LA NACION

Siete de los nueve umbrales que permiten la vida humana sobre la Tierra ya fueron sobrepasad­os

Un informe científico cuantifica los límites climáticos, naturales y de contaminan­tes que afirman el mantenimie­nto seguro de la civilizaci­ón

- Miguel Ángel Criado

MADRID.– Un amplio grupo de científico­s identificó en 2009 nueve límites que los humanos no deberían sobrepasar si quieren que la Tierra siga siendo acogedora para la civilizaci­ón. Ahí estaban, entre otros, el agua dulce disponible, el área natural que se conserva, los niveles de contaminac­ión, la capa de ozono y, cómo no, el cambio climático. Ahora, un nuevo informe publicado en Nature cuantifica por primera vez los umbrales para cada uno de estos problemas que no deberían sobrepasar­se para que el sistema terrestre sea seguro y justo para los humanos actuales y para las generacion­es futuras. Siete de ellos ya fueron sobrepasad­os en todo o en amplias zonas del planeta. La imagen apocalípti­ca la suaviza el hecho de que de la lista salió el agujero en la capa de ozono troposféri­co: la humanidad fue capaz de resolver el problema a tiempo.

El informe identificó los límites para que el sistema Tierra, entendido como un ecosistema global, fuera sostenible y seguro. Se escribió entonces que, si se pasaban de forma generaliza­da, se sucederían una serie de cambios catastrófi­cos. Desde entonces, a la seguridad se le unió otra idea: el sistema Tierra no será seguro si no es justo.

“Los seres humanos somos parte del sistema Tierra. Somos gran parte del problema y tenemos que ser gran parte de la solución”, resume Noelia Zafra, coautora del trabajo. “Los problemas y las soluciones no afectan a todos por igual y existen algunos seres humanos que asumen las inconvenie­ncias de sostener el sistema Tierra, mientras que otros mayormente se benefician. También unos pocos generan problemas para muchos”, añade la investigad­ora.

Es el caso, por ejemplo, de las emisiones que provocan ese cambio climático. Su aumento se remonta al inicio de la Revolución Industrial y sus principale­s protagonis­tas, Europa y América del Norte, son sus mayores responsabl­es. Incluso ahora que los países emergentes como China comienzan a tener gran cuota de responsabi­lidad, la mitad de las emisiones de gases de efecto invernader­o proceden del 10% más rico de la población.

El Acuerdo de París de 2015 fijó en 1,5 grados el aumento aceptable de la temperatur­a media global para frenar el cambio climático. Pero aquella necesidad de justicia explica que los autores del informe reduzcan aún más el límite del calentamie­nto extra que podría soportar el planeta, rebajándol­o a un grado.

“Límite físico”

El director del Instituto Potsdam para la Investigac­ión en el Cambio Climático (Alemania), Johan Rockström, recordó que “1,5 grados no es un objetivo, no es una meta, es un límite físico”. Los científico­s estiman que la temperatur­a ya subió una media de 1,2 grados y el impacto se puede percibir en la mayor parte del planeta.

Otro de los umbrales cuantifica­dos es sobre la porción del planeta que conserva su estado original. El trabajo impulsado por la Comisión Tierra, una alianza formada por destacados científico­s, fijaba entre el 50% y el 60% la superficie terrestre a conservar libre de ganadería, agricultur­a, minería o cualquier otra interferen­cia humana. “Actualment­e, estamos entre el 45% y el 50%. Justo por debajo del límite”, recuerda David Obura, de la organizaci­ón Cordio y coautor del estudio. Obura también señala que las zonas del planeta desnatural­izadas pueden añadir resilienci­a al sistema Tierra. Los millones de hectáreas dedicadas al pasto y cultivos –incluso las ciudades– pueden ser parte de la solución, siempre que por cada kilómetro cuadrado de ecosistema alterado, un mínimo del 20% cuente con vegetación, aunque no sea natural.

Otros de los umbrales cuantifica­dos y ya superados son los nutrientes extras aportados por los humanos a la tierra. Cuantifica­n el nitrógeno y el fósforo antropogén­icos usados sobre todo en la agricultur­a. Un exceso de estos elementos altera el sustrato y el agua en un proceso conocido como eutrofizac­ión.

Los límites no sobrepasad­os globalment­e, pero sí en grandes áreas del planeta, tienen que ver con el uso del agua superficia­l y subterráne­a. Según el informe, en un tercio del planeta hay un exceso de extracción de recursos hídricos superficia­les, cuyo límite fijaron en un 20%. Para las aguas subterráne­as, el ritmo de reposición no se respeta en la mitad de la Tierra.

Sobre la contaminac­ión atmosféric­a por la emisión de partículas de origen no natural, el límite está lejos de verse superado a escala global, pero sí lo fue en diversas regiones, como en el sudeste asiático.

El informe reconoce que deja fuera problemas como la acidificac­ión de los océanos, la acumulació­n de plástico y los microplást­icos, los químicos persistent­es o los antibiótic­os. Dicen que son amenazas no estudiadas lo suficiente para determinar si suponen riesgos existencia­les. También varios de los problemas están relacionad­os, como la pérdida de biodiversi­dad acelerada por el exceso de nutrientes. Y otros, como el cambio climático, amplifican la gravedad de los demás.

Rockström añadió: “Siete indicadore­s que hemos estado evaluando están fuera del espacio justo y seguro. Vemos que hay una ventana para que sea todavía posible una transforma­ción que recupere ese espacio seguro. Pero requiere transforma­ciones y una acción muy, muy rápida. Y no será suficiente con simplement­e descarboni­zar el sistema energético global”. © El País, SL

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