Neurociencias. Cómo potenciar las habilidades ejecutivas en la vida cotidiana
Son funciones que permiten trabajar en forma efectiva, enfrentar las distracciones, tomar decisiones y atender las múltiples demandas; herramientas para entrenar el cerebro
Cada vez más son las personas que toman conciencia sobre la importancia de trabajar sobre el propio bienestar y en el de los que nos rodean, evitando aquellas conductas que lo ponen en jaque.
Es por eso que Teresa Torralva, psicóloga, doctora en Medicina, presidente de la Fundación INECO y profesora titular de Neurociencias en la Universidad Favaloro, investigó en busca de herramientas que nos pueden ayudar a potenciar nuestras habilidades ejecutivas en la vida cotidiana.
En su libro Upgrade Emocional, editado recientemente, la especialista hace un recorrido por los trastornos que pueden afectar nuestras neuronas, como estrés, ansiedad, trastorno obsesivo compulsivo (TOC) o depresión, entre otros, y explica que las funciones ejecutivas (FE) son claves en su desarrollo.
Torralva detalla que a grandes rasgos, las funciones ejecutivas permiten delinear un plan de acción, iniciarlo, mantenerlo y finalizarlo, así como trabajar en forma efectiva con los demás, enfrentar las distracciones y atender las múltiples demandas que nuestra vida conlleva.
“Si queremos dedicar tiempo a nuestros afectos, a nuestros hobbies, a nuestro trabajo, necesitamos fortalecer nuestras llamadas funciones ejecutivas, es decir, habilidades que contribuyen al diseño de nuestra vida”, resume en el primer capítulo.
Cualquier objetivo o meta que tengamos en mente requiere para su ejecución poner en marcha las funciones ejecutivas. Se trata de uno de los objetos de estudio más importantes de la neuropsicología, una rama de las neurociencias, que investiga la relación entre el cerebro, la conducta y los procesos cognitivos.
“Gracias a ellas podemos planificar desde el más pequeño objetivo cotidiano como qué comer hoy, hasta tomar decisiones muy importantes para nuestra vida como, por ejemplo, decidir dónde queremos vivir, cómo adaptar nuestra conducta a las demandas del contexto, particularmente aquellas que conllevan un abordaje novedoso y creativo”, continúa Torralva.
Tradicionalmente, cuando se hablaba de las funciones ejecutivas, se las relacionaba con un grupo de habilidades asociadas a condiciones abstractas, fuera de contexto y “neutras”, aquellas que requieren un supuesto análisis “racional”, consciente, exento de toda emoción.
“Sin embargo, hoy ya se sabe que ciertas funciones ejecutivas son sensibles al contexto emocional y motivacional, que determinan la elección entre un plan de acción u otro. Algo de nuestra experiencia emocional interfiere y nos hace decidir”, explica Torralva. Estas funciones se denominan “calientes” y dentro de ellas se encuentran la regulación emocional, la capacidad para demorar las recompensas, la capacidad para ponerse en el lugar del otro (lectura de la mente), la empatía
(no solo ponerse en el lugar del otro, sino hacer algo al respecto) y la toma de decisiones.
Por otro lado, las funciones ejecutivas frías se refieren a los procesos que involucran un análisis basado en la lógica; las funciones ejecutivas calientes basan su análisis en la emoción. “Estas funciones no constituyen rasgos fijos, no vienen determinadas genéticamente, sino que se pueden mejorar a través del entrenamiento y la práctica”, agrega.
Torralva resalta que hay consenso absoluto en el ámbito médico de que si queremos mejorar nuestro funcionamiento ejecutivo, tenemos que empezar por salir a caminar, a correr, ir al gimnasio o elegir un deporte y practicarlo.
También hay otras tareas y experiencias de aprendizaje como aprender un idioma nuevo, leer o tocar un instrumento que son excelentes facilitadores cognitivos, ya que estimulan la concentración, la imaginación y la memoria.
Algunas actividades que podemos poner en práctica son: Armar la propia agenda. Una
1 forma de entrenar nuestra organización y planificación consiste en hacer cada día un listado de actividades para ese día. Se debe tomar un papel y un lápiz y comenzar a escribir las cosas por hacer en el día. Una vez que se concrete la primera hay que tacharla y continuar con la siguiente.
También se puede ayudar a la memoria, llevando un registro escrito de aquellos eventos importantes que no debemos olvidar: como cumpleaños, turnos médicos, reuniones, salidas, etcétera. Ejercicios mentales. Ordenar
2 países del mundo: pensar en 10 países del mundo y luego ordenarlos mentalmente en orden alfabético; artista preferido: pensar en el artista preferido. Elegir las 15 canciones que más le gustan de él y ordenarlas mentalmente según su ránking de preferencia y, armando historias: pensar en 10 palabras que empiecen con “Pas” y luego describir qué se hizo durante el fin de semana incorporando esas palabras. 3 No usar el GPS al ir a un lugar nuevo. El desafío es memorizar el mapa antes de partir y poner en práctica nuestro funcionamiento ejecutivo, y en especial, la capacidad de orientación para llegar al lugar donde debemos ir. Memorizarla lista de compras.
4 Cuando haya que ir al supermercado o a realizar alguna otra compra diaria, se recomienda hacer listas mentales para entrenar la memoria.
5 Cómo vería el mundo. Piense en alguien que conozca y dibuje cómo vería el mundo si fuera esa persona. Una vez que haya realizado el dibujo pregúntese: ¿ Cómo se siente esa persona hoy?
6 La magia del orden. Tareas simples como ordenar la habitación, el vestidor, la alacena de casa con la comida, el escritorio de la oficina o la biblioteca también activan nuestro funcionamiento ejecutivo, junto con nuestras capacidades visoespaciales y atencionales entre otras. Marie Kondo, es una reconocida empresaria y consultora en organización japonesa, que presenta su método en su reconocido libro La magia del orden. Suelte la mano y a escribir.
7 La escritura trae múltiples beneficios a nivel cognitivo y emocional. Es uno de los grandes recursos con los que contamos para expresarnos. Dedicar unos minutos al día a escribir lo ayudará a expresarse, a poner en palabras sus emociones. Por ejemplo, escribir cuando estamos enojados, contentos o cuando experimentamos alguna otra emoción nos permitirá llevar un registro de las acciones que desencadenan la emoción. Asimismo, la escritura tiene grandes beneficios para la memoria y la atención.
Estos ejercicios –entre muchos que proponen las neurociencias– requieren de práctica, paciencia, constancia y compromiso, pero brindan muchos beneficios para nuestro desarrollo personal.●
Teresa Torralva neuropsicóloga “Si queremos dedicar tiempo a nuestros afectos, hobbies y trabajo, necesitamos fortalecer nuestras funciones ejecutivas”
“No vienen determinadas genéticamente, sino que se pueden mejorar a través del entrenamiento y la práctica”