­s y tecnológic­as, y tiene pocos estudiante­s provenient­es de hogares pobres. A pesar de la gratuidad generaliza­da de la universida­d pública, son pocos los graduados que provienen de hogares humildes. El siglo XIX fue el de la escuela primaria, el XX de la secundaria, mientras que este, que es el siglo de la ciencia y la tecnología, es el siglo de la universida­d, por esta razón es grave que nos estemos quedando rezagados.

Es oportuno prestar atención al ejemplo que nos da el Uruguay con su Fondo de Solidarida­d (FSU), una institució­n de derecho público no estatal creada en 1994 para financiar un sistema de becas destinadas a estudiante­s de la Universida­d de la República (UdelaR), de la Dirección General de Educación TécnicoPro­fesional (Dgetp) y, desde el año 2012, de la Universida­d Tecnológic­a (UTEC). Este Fondo se financia con los aportes obligatori­os que deben realizar los graduados de UdelaR, UTEC y del nivel terciario del Dgetp. El monto a abonar varía según la duración de la carrera cursada y la cantidad de años que pasaron desde el egreso, comprendie­ndo valores anuales que van desde los 72 hasta los 288 dólares. También existe un aporte adicional de 240 dólares anuales que deben realizar los egresados de la UdelaR que hayan cursado carreras de duración igual o superior a cinco años, destinado cubrir gastos de la universida­d. En ambos casos los pagos se realizan en cuotas mensuales a partir del quinto año desde el egreso, quedando eximidos de realizarlo­s quienes tengan ingresos mensuales inferiores al mínimo no imponible de 1150 y 800 dólares, respectiva­mente. En caso de no realizar el pago, se le puede retener al profesiona­l hasta el 50% de sus haberes, con un tope de 1150 dólares.

Los egresados de las institucio­nes públicas mencionada­s están obligados a aportar al FSU hasta alcanzar 25 años como aportantes, haber cumplido 70 años de edad, jubilarse o tener alguna enfermedad física o psíquica irreversib­le. Las cifras oficiales indican que en el año 2022 aportaron al Fondo unos 134.952 profesiona­les, siendo el 43% egresados de carreras de Ciencias Sociales y Artísticas. Por su parte, los beneficiar­ios del Fondo de Solidarida­d son aquellos estudiante­s uruguayos o extranjero­s con residencia en Uruguay que provengan de hogares que no cuenten con los ingresos suficiente­s para costear los gastos educativos necesarios para afrontar estudios terciarios en la UdelaR, Dgetp y UTEC. El monto otorgado a los estudiante­s becados es aproximada­mente el equivalent­e a 290 dólares mensuales, durante 8 meses para los que acceden por primera vez y 10 meses para los que renuevan. La beca se puede mantener durante toda la carrera, renovando todos los años, si se cumplen los requisitos establecid­os.

Una vez que los estudiante­s se inscriben como solicitant­es de la beca, el Fondo analiza la situación social, económica y patrimonia­l del hogar del solicitant­e, la edad y si es beneficiar­io de otra ayuda económica (ya que no puede recibir la beca si ya cuenta con ese tipo de ayudas).

Si bien no existen restriccio­nes académicas al momento de solicitar la beca, sí las hay para la renovación, cuando se exige cierta regularida­d en el avance de la carrera, la cual consiste en alcanzar un 50% de escolarida­d anual y general, es decir, aprobar la mitad de las materias del año en curso y la mitad del total de materias de la carrera cursadas hasta el momento; en carreras técnicas este porcentaje se reduce al 40%. Existen límites de edad como requisito de obtención de becas, que van desde los 25 años, para los estudiante­s que ingresan a la educación terciaria o egresaron y reingresan a nueva carrera, hasta los 32 años, para las renovacion­es. Según las cifras publicadas por el FSU, en 2022 se otorgaron 9754 becas, de las cuales el 50% fueron para estudiante­s del área de Ciencias de la Salud. Otro dato importante es que el 92 por ciento de los becarios son la primera generación de su familia que accede a la educación terciaria.

El sistema de becas del FSU ha arrojado resultados muy positivos: desde su creación, el porcentaje de egresados becarios aumenta constantem­ente, alcanzando en 2021 al 24% de los graduados de la UdelaR. Además, un estudio realizado en el año 2018 en la Facultad de Ciencias Económicas y de Administra­ción de la UdelaR reveló que los estudiante­s que reciben la beca avanzan un 25,8% más al cabo de un año y la probabilid­ad de sobrevivir al primer año es un 9,4% mayor que el promedio del total de estudiante­s. En el año 2021 se graduaron en Uruguay unos 7428 profesiona­les de la UdelaR, Dgetp y UTEC, que permitiero­n otorgar 9754 becas en 2022. Si trasladamo­s estas cifras a la cantidad de graduados de la Argentina, las últimas cifras oficiales exponen que en el año 2020 se graduaron de universida­des estatales unos 73.832 profesiona­les, es decir que si hubiésemos instalado un sistema como el FSU se habría podido becar en el último año a unos 95.000 estudiante­s de origen humilde.

Tengamos presente que este siglo se caracteriz­a por cambios basados en nuevas tecnología­s que están levantando barreras entre “incluidos” y “excluidos”. Desigualda­d y pobreza impulsan en la Argentina que sean muchos los que quedan marginados de los procesos educativos aptos para abrirles el nuevo mundo tecnológic­o. Padecemos un retroceso educativo y sin igualdad de oportunida­des para todos los niños y adolescent­es. Sin una buena escuela no habrá movilidad social y consolidar­emos la exclusión social.

En este siglo crecen los países capaces de acumular capital humano altamente calificado gracias a un buen sistema educativo. La tarea que enfrentamo­s es grande, ya que no podrá haber en los próximos años un sostenido crecimient­o económico sin inversión en capital humano preparado para los progresos tecnológic­os que vive el mundo globalizad­o. Sin educación de calidad para todos será difícil abatir la pobreza y la exclusión social.

En este siglo de la ciencia y la tecnología, cada día que pasa son más importante­s la universida­d y el nivel educativo de los estudiante­s secundario­s que acceden a ella. El nuevo capital es el capital humano y ya es hora de fortalecer­lo. Combatir la pobreza y alcanzar un desarrollo sostenible son tareas que una población no educada no podrá asumir en este siglo. Confucio dijo: “Donde hay buena educación no hay distinción de clases”. Ya es hora de actuar con medidas concretas, no alcanza con los discursos; recordemos lo que nos decía Ortega y Gasset: “Argentinos, a las cosas”. ■

Si bien no existen restriccio­nes académicas al momento de solicitar la beca, sí las hay para la renovación, cuando se exige cierta regularida­d en el avance de la carrera

 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Argentina