LA NACION

Chau París. Leo Messi se fue en medio de la indiferenc­ia y ahora debe definir dónde jugará

Fría despedida de PSG en el Parque de los Príncipes; Barcelona, Miami o Arabia Saudita, opciones para su futuro

- Claudio Mauri

En su momento, agosto 2021, Lionel Messi y Paris Saint Germain se necesitaro­n. Las circunstan­cias cruzaron sus caminos. Pero en dos años de convivenci­a nunca terminaron de entenderse, no se generó una complicida­d ni un compromiso. Lo que había nacido como un potencial romance terminó con una despedida en medio de la indiferenc­ia, sin el más mínimo tono emotivo. Ayer, PSG y Messi separaron sus destinos como se cierra un trámite burocrátic­o. Una vuelta de página que ni siquiera tuvo el sabor de una victoria, ya que el campeón PSG perdió 3-2 en la última fecha ante Clermont, tras desperdici­ar un 2-0.

Christophe Galtier había pedido en la semana una cálida despedida; el DT le estaba dando la suya al decir que había tenido “el honor y el orgullo de haber dirigido al mejor jugador de la historia”. Pero el Parque de los Príncipes no tuvo ninguna considerac­ión especial con él. Lo de siempre: frialdad y algunos silbidos cuando se lo mencionó en la formación. Para mitigar tanto desafecto, Leo entró en la cancha acompañado por sus tres hijos: Thiago, Mateo y Ciro. Fue el único momento de la noche parisina en la que se lo vio sonreír.

Messi nunca hubiese contemplad­o la posibilida­d de PSG si Barcelona no le hubiera reconocido su insolvenci­a para renovar el contrato. Ante un escenario inesperado, él también hizo suya la esperanza y la ambición del club francés por ganar la Champions League. PSG buscaba la primera Orejona y Leo, la 5° para su cuenta personal, la última en 2015, después de haberse malacostum­brado a colecciona­r cuatro en un período de nueve años (2006/2015).

El plan no era tan malo. Se iba a reencontra­r con su amigo Neymar, en quien encontrarí­a a un facilitado­r para la adaptación, y también ya traía una relación afable con Marco Verratti.

A Messi lo sorprendió la endeble planificac­ión y la falta de visión de la dirección deportiva. Se encontró con algo que no esperaba. imaginaba que el poderío futbolísti­co estaba acompañado de un mayor criterio futbolísti­co. Sin necesidad de convertirs­e en el líder que era en Barcelona, su innata introversi­ón la usó esta vez para escanear dónde se había metido. Nunca se entendió que dejaran ir a Ángel Di María, que posee el récord histórico de asistencia­s, se mantenía en un nivel alto y estaba dispuesto a quedarse. Nunca lo pudieron reemplazar. La lesión de Neymar en febrero dejó al descubiert­o que detrás del tridente se abría un abismo: el primer delantero de recambio que aparecía era Hugo Ekitike, un proyecto de 20 años.

Todos estos desajustes estructura­les empezaron a desanimar a Messi para extender el vínculo por la temporada opcional que tenía. Su incomprens­ión sobre todo lo que lo rodeaba se acentuó cuando un sector de la parcialida­d lo empezó a silbar tras la eliminació­n en la Champions League frente a Real Madrid.

Además de dinero, si algo más no le falta a la conducción qatarí es orgullo. El jeque Tamim bin Hamad Al-thani y su extensión en París, el presidente Nasser Al-khelaifi, digirieron mal la falta de predisposi­ción del rosarino para renovar. Le demostraro­n que ellos llevan la sartén por el mango cuando lo suspendier­on por un viaje de un día sin autorizaci­ón a Arabia Saudita. Un rato antes del encuentro, el director deportivo Luis Campos despachó el asunto haciendo un combo con Messi y Sergio Ramos: “Hablamos mucho tiempo sobre el futuro y llegamos a esta decisión de separarnos de estos dos grandes futbolista­s. La vida sigue.”

Messi cierra la etapa de PSG con un total de 75 cotejos oficiales, con 32 goles y 35 asistencia­s. Tres títulos: dos Ligue 1 y una Supercopa de Francia. En su segunda temporada encontró más continuida­d, aumentó su participac­ión y eficacia. Uno de los goles más lindos lo convirtió en la actual Ligue 1, con una chilena tras parar con el pecho una asistencia de Paredes, ante Clermont. Un bienio para extender su trayectori­a al ritmo de los récords: con 43 títulos equiparó la plusmarca de Dani Alves .

Probableme­nte porque el Messi futbolista ya se había ido aunque estuviera en la cancha ante Clermont, al comienzo del segundo tiempo no pareció ser él cuando definió a las nubes frente al arco, tras una asistencia de Mbappé, que sí quiso darle un último tributo.

Terminado el encuentro, se quedóunosm­inutosenel­círculo central, saludando a rivales y compañeros, sin ninguna efusividad. Se dirigió al vestuario como quien se mete en la boca del subte. Desde la tribuna no lo despidiero­n ni él atinó a levantar un brazo. En los próximos días definirá su futuro: Barcelona, Miami o Arabia Saudita, o algún otro destino hasta ahora oculto. París quedó atrás. Con sus luces, apenas le hizo lugar al brillo de Messi.

 ?? Afp ?? Messi, con sus hijos Thiago, Mateo y Ciro, señala a Antonella en la tribuna
Afp Messi, con sus hijos Thiago, Mateo y Ciro, señala a Antonella en la tribuna
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Afp Messi, durante el calentamie­nto previo
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Afp Messi remata en la derrota ante Clermont

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