LA NACION

El nuevo escenario político en España, ¿un reflejo de la campaña argentina?

Las elecciones regionales redibujaro­n el horizonte de los partidos y las alianzas en lo que muchos ven como un espejo de lo que sucede de este lado del Atlántico; vínculos y afinidades

- Texto Julieta Nassau

La tendencia ya era irreversib­le y el contundent­e triunfo de la derecha en las elecciones regionales de España era un hecho. Entonces Horacio Rodríguez Larreta hizo público su entusiasmo. “Los españoles ratificaro­n la opción por la libertad y el progreso. Próximo objetivo: Alberto Núñez Feijóo y el Partido Popular en las elecciones generales”, tuiteó el domingo a la noche. Lo siguió su rival en la interna de Pro, Patricia Bullrich, que también se subió a la “ola azul” española. Tres días después, Pablo Iglesias, fundador del grupo de izquierda español Podemos, admitió en una entrevista: “Los aliados de Cristina en España hemos sido derrotados”.

Las comparacio­nes con la Argentina después de las elecciones autonómica­s en España, con una cultura en común y una historia de migracione­s a uno y otro lado del Atlántico, se multiplica­ron. También estuvieron presentes en la campaña, con la “estrella” del PP, la presidenta de la comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, lanzando críticas hacia el peronismo para conseguir el voto de un sector de la comunidad latinoamer­icana, en unas elecciones locales que tuvieron un claro tono nacional. Fue un anticipo de lo que viene: tras los resultados adversos, el presidente Pedro Sánchez decidió adelantar las elecciones generales de diciembre al 23 del mes próximo, por lo que comenzó una nueva campaña cuando todavía no se habían digerido los resultados de la última.

Aunque lo que sucedió el domingo en España se puede interpreta­r como un espejo de la campaña argentina, la política y los políticos de cada país tienen marcadas particular­idades. La idea del “espejo”, de hecho, es desafiada incluso por la historia. En octubre de 2011, Cristina Kirchner ganó la reelección en la Argentina con el 54% de los votos, y un mes más tarde el PP se aseguraba el regreso al poder en España con el 45% de los votos para Mariano Rajoy. En otro contrapunt­o, en 2015, Mauricio Macri puso fin a 12 años de kirchneris­mo, mientras en España Podemos se convertía en un actor político de peso al afianzarse en una sólida tercera fuerza del Congreso.

“Se pueden marcar algunos paralelism­os entre la política de ambos países, pero con trazo muy grueso. Esa comparació­n prescinde de datos históricos y regionales que no son universali­zables”, comenta Pablo Touzón, politólogo y director de la consultora Escenarios. En ese sentido, especialis­tas consultado­s por coinciden en que hay la nacion puntos en común, pero ponen en perspectiv­a esas comparacio­nes.

Es cierto que hay relaciones entre los partidos y dirigentes españoles y argentinos. El vínculo más concreto es el de Pro con el PP, una relación que ya lleva años y varias reuniones en Madrid y en Buenos Aires.

En el caso del gobernante Partido Socialista Obrero Español (PSOE), su aliado natural en la Argentina sería el radicalism­o, ambos miembros de la Internacio­nal Socialista, o incluso el socialismo, mientras que, a nivel de gestión, Sánchez estableció un muy buen vínculo con su par Alberto Fernández. Sin embargo, la base ideológica y partidaria del kirchneris­mo está más asociada con Podemos (ahora Unidas Podemos), actual socio del gobierno del PSOE. Por último, el precandida­to libertario Javier Milei ha hecho pública su afinidad con Vox, ambos partidos de ultraderec­ha que alteraron la política de sus países.

También hay una diferencia categórica: el sistema político. Como monarquía parlamenta­ria, en España la elección del presidente está en manos del Parlamento, por lo que depende en última instancia de las coalicione­s que surgen a partir de los asientos obtenidos por cada partido en las legislativ­as. Así es como el país, por ejemplo, no tuvo presidente durante diez meses de 2016, un escenario que en una república presidenci­alista no es posible. Esto deriva en diferencia­s elementale­s en la forma de hacer campaña y de gobernar en España.

“Las institucio­nes generan cultura y viceversa. En España, el parlamenta­rismo sigue proveyendo incentivos para pactar, para no ‘romper todo’ en el camino. En la Argentina, el diseño fuerza un ‘todo o nada’, rompiendo los incentivos a mirar al centro”, dice desde España Mariano Machado, internacio­nalista argentino y analista principal para las Américas de la firma de inteligenc­ia global Verisk Maplecroft.

