Foo Fighters, el duelo y un nuevo despertar en el camino musical
Al momento de elegir nombre para su nuevo álbum, Foo Fighters, que perdió a su célebre baterista Taylor Hawkins hace poco más de un año, optó por But Here We Are (pero aquí estamos). Pareció ser el más indicado. Y ese “pero” es como decir: a pesar de todo, aquí estamos. Las exequias fueron de lo más fastuosas. Hubo conciertos multitudinarios con artistas muy famosos, en el Reino Unido y en los Estados Unidos, para recordarlo y homenajearlo. Con la llegada de 2023 comenzó un nuevo capítulo, un nuevo álbum y una gira con nuevo baterista.
Por mera ansiedad crónica del mercado actual, cuatro de los diez títulos de esta flamante producción que la banda acaba de publicar ya se habían lanzado como singles. “But Here We Are” (el tema) está escrito a la manera del prog rock de los setenta, en 7/8 pero súper distorsionado y sin los barroquismos de aquel tiempo. Foo Fighters solo ha tomado algunos rasgos melódicos. O quizá, simplemente sea una coincidencia, una influencia tácita que afloró del inconsciente de una banda que ya ostenta su cuarto de siglo.
Después de todo, lo central de esta composición es su letra. Tiene que ver con un modo de mirar el contexto y seguir adelante; tiene que ver con el sentido unívoco que esa coyuntura le imprime a cada palabra. Quizá, con el paso de los años, el disco completo se pueda apreciar de otro modo, con una subjetividad diferente, con otro nivel de independencia entre canciones y un valor artístico en sí mismo, que hoy no se puede divisar del todo por estar atado a su contexto. Hoy es “el primer disco después de”. Y esto ocurrirá desde los títulos y los versos más evidentes hasta el último compás. Desde “Rescue”, que la banda eligió para abril el álbum hasta el décimo track llamado “Rest”, que en una de las estrofas dice: “Descansa, ya puedes descansar./ Descansa, ahora estarás a salvo.”
La variedad es lo que hace que este álbum se recorra a vueltas de páginas. De aquel “But Here We Are” rítmicamente trabado, la banda se radiografía en canciones de tono grunge o posgrunge y da esas vueltas de página en temas como “Show Me Now”, que tal vez suene más british que norteamericano. Luego, la balada rockera “Beyond Me”, y, más tarde, el inusual (por su duración) “The Teacher”, con un típico crescendo que comienza con un simple rasgueo de guitarra acústica y avanza hacia el poderío grupal y llega al sonido de un cortocircuito de audio, como el rugido de la turbina de un avión, y un final abrupto. Algo se rompió o se desconectó. El tema, de diez minutos, pasa por distintos estadios, incluso por uno muy típico del grunge, con un pedal sonoro constante, y una nota que se estira de manera hipnótica. La frase se repite: “Wake up”. Algo similar sucede en “Rest”, con una distorsión excesiva pero que cumple su misión por el efecto que busca y que consigue. Entre la lacónica frase “descansa” y esa catarata de sonido se tensiona el sentido de una situación que no tuvo vuelta atrás.
Al ser un multiinstrumentista -Dave Grohl grabó solo el primer disco de Foo Fighters; apenas tuvo algunas colaboraciones- el cantante y líder es capaz de escribir canciones que conciba en su cabeza con cada parte de una banda. Por eso era lógico pensar que el grupo no se disolvería tras la muerte de Hawkins sino que comenzaría un nuevo capítulo. O quizá, un nuevo tomo de la colección de libros de su historia. Visto así, se podría encontrar en este disco un doble valor. Por un lado, porque deja testimonio de un momento y un estado de ánimo (sobre todo cuando se adhiere a la teoría de algunos, que dice que los disco son fotografías de un momento determinado de un artista). Es un disco que habla de la pérdida. Taylor Hawkins murió el 25 de marzo de 2022, y Virginia Hanlon Grohl, la madre del fundador de Foo Fighters, partió cinco meses después, el 17 de agosto. Por otro lado, el valor del disco reside en su buena factura. Eso es lo que permitirá que, en diez años, también se lo pueda considerar ni más ni menos que como un muy buen álbum.•