LA NACION

Cristóbal López demanda al Estado nacional por una cifra multimillo­naria

El empresario ligado al kirchneris­mo denuncia al Senasa y se declara víctima de una persecució­n política, tras ser absuelto en el caso Oil Combustibl­es

- Hugo Alconada Mon archivo

Cristóbal López dio otro paso en su contraofen­siva. Demandó al Senasa, a un expresiden­te del organismo e incluso a abogados del Estado nacional por montos multimillo­narios tras concluir que le causaron un perjuicio irreparabl­e mientras se encontraba detenido e inhibido por la llamada “causa Oil Combustibl­es”, la investigac­ión que terminó con la condena del extitular de la AFIP, Ricardo Echegaray.

López sostuvo en su demanda que el Senasa, su otrora titular, Ricardo Negri, y tres letrados actuaron de manera ilegítima, y que integraron la supuesta persecució­n personal que le adjudicó al entonces presidente Mauricio Macri, al que también denunciaro­n en los tribunales federales de Comodoro Py.

La ofensiva de López contra el Senasa, Negri y los letrados Agustín Medrano, Jorge Luis Darriba y Marcos Apud se plasmó en tres demandas que las empresas Ganadera Santa Elena, Ganadera Victoria y Sucesores de Ramón Lorenzo presentaro­n en dos juzgados del fuero Contencios­o Administra­tivo Federal y ante un juzgado Civil y Comercial Federal.

López se sumó así a otros empresario­s, funcionari­os, periodista­s y militantes kirchneris­tas que reclamaron en sede administra­tiva o demandaron al Estado ante la Justicia durante los últimos años, con suerte dispar. Desde Cristina Fernández de Kirchner, que fue a los tribunales a exigir la restitució­n de la “asignación mensual vitalicia” como viuda del fallecido expresiden­te Néstor Kirchner, hasta la empresa Electroing­eniería y el periodista Orlando Barone, entre otros.

En el caso de Cristóbal López, las demandas contra el Estado y sus agentes se radicaron luego de que tres estrados judiciales revisaron y confirmaro­n que las decisiones que tomó el Senasa fueron válidas y legales, revisiones que se encuentran firmes, según replicaron los demandados: el Juzgado Federal de Comodoro Rivadavia, la Cámara Federal de Apelacione­s con asiento en esa ciudad, y el Tribunal Oral Federal N° 3, que condenó a Echegaray y absolvió a López y De Sousa.

Por su parte, el abogado de López, Alberto Antonio Spota, no precisó cuánto le reclama al Senasa, Negri y los abogados por daño emergente y lucro cesante por su proceder, que calificó de “temerario, para no decir doloso”, aunque se descuenta que será multimillo­naria ya que englobaría más de 57.400 vacas, ovejas y caballos.

Esa cifra, no obstante, también fue cuestionad­a. Entre otros motivos, porque los datos sobre las cabezas de ganado en danza que surgen de los informes técnicos que invocaron las empresas al acudir a la Justicia no coinciden con los números que esas mismas sociedades informaron en el Sistema Integrado de Gestión de Sanidad Animal (Sigsa) del Senasa.

Por ese motivo, el Senasa calificó el reclamo de López como “falaz y erróneo” al responder la demanda, y defendió su actuación, que remarcó que “ya ha sido sometida a control judicial, donde se ha ratificado judicialme­nte”. Por el contrario, abundó, los reproches deberían recaer sobre el propio López y sus socios, cuya actuación calificó de, como mínimo, “negligente”.

Otros objetivos

Las demandas personales por daños y perjuicios contra los abogados del Estado conllevarí­an, sin embargo, un efecto adicional: amedrentar a quienes efectúan tareas de contralor público, en línea con los castigos y las represalia­s que, con el retorno del kirchneris­mo al poder en 2019, afrontaron los técnicos de la AFIP, de la Unidad de Informació­n Financiera (UIF) y de otros organismos que investigar­on al poder.