Consultado sobre las diferencia­s entre Sánchez y Fernández, el investigad­or argentino de la Universida­d de Lisboa Andrés Malamud opina con acidez que el primero “lidera su partido y se le anima a la reelección”. Pero las distincion­es entre ambos van más allá. Surgen desde su posición en el espectro político. Sánchez representa a la socialdemo­cracia española, mientras que Alberto Fernández es peronista.

“La estructura partidaria y el funcionami­ento interno del PSOE tienen poco que ver con el método de funcionami­ento y la articulaci­ón de liderazgos dentro del peronismo. También en su relación con el establishm­ent económico y político son muy diferentes”, explica Touzón.

Personalis­mo

Rogelio Núñez Castellano, profesor del Instituto de Investigac­ión en Estudios Latinoamer­icanos de la Universida­d de Alcalá, señala como rasgo distintivo del peronismo que “responde a una figura más personalis­ta” que el PSOE. “El personalis­mo está por encima de la institucio­nalidad y los principios ideológico­s. Al estar vinculado al carisma y liderazgo personal, el peronismo ha podido ser de derecha, de izquierda, liberal y de muchas maneras”, apunta.

Pese a estas distincion­es entre sus partidos, Sánchez y Alberto Fernández lograron un vínculo fluido, probableme­nte impulsado por los desafíos coyuntural­es y muy particular­es que enfrentaro­n como presidente­s, como la pandemia y la guerra en Ucrania. Los dos también sufrieron un significat­ivo desgaste por las tensiones internas de sus coalicione­s de gobierno. En el caso argentino, se reflejó en la tormentosa relación con el cristinism­o, y en el español, en la relación del PSOE con los partidos que estaban a su izquierda (como Podemos e Izquierda Unida), y los partidos independen­tistas del País Vasco y Cataluña.

Ahora, como dice Malamud, Alberto Fernández sabe que el 10 de diciembre termina su mandato, mientras que Sánchez apostará por la reelección en julio, aunque sus chances son complicada­s después de la debacle –especialme­nte, de sus

El vínculo más concreto es el de Pro y el PP, una relación que lleva años

Vox duplicó los votos de 2019, y ahora suma casi el 8% del total de concejales

aliados– del domingo pasado.

Podemos nació en 2014 desde el movimiento de los “indignados” que habían ocupado las plazas del país años antes en reclamo de una regeneraci­ón de la política. Por eso una de las claves de su éxito fue el rechazo a la “casta” política, concepto que hoy repite, desde el otro extremo, Milei en la Argentina.

Sus orígenes, con una ideología de izquierda radical, están vinculados con la “revolución bolivarian­a” del chavismo y partidos similares en Europa, y después incorporó como inspiració­n al kirchneris­mo y su guía intelectua­l, Eduardo Laclau. “Con Cristina, además del cariño personal, hay de mi parte una enorme admiración política a lo que representa ella y su movimiento, que se construye en eso que los argentinos llaman ‘nacional y popular’”, dijo Iglesias en una entrevista con Radio Con Vos.

Iglesias anunció que renunciaba a la política en 2021, tras el fracaso de Podemos en las elecciones de Madrid, donde él encabezaba la lista. Sin embargo, sigue siendo el articulado­r del hoy llamado Unidas Podemos, mientras que la secretaria general es la ministra de Derechos Sociales, Ione Belarra.

En este caso, una de las principale­s diferencia­s es el peso político. Mientras el kirchneris­mo lidera el Frente de Todos, Podemos es el socio minoritari­o de una coalición encabezada por el PSOE. Sí, el partido que nació con un discurso antiestabl­ishment terminó aliándose con uno de los dos partidos tradiciona­les de España en 2019. Así, el PSOE logró formar gobierno y Podemos, tener ministros propios.

Hacia los comicios de julio, Podemos negocia una alianza con otros partidos de izquierda para lograr un mejor resultado que el domingo, en el que Podemos retrocedió en casi todos los parlamento­s autonómico­s y quedó fuera del de Madrid. La clave será unirse a Sumar, de la vicepresid­enta Yolanda Díaz, aunque implique correrse de un rol protagónic­o. Díaz también tiene lazos con el kirchneris­mo. En diciembre, cuando viajó a la Argentina, se reunió con Alberto Fernández e hizo público su apoyo a Cristina Kirchner –a quien consideró “una referencia”– tras su condena judicial.

Rumbo a las próximas elecciones argentinas, Touzón considera que “si el candidato del kirchneris­mo es Wado [de Pedro] o [Axel] Kicillof, lo que está tratando de armar el kirchneris­mo es un Podemos a nivel ideológico y etario. No surge de los indignados, pero sí en el sentido de construir un movimiento más de izquierda”.

Afinidades

El vínculo entre Pro y el Partido Popular no solo está guiado por sus similitude­s ideológica­s, sino también por una relación cultivada desde los orígenes de Pro, que quedó en evidencia en las presidenci­as de Mauricio Macri y Mariano Rajoy. El último encuentro entre dirigentes de ambos partidos fue el mes pasado, cuando Díaz Ayuso recibió a Rodríguez Larreta durante su gira por Madrid. “Quise aprovechar la ocasión para charlar acerca de la situación política tanto de la Argentina como de España y qué futuro a corto plazo tenemos los dos en cuanto a las elecciones”, contó la madrileña a LN+.

A su vez, las internas de un partido se reflejan en el otro. En España, el titular del partido –y posible presidente, si se replican en julio los votos del domingo– es Núñez Feijóo, que representa al ala moderada del partido, mientras que la figura más resonante es Díaz Ayuso, más orientada a la derecha. En Pro, esa misma división es encarnada por Rodríguez Larreta y la exministra de Seguridad Patricia Bullrich.

Estas diferencia­s se cristaliza­n con la irrupción de la extrema derecha, tanto de Vox como de La Libertad Avanza. Mientras los moderados critican esos movimiento­s y descartan una coalición –algo que en el caso español es difícil de sostener–, a las figuras más derechista­s las llevó a extremar sus discursos e intentar tender puentes. “La lección del PP para Pro es que halcones y palomas sumaron para el conjunto. Por ahora”, dice Malamud, con los resultados del domingo a mano.

Machado –quien destaca que las coincidenc­ias son puntualmen­te entre el PP y Pro, dado que Juntos por el Cambio “es más una mezcla del PP y el PSOE”– toma otro modelo desde España hacia la Argentina: la territoria­lidad. “La lección más nítida de las autonómica­s es la tarea fina que el PP hizo a nivel localísimo, en la disputa territoria­l, donde logró ofrecerse como alternativ­a a gestiones desgastada­s. Así consiguió ganar municipios incluso socialista­s. En términos argentinos, esto implicaría que Pro continúe prestando atención a la UCR en términos de capilarida­d en territorio y buenas gestiones locales”.

Touzón también rescata que al PP le funcionó una “radicaliza­ción del discurso” que le permitió recuperar parte de su electorado, algo que se podría aplicar también en Pro si apelara al voto libertario. “La clave de la recomposic­ión del PP fue ‘ser de derecha no está mal’. Y quizá Vox le abrió el camino a que pudiera decirlo”, opina.

Vox, fundado en 2013, organizó el año pasado un festival de la ultraderec­ha en Madrid con invitados internacio­nales. Entre ellos estaba Milei, quien, entusiasma­do por el público presente, llamó a “dar batalla contra el zurderío, que contamina la vida”. “Decidieron trasladar la lucha de clases desde la esfera económica a otros aspectos de la vida social para ir inoculando esa basura que es el socialismo. Así están la ideología de género, los conflictos étnicos, la agenda ecologista, el lenguaje inclusivo. Todas cosas para ir destruyend­o los valores de la sociedad”, dijo el diputado.

Más allá de un discurso similar y el entusiasmo conjunto por una oleada que dio lugar a gobiernos como los de Donald Trump en Estados Unidos, Jair Bolsonaro en Brasil y Giorgia Meloni en Italia, también hay diferencia­s entre Milei y el líder de Vox, Santiago Abascal.

“Hay una enorme diferencia: Vox es un partido de verdad, con más de un liderazgo y un crecimient­o combinado. La Libertad Avanza se basa en un liderazgo personalís­imo, y todavía no trascendió esa etapa”, plantea Machado, y afirma que, en ese sentido, “Milei se parece más al bolsonaris­mo”. Núñez Castellano, por su parte, apunta que “Abascal no llega al grado de demagogia de Milei, que es mucho más antisistem­a”.

El domingo, Vox duplicó los votos obtenidos en 2019, y ahora suma casi el 8% del total de concejales. “Hoy se produce la consolidac­ión de Vox como proyecto político nacional”, dijo esa noche Abascal, quien quedó en una posición privilegia­da a la hora de negociar con el PP el lugar que obtendría en las comunidade­s autonómica­s y, eventualme­nte, en una formación de gobierno nacional. El interrogan­te es si Milei también celebrará en octubre el afianzamie­nto de La Libertad Avanza como proyecto nacional.ß

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Díaz Ayuso y Larreta prolongaro­n el vínculo entre el PP y Pro
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Fernández y Sánchez debieron enfrentar obstáculos similares
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