LA NACION

Un escape “a lo Houdini”.

La mayor locura del “señor televisión” En diciembre del 71, Pipo Mancera se tiró encadenado al río, dentro de una caja, y marcó un pico de rating

- Claudia Dubkin

Pipo Mancera fue locutor, actor, periodista, crítico de cine, productor, pero cuando cumplió 32 años se apropió de la tarde de los sábados y se transformó en la gran revolución la televisión. En efecto, el 6 de enero de 1962 debutó en Canal 9 con sus Sábados circulares, el primer programa ómnibus de la televisión argentina, que se mantuvo en el aire hasta noviembre de 1974 y que arrasó con todas las mediciones de audiencia, tanto que empezó con una duración de cinco horas y media al aire y con el tiempo y los cambios de canal llegó a durar ocho horas.

Fue el gran promotor de Joan Manuel Serrat cuando casi no se lo conocía en la Argentina. También fue quien descubrió la latente popularida­d de Sandro, ese sábado a la tarde en que lo presentó con una frase profética: “Ahora debuta en Sábados circulares el futuro gran astro dentro de muy poco tiempo… Señoras y señores, ¡Sandro y los de Fuego!”.

Palito Ortega inició allí su carrera como solista después de El club del clan. Y su casamiento con Evangelina Salazar fue uno de los grandes hitos de Sábados circulares: ese 3 de marzo de 1967 alcanzó los 82 puntos de encendido, una de las cifras más demenciale­s de la historia de la televisión.

Otro hito del programa eran los nacimiento­s de los hijos de las estrellas. Pinky y Raúl Lavié mostraron a su bebé Leonardo recién nacido, igual que Lolita Torres con su beba Mariana. Pero Mancera se hizo un festín con el nacimiento del primer hijo de Palito y Evangelina: Martín. Se metió en el sanatorio, entrevistó al obstetra y se arrodilló a los pies de la cama de Evangelina para que le contara intimidade­s de sus primeros días como madre. Televisión en estado puro. También hizo la primera nota “en vivo” a un Diego Maradona de apenas 10 años, que con unas flamantes zapatillas Flecha hizo delirar al público haciendo jueguito.

El mago de la televisión

El programa Sábados circulares empezaba con una imagen de animación del ojo de Mancera, que le hacía un guiño al espectador, y por ahí pasaba el alma del ciclo, por la mirada de Pipo, por su manera de contar, por su intuición e imaginació­n. Podía entrevista­r a una estrella internacio­nal con el mismo espíritu con el que se tiraba en paracaídas, caminaba en calzoncill­os por las calles de Miami, bajaba a recorrer las cloacas porteñas, se metía en la jaula de un león o se internaba cinco días en el Borda para contar la experienci­a. Los desafíos físicos eran también parte esencial del show, igual que la sección de “la cámara sorpresa”, uno de sus segmentos más novedosos, que muchos años después reviviría Marcelo Tinelli.

Mancera percibía claramente que sus audacias llamaban la atención y entonces redoblaba la apuesta. Una de las más impactante­s fue cuando, emulando uno de los números de escapismo del mago Houdini, se sumergió en el Río de la Plata atado de pies y manos dentro de una caja de hierro cerrada con cadenas. Fue el 4 de diciembre de 1971 y es una de las escenas más recordadas de la televisión. Años después Pipo lo contaría así: “Tenía puesto nada más que un slip chiquitito. Me ataron y encadenaro­n, me pusieron dentro de una bolsa, la cerraron y la metieron en un cofre que también cerraron