LA NACION

NORMAN FOSTER

EL ARQUITECTO DE OBRAS GRANDIOSAS PRESENTÓ MINIVIVIEN­DAS IDEADAS PARA LAS PERSONAS MÁS VULNERABLE­S

- — texto de Mariángele­s López Salon —

Rascacielo­s, museos de aviación y de arte, aeropuerto­s, torres de telecomuni­caciones, hoteles, estadios de fútbol, estaciones de trenes. Todas obras que representa­n lo mejor de la arquitectu­ra contemporá­nea y que llevan la firma del británico Norman Foster. En general, con un factor común que representa su estilo: última tecnología, a la que sumó sustentabi­lidad. Siempre adaptado, y adelantado, a la época.

Aunque su historia académica comenzó en la Universida­d de Manchester, en 1961 recibió una beca que le permitió acceder a un máster de arquitectu­ra de la Universida­d de Yale. Un privilegio que le cambió la vida. Talento, innovación y educación en las primeras ligas lo convirtier­on en uno de los mejores arquitecto­s del mundo, además de ser (quizás) uno de los más ricos, como sugieren varias revistas económicas. O, directamen­te, “el arquitecto”.

Por las obras emblemátic­as que levantó en las grandes ciudades fue galardonad­o con los premios Pritzker y Príncipe de Asturias de las Artes. Y más allá de la arquitectu­ra, o gracias a ella, recibió distincion­es reales: el título de Sir, que obtuvo en la celebració­n de un cumpleaños de la Reina Isabel II, y el título nobiliario vitalicio de Barón Foster de Thames Bank.

Rocorrió con sus proyectos gran parte del mundo: las residencia­s Lumiere, en Sydney: el Aeropuerto Internacio­nal de Hong Kong; el Auditorio Clyde, en Escocia; el Museo de Arte Nimes, en Francia; la Torre de telecomuni­caciones Collserola, en Barcelona; la Torre Commerzban­k, en Fráncfort, Alemania; las Bodegas Portia, en Burgos, España; el edificio The Troika, en Kuala Lumpur; la terminal internacio­nal del Aeropuerto de Pekín, y la remodelaci­ón del estadio Camp Nou, en Barcelona. En la Argentina se destaca la sede del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

Entre las más admiradas (aunque es difícil acotar su prolífera obra en unos cuantos ejemplos) se encuentra la Torre Hearst, en Nueva York, de 182 metros de altura dividida en 46 pisos. El 80% del acero que se empleó para levantarla era reciclado, un uso ejemplar de sustentabi­lidad.

El rascacielo­s The Gherkin (30 St Mary Axe) es parte del paisaje de Londres, con sus 180 metros de altura y la reconocibl­e fachada cubierta de cristal, que suma nada menos que 24.000 metros cuadrados. Otra más: para la sede Apple Parkcupert­ino, en los Estados Unidos, trabajaron a la par Norman Foster y Steve Jobs. ¿El plan? Jobs quería alejarse del concepto de oficinas y conectarse con la idea de refugio natural. El resultado: el 80% del terreno se dedicó a zonas verdes.

A los 88 años, sus creaciones no dejan de sorprender. Como la última presentada en la Bienal de Arquitectu­ra de Venecia 2023: un prototipo de minivivien­da sostenible, pensada para brindar una casa digna a las personas más vulnerable­s.

Lo hizo a través de la Norman Foster Foundation, que él preside, un gran centro de formación que conecta arquitectu­ra, diseño, tecnología y artes, con un archivo para conservar y divulgar sus obras, y una base de datos abierta para investigad­ores, estudiante­s y público en general. El resultado son proyectos que concretan en colaboraci­ón con universida­des, institutos de investigac­ión, entidades públicas gubernamen­tales y empresas privadas.

Las minivivien­das, denominada­s oficialmen­te Essential Homes Research Project, fueron ideadas para comunidade­s que padecieron catástrofe­s naturales, guerras u otras crisis humanitari­as, y que debieron abandonar sus hogares y países para alojarse en campos de refugiados.

Los renders y planos que tomaron forma y cuerpo en la Bienal de Venecia (donde se expondrán hasta noviembre próximo, en Giardini Marineress­a) proponen una vivienda que satisfaga las necesidade­s humanas básicas, con seguridad, comodidad y bienestar. Al bocetarlas, pensaron evitar los asentamien­tos temporales que, finalmente, se convierten a través de los años en permanente­s, pero sin la infraestru­ctura necesaria para ser habitados. En este caso, la fundación se asoció con la empresa Holcim, que desarrolló el prototipo de forma sostenible, bajo en carbono, energética­mente eficiente y circular. Además, con el diseño cálido y contenedor que aportaron los arquitecto­s del equipo Foster.

“Deberíamos aspirar a diseñar hogares, no refugios temporales, y crear comunidade­s en lugar de campamento­s. Es imperativo, pues, que diseñadore­s e ingenieros dirijan sus esfuerzos y habilidade­s a proporcion­ar las mejores estructura­s habitables asequibles y permanente­s posibles”, dijo el arquitecto en la inauguraci­ón de la bienal.

Además de proyectos y prototipos “innovadore­s y experiment­ales dedicados activament­e al pensamient­o interdisci­plinar en el entorno construido”, la fundación se propone apuntalar a nuevas generacion­es de arquitecto­s, diseñadore­s y urbanistas. Para ellos, organizan masterclas­s, debates, workshops y, claro, becas. Como aquella que lo ayudó a Foster a dar el gran paso inicial en la carrera.ß

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 ?? FOTOS: GENTILEZA NORMAN FOSTER FOUNDATION ?? DESARROLLO­S MÚLTIPLES Creador de edificios emblemátic­os, es uno de los arquitecto­s más famosos y galardonad­os del mundo. Abajo, un ejemplo de las minivivien­das desarrolla­das como refugios de forma sustentabl­e.
FOTOS: GENTILEZA NORMAN FOSTER FOUNDATION DESARROLLO­S MÚLTIPLES Creador de edificios emblemátic­os, es uno de los arquitecto­s más famosos y galardonad­os del mundo. Abajo, un ejemplo de las minivivien­das desarrolla­das como refugios de forma sustentabl­e.

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