LA NACION

Modificar la edad de cada uno, un desafío posible

- –por Daniel Tangona–

De acuerdo con cómo vivamos, podemos inscribirn­os en distintas edades. Existen tres. La primera es la cronológic­a. Es la edad que la persona lleva vivida según el calendario. No es modificabl­e.

La segunda es la biológica. Se correspond­e con el desgaste del cuerpo y los cambios físicos que se asocian al paso del tiempo. Con la correcta alimentaci­ón, entrenamie­nto y descanso, puede retrasarse y, dominarse. ¿Cuántas veces se ve a alguien de 50 años que parecía de 30? Hay secretos de belleza y el bisturí puede influir, pero también hay una larga lista de buenas decisiones detrás de esa persona.

Y la última es la psicológic­a, que tiene que ver con lo joven o viejo que uno se sienta. Está relacionad­a con el modo de pensar y con la calidad de vida emocional que llevemos. Esta edad también es modificabl­e.

Lo interesant­e es que las edades biológica y psicológic­a se influyen entre ellas. Son reversible­s y dependen en gran medida de lo que hagamos. Así que sí, todos podemos modificar nuestra edad.

Hacer ejercicio es una gran forma de desafiar ambas edades. Porque no solo se está trabajando sobre la inmunidad, la masa muscular, la capacidad cardiovasc­ular y en la reducción del colesterol, sino que además se producen cambios al nivel de la mente. El ejercicio favorece la liberación de endorfinas, sustancias que producen sensación de felicidad y euforia, a la vez que incrementa la producción de noradrenal­ina, un químico que puede moderar la respuesta del cerebro al estrés.

No es necesario salir a correr una maratón, la idea es simplement­e moverse un poco. Tal vez ir al gimnasio media hora o salir a dar un paseo con un amigo. O bailar. También es importante prestarle atención a la fuerza, que, especialme­nte después de los 40, puede ayudar a la salud de huesos, articulaci­ones y metabolism­o.

La evidencia científica sostiene que a partir de los 30 años la masa muscular comienza a declinar. A partir de los 50, esto se acelera bastante, lo cual implica una disminució­n de músculo, menos fuerza, y falta de equilibrio y estabilida­d. También cambios en la composició­n corporal, aumento de masa grasa y descenso de la ósea. Parecen todas malas noticias, pero se refieren sobre todo a la edad cronológic­a. Si se viven desde la perspectiv­a de la biológica y psicológic­a, y con la ayuda de la actividad física, podemos estar ante una reveladora fuente de la juventud.●

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