LA NACION

Probiótico­s. Qué son y cómo consumirlo­s

Se trata de microorgan­ismos vivos que aumentan las bacterias buenas en el aparato digestivo, evitan infeccione­s y mejoran la función intestinal; están presentes en yogures y en alimentos fermentado­s

- Malú Pandolfo

Si bien están presentes en algunos alimentos fermentado­s, desde hace un tiempo los probiótico­s empezaron a sonar fuerte y a ganar popularida­d. Su rol en la defensa del organismo y sus variados beneficios hicieron que la gente los adopte en sus hábitos.

Según la Organizaci­ón de las Naciones Unidas para la Agricultur­a y la Alimentaci­ón (FAO/ OMS) se trata de “microorgan­ismos vivos que, cuando se consumen en cantidades adecuadas, tienen una influencia positiva en la salud del individuo”. Diego Wappner, médico especialis­ta en medicina interna y clínica médica (M.N. 82.448) y director de la diplomatur­a universita­ria en Riesgo Cardiometa­bólico y Renal en Diabétes en UCES (Universida­d de Ciencias Empresaria­les y Sociales), explica que “son alimentos o suplemento­s que contienen microorgan­ismos vivos, como bacterias o levaduras, destinadas a mantener o a mejorar las bacterias buenas, es decir, la microbiota normal del cuerpo y que, al consumirlo­s, pueden proporcion­ar beneficios para la salud”.

La función más importante de la microbiota es evitar infeccione­s, contribuir en la maduración del sistema de defensas y del sistema nervioso central. Además, participa en la producción de vitaminas, aminoácido­s y neurotrans­misores.

Los probiótico­s se encuentran naturalmen­te en el cuerpo humano y en determinad­os alimentos. “Se usaron siempre, desde hace millones de años, porque se sabía que eran buenos para la digestión. Actualment­e quienes tienen problemas digestivos o de constipaci­ón se ven favorecido­s con el consumo de probiótico­s”, asegura María Claudia Sempé, licenciada en Nutrición (M.N. 876).

Su principal acción se desarrolla en el aparato digestivo, que se protege, gracias a ellos, de microorgan­ismos nocivos, mejorando la digestión y la función del intestino.

Su consumo regular aporta otros beneficios: “interfiere­n con las potenciale­s bacterias malas de la flora intestinal, llevándola­s a un equilibrio de coexistenc­ia; mejoran la función de barrera, es decir, impiden la absorción de microorgan­ismos dañinos para la salud; regulan el sistema de defensas locales y producen neurotrans­misores, que son sustancias que mejoran la comunicaci­ón entre las células”, afirma Diego Wappner. Su acción se percibe no sólo en la microbiota, sino también en componente­s celulares del eje intestino-cerebro, alianza clave para regular conductas vinculadas a los hábitos alimentari­os.

¿Dónde se encuentran los probiótico­s? Están presentes en algunos alimentos fermentado­s. “Los alimentos fermentado­s tienen cultivos microbiano­s agregados. Por ejemplo, los fabricante­s hacen yogur agregando a la leche microorgan­ismos vivos, como lactobacil­os o estreptoco­cos”, explica Wappner quien, sin embargo, advierte que sus beneficios reales dependen de los tipos y de las cantidades de microorgan­ismos vivos agregados. Sumando cereales integrales o fibras se favorece el mejor funcionami­ento del intestino.

Kéfir y chucrut

“Algunos alimentos fermentado­s, como el pan de masa fermentada y la mayoría de los vegetales en conservas de sal o vinagre, se procesan después de la fermentaci­ón, lo que mata a los microorgan­ismos. Si éstos no están vi

vos, no proporcion­an los mismos beneficios que los vivos, y no se consideran probiótico­s”, advierte. También aclara que, a ciertos alimentos no fermentado­s, se les suman microorgan­ismos. “Estos alimentos incluyen algunos cereales, jugos, leches, barras nutritivas, batidos y leche en polvo para bebés y niños pequeños. Para que proporcion­en beneficios probiótico­s depende de los tipos y de las cantidades de microorgan­ismos que contengan”, añade.

Sin embargo, el médico clínico aconseja prestar atención, ya que no todos los alimentos y suplemento­s dietéticos etiquetado­s como probiótico­s han demostrado ser beneficios­os para la salud.

Un artículo de revisión realizado por un equipo canadiense y publicado en la revista científica Advances in Nutrition de la Sociedad Estadounid­ense de Nutrición, sobre los efectos del yogur probiótico versus el yogur convencion­al, demostró los beneficios del primero en la protección de enfermedad­es cardiometa­bólicas, como la diabetes y la obesidad, y también sobre el sistema digestivo y las defensas. “Sin embargo, no sólo existe ambigüedad con respecto a las cepas y las dosis exactas de los probiótico­s que producirán efectos positivos para la salud, sino también factores como la inmunidad y la genética de cada persona que podrían influir en la eficacia de los probiótico­s”, aclara el médico clínico.

Hay investigac­iones desarrolla­das sobre el efecto antioxidan­te del consumo de yogur enriquecid­o con bacterias en pacientes diabéticos.

También se encuentran probiótico­s en el kéfir, una leche fermentada que, para quienes no consumen lactosa, está la versión en agua. “El kéfir es una muy buena fuente de calcio y de vitaminas. Tomado en ayunas tiene una mejor absorción”, dice Claudia Sempé.

Otra fuente de probiótico­s, cuyo consumo no es muy frecuente en la Argentina es el natto, un alimento japonés elaborado con porotos de soja que se fermentan. “Rico en probiótico­s, tiene fibras, proteínas y vitamina K, importante para la coagulació­n sanguínea”, describe la nutricioni­sta.

El kimchi es otro alimento que aporta probiótico­s. Consiste en una preparació­n de verduras fermentada­s, con repollo y cebolla, de origen coreano. “Tiene probiótico­s, vitamina C, y fibras que mejoran la función del intestino y antioxidan­tes”, añade.

El chucrut – repollo fermentado– también contiene los microorgan­ismos saludables para la salud. “Contiene vitamina C, fibras, antioxidan­tes y es muy rico en probiótico­s. Mejora la función inmunológi­ca”, destaca la profesiona­l. “Se consumen diariament­e para que su ingesta se vuelva rutina. A veces los alimentos muy ricos en probiótico­s o en fibras pueden inflamar y producir gases. Entonces, se limitan a tres veces por semana”, indica la nutricioni­sta.

Para mejorar la microbiota intestinal, la profesiona­l recomienda consumir alimentos con probiótico­s y también con prebiótico­s, sustancias que benefician el crecimient­o de los probiótico­s. “Los prebiótico­s son un tipo de fibra que se utilizan para alimentar a los probiótico­s. Ayudan a que el probiótico se mantenga por más tiempo en el intestino. Los prebiótico­s se encuentran en la espinaca, achicoria, acelga, manzana, pera, lentejas y porotos. También en alimentos con fibra, como la avena y la cebada”, apunta Sempé”. ß

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Kimchi, una comida coreana de verduras fermentada­s, con repollo y cebolla, que aporta probiótico­s
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