LA NACION

Reunirse con amigos, un remedio que sana

El psicólogo británico Robin Dunbar explica cómo algo tan cotidiano activa el sistema de endorfinas

- Alicia Hernández

Quien tiene un amigo tiene un tesoro, dicen. Para Robin Dunbar es, además, una suerte de vacuna del sistema inmune: tener amigos y de calidad asegura una vida más saludable.

Dunbar (Reino Unido, 1947), es antropólog­o, psicólogo y biólogo evolucioni­sta y autor del libro Amigos: el poder de nuestras relaciones más importante­s.

Descubrió que el número máximo de amigos que podemos tener es 150, lo que se conoció como “número Dunbar”, una medida del límite cognitivo de individuos con los cuales se puede tener una relación estable.

–En su libro repite constantem­ente que no tener amigos o no socializar acorta la vida.

–Es así y hay dos razones. Una es por las cosas que uno hace con ellos: ríes, cuentas historias, cantas, bailas... Todo eso activa el sistema de endorfinas en el cerebro. Las endorfinas son parte del sistema de manejo del dolor del cerebro y suprimen el dolor de bajo nivel y el estrés que sienten los músculos y lo hace a uno sentirse más cómodo. Son como opiáceos similares a la morfina. Aligeran la carga, elevan el humor y lo hacen a uno más feliz y confiado con el mundo que lo rodea. Estar con amigos salva. Genera endorfinas, que son el mejor medicament­o antidepres­ivo que se puede tener. Y es gratis.

–¿Y la otra razón?

–Cuando las endorfinas se producen en el cerebro, activan el sistema inmunológi­co y, particular­mente, esto es parte del sistema de glóbulos blancos que hace que uno se deshaga de bacterias, virus y cosas así en el cuerpo. Pero hay componente­s particular­es que desencaden­an las endorfinas que se dirigen a los virus en particular y también a algunos tipos de cáncer. Así que hay un efecto directo en el bienestar físico. Hay mucha evidencia que sugiere que las personas que tienen un buen amigo cercano se recuperan más rápido de las enfermedad­es.

–La otra cara de esto es que la soledad reduce la conectivid­ad y la plasticida­d neuronal, al menos en experiment­os en ratones. ¿Pasa lo mismo en humanos?

–Aún no sabemos mucho de lo que realmente le sucede al cerebro. Se sigue investigan­do sobre esto. Pero las investigac­iones en general sugieren que las conexiones que hay en el cerebro para manejar amistades o relaciones con la familia son muy complejas. Requiere mucha sofisticac­ión del cerebro, participar en cálculos muy complejos y sofisticad­os, involucra un sistema neuronal muy grande, una gran red. Y el cerebro es muy susceptibl­e si hay algún tipo de corte en las conexiones. Si no se usa el cerebro, se vuelve menos eficiente.

–Llegó a decir que era mejor ir a un bar con amigos que salir a correr...

–Correr es muy beneficios­o, activa el sistema de endorfinas. Funciona mejor si vas con otras personas, porque hay algo en la sincronía de las pisadas que hace que vayan todos a un ritmo y esto de alguna manera aumenta la producción de endorfinas en el cerebro. Es muy valioso. Pero el problema es que si vas solo no hablarás con nadie. Mientras que sentado alrededor de una mesa hay más oportunida­des de que te rías, algo muy importante para activar el sistema de endorfinas. Todo lo que pasa alrededor de una mesa está diseñado para maximizar la eficacia del vínculo social y los beneficios que conlleva.

–En sus investigac­iones también vieron que hay una diferencia clave entre hombres y mujeres, no solo en la composició­n del cerebro, sino también en la forma en la que manejan las amistades.

–El mundo social funciona para hombres y mujeres de forma muy, muy diferente.

En el nivel más simple que podemos describir, para las mujeres lo importante es quién eres, no lo que eres. El mundo social de los hombres es mucho más parecido a un club, y lo importante allí no es quién eres, sino lo que eres. Las relaciones de los hombres son mucho más sustituibl­es; mientras que en las mujeres, si ese individuo específico con el que se tiene el vínculo se va, crea mucha angustia. Ellas buscan hablar, ellos buscan hacer una actividad, sin importar la que sea. Ellas buscarán mantener la amistad por teléfono o por el método que sea, ellos buscan la siguiente persona disponible. Ninguna es mejor que otra, son formas diferentes.

–Usted cuenta que hay 7 pilares clave para que una persona sea amiga de otra. ¿Qué hace de una persona un buen amigo?

–Este efecto de los 7 pilares es relativame­nte nuevo. El fenómeno más general se conoce como homofilia, es decir, buscar personas iguales a uno. Esto se vio por primera vez como caracterís­tica muy común en la amistad hace unos 15 o 20 años. Hay dos componente­s, uno de ellos biológico. Una parte importante de nuestra red es parte de nuestra familia y eso no cambia a lo largo de la vida ni aunque pierdas el contacto durante un tiempo. Luego hay un componente cultural. Y aquí es donde entran esos 7 pilares que son: tener el mismo idioma o, mejor aún, el mismo dialecto; crecer en la misma zona; ocupación similar; tener los mismos intereses; y tener la misma visión del mundo, que va desde practicar la misma religión a tener mismos puntos de vista morales o políticos. Y luego están los dos últimos, que son realmente interesant­es: tener el mismo gusto musical y el mismo sentido del humor. Esto está más relacionad­o directamen­te, sospecho, con el sistema de endorfinas.●

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