La ofensiva de López contra los abogados Medrano, Darriba y Apud registra particular­idades. La primera, que los demandó sin cumplir con el intento previo de una mediación extrajudic­ial, como obliga la ley 26.589, lo que tornaría nula su ofensiva, algo que Spota rechazó en duros términos. La segunda, que no acreditó faltas personales de esos letrados, pero aun así los incluyó. Y, la tercera, que la Cámara en lo Contencios­o Administra­tivo Federal, en un fallo dividido, aceptó que el empresario haya notificado a esos profesiona­les sobre su demanda en las oficinas públicas en las que se desempeñan, en vez de en los domicilios reales. Apelado, ahora la Corte Suprema deberá revisar ese fallo.

Pero ¿cómo comenzó la controvers­ia? En abril de 2018, las tres empresas pretendier­on arrendarle campos con decenas de miles de cabezas de ganado a un tercero, y así se lo comunicaro­n al Centro Regional Patagonia Sur del Senasa, aunque se encontraba­n alcanzadas por la inhibición general de bienes que había dispuesto el juez federal Julián Ercolini en la causa Oil, y que luego gestionó el Tribunal Oral.

Según surge de las actuacione­s administra­tivas, López intentó avanzar con esa operación comercial, sin conocimien­to del juez Ercolini, quien solo se enteró cuando le informó el Senasa, que también les pidió a esas empresas que obtuvieran la autorizaci­ón judicial para avanzar en la emisión de los documentos de tránsito de los animales.

Lejos de pedirle autorizaci­ón a Ercolini, sin embargo, lo intentaron a través de un amparo de “muy estricta urgencia” que recayó en el Juzgado Federal de Comodoro Rivadavia. Les fue mal. En septiembre de 2018, la conclusión fue que resultaba “irrefutabl­e que el Senasa actuó dentro de sus facultades, al haberse limitado a cumplir con la toma de razón de las inhibicion­es que pesan sobre las referidas firmas”.

Ante esa decisión, apelaron. También les fue mal. En noviembre, la Cámara Federal de Comodoro Rivadavia determinó que el interesado “no ha acreditado haber solicitado la pertinente autorizaci­ón ante el tribunal [por el tribunal oral del caso Oil] que ordenó la inhibición de bienes de sus arrendador­as [por las empresas de López], como así tampoco, que las mismas lo hubieren intentado y la misma les hubiera sido denegada”.

Un impasse de 290 días

Ocurrió entonces un parate singular. Firme la decisión de la Cámara Federal –y por tanto, con carácter de cosa juzgada– y a pesar de que las empresas de López habían planteado la “muy estricta urgencia” de su situación al presentars­e en el fuero federal de Comodoro Rivadavia, recién 290 días después dieron el siguiente paso ante el tribunal oral. Una firma, Santa Elena, lo pidió el 10 de agosto de 2018 y las otras dos el 29 de enero de 2019. El daño, según el informe del técnico de López, se produciría si no se movían animales a fines del otoño del 2019.

¿Qué resolvió el tribunal conformado por Fernando Machado Pelloni, Javier Feliciano Ríos y Andrés Basso? Que el Senasa no les había denegado el permiso a las empresas de López, sino que solo les había planteado que la autorizaci­ón debía ser judicial, para luego aprobar ese permiso, el 26 de abril de 2019.

Para López, sin embargo, la invocación del Senasa y sus abogados a la inhibición general fue apenas un “pretexto” para perjudicar­lo. Adujo que complicó las actividade­s comerciale­s de sus empresas desde el momento en que la posición del organismo que “frustró el ciclo reproducti­vo del ganado”, además de provocar “una sobrepobla­ción que deterioró enormement­e los suelos”, lo que estimó que tomará “décadas” recuperar.

Entonces director general de Asuntos Jurídicos del organismo, Medrano le salió al cruce en tribunales al contestar la demanda. Le planteó que debería mirarse al espejo. Si hubo demoras o perjuicios, indicó, lo fue por su propia inacción negligente durante más de nueve meses, por lo que se trata, adujo, de un reclamo sin fundamento. Ahora será la Justicia la que deberá evaluar lo ocurrido.ß

Las demandas se radicaron después de que tres estrados judiciales revisaron y confirmaro­n que las decisiones que tomó el Senasa fueron válidas y legales

El abogado de López no precisó cuánto reclama, aunque se descuenta que será millonario porque englobaría el valor de más de 57.400 vacas, ovejas y caballos

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Cristóbal López

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