LA NACION

Nuevo mapa de las ciudades con mayor peligro sísmico en el país

Después de 40 años, el Inpres actualizó las zonas con mayores posibilida­des de que ocurran terremotos

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Un sismo es un fenómeno natural que escapa de la voluntad humana y, por lo tanto, no puede predecirse. Ante tal incertidum­bre, y después del gran terremoto de San Juan de 1944, que ocasionó aproximada­mente 10.000 muertos, miles de heridos y la destrucció­n total de alrededor del 80% de las construcci­ones existentes, se creó, en 1972, el Instituto Nacional de Prevención Sísmica (Inpres) con el objetivo de medir los sismos en la Argentina y ejecutar planes de prevención.

El año pasado, en coincidenc­ia con el 50° aniversari­o del organismo, el Inpres publicó una nueva edición del Manual de Prevención Sísmica, que incluyó un mapa actualizad­o de la peligrosid­ad sísmica –la probabilid­ad de que ocurran movimiento­s sísmicos– en cada zona del país.

Dicho mapa, que fue propuesto para actualizar el que formalment­e se encuentra vigente desde 1983, mostró que las zonas norte y centro de Mendoza y el sur de San Juan son los territorio­s argentinos con mayores chances de sufrir terremotos ya que ambas provincias tienen áreas clasificad­as como “zona 4”, cuya peligrosid­ad sísmica se considera “muy elevada”.

Por su parte, La Rioja, Tierra del Fuego, Salta y Jujuy tienen “zonas 3”, donde la peligrosid­ad es “elevada” y el resto del país presenta índices de peligrosid­ad “moderados”, “reducidos” o “muy reducidos”.

Silvia Moreno, ingeniera del Inpres, dijo a que el Manual la nacion de Prevención es una bibliograf­ía que se actualiza permanente­mente y que nunca pierde validez. “Uno debe conocer el fenómeno para poder actuar. Por eso este manual se hizo para concientiz­ar, entender rápidament­e qué es un terremoto y saber cómo actuar ante uno”, argumentó.

En cuanto al mapa actualizad­o, Moreno explicó que sirve para saber en qué zona de peligrosid­ad se está: la “zona 4” tiene peligrosid­ad muy elevada mientras que la “1” presenta peligrosid­ad muy baja.

“En la Argentina, el centro y sur de San Juan y el centro y norte de Mendoza son ‘zona 4’. Eso implica que allí las construcci­ones tienen condicione­s que deben cumplir en cuanto a resistenci­a, ductilidad y tipo de materiales”, ejemplific­ó.

Sin embargo, ese indicador no considera la vulnerabil­idad sísmica, que es la susceptibi­lidad de una comunidad y su entorno físico a sufrir daños ante la ocurrencia de un sismo, lo que incluye tanto las fragilidad­es edilicias como la capacidad de respuesta ante un evento natural. “La combinació­n de peligrosid­ad y vulnerabil­idad nos da el riesgo sísmico –la probabilid­ad de sufrir consecuenc­ias adversas ante un sismo–. San Juan, por ejemplo, es una zona de alta peligrosid­ad, pero baja vulnerabil­idad, por lo tanto el riesgo sísmico es bajo. Mendoza tiene menor peligrosid­ad, pero una construcci­ón más antigua”, planteó Moreno.

Sin cambios drásticos

Según la vocera del Inpres, el nuevo mapa propuesto para reemplazar el de 1983 no presenta cambios drásticos con respecto a su antecesor, pero sí incluye una diferencia importante: hoy está en funcionami­ento una red de monitoreo más amplia que en aquella época, que incluye sensores en la Patagonia y en Buenos Aires que antes de 2015 no existían. “No ha habido grandes cambios, pero ahora contamos con informació­n que antes no teníamos disponible. Hoy podemos registrar sismos que antes no”, sostuvo.

La Red Nacional de Estaciones Sismológic­as cuenta actualment­e con 50 centros distribuid­os en todo el país. De acuerdo con los datos publicados en el Manual, esta red se incrementa año a año con el objetivo de registrar la sismicidad en todo el territorio nacional.

De acuerdo con el Inpres, sismo y terremoto son sinónimos y representa­n el proceso físico de liberación súbita de energía de deformació­n acumulada en las rocas del interior de la Tierra, que se manifiesta por desplazami­entos de bloques anteriorme­nte fracturado­s. Una parte importante de la energía liberada en este proceso se propaga en forma de ondas sísmicas, las cuales son percibidas en la superficie de la Tierra como una vibración.

Al representa­r los epicentros de los sismos registrado­s en la Argentina, se observa que la mayor parte de la actividad sísmica se ha concentrad­o históricam­ente en la región centro-oeste y noroeste del país.

“Si bien la región noroeste ha soportado terremotos destructiv­os en los últimos 400 años, estos no han afectado mayormente a las zonas densamente pobladas y, en consecuenc­ia, no se le ha dado al problema sísmico la importanci­a que realmente tiene en función del elevado nivel de peligro sísmico potencial. El terremoto del 25 de agosto de 1948, con epicentro en la zona este de Salta, fue quizás el de mayor trascenden­cia de la región por los daños que produjo”, señala el Manual.

“Totalmente diferente ha sido la situación en la zona centro-oeste del país, donde los terremotos se han constituid­o en verdaderos desastres regionales. El terremoto del 20 de marzo de 1861 marca el inicio de una serie de eventos sísmicos que afectaron a San Juan y Mendoza. Este terremoto destruyó totalmente a la ciudad de Mendoza, dejando un saldo de muertos equivalent­e a la tercera parte de la población, según los informes de la época. Por otra parte, el terremoto del 15 de enero de 1944, que destruyó a San Juan, representa con sus 10.000 muertos, la mayor catástrofe de toda la historia argentina”, señalaron los autores del documento.

A nivel mundial, la mayor concentrac­ión de la actividad sísmica entre 1990 y 2010 se dio en el llamado “Cinturón de fuego del Pacífico”. Allí han tenido lugar los mayores terremotos registrado­s durante el último siglo: Chile, en 1960, y Alaska, en 1964.ß

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Archivo Mendoza está clasificad­a como una de las zonas de mayor peligrosid­ad sísmica

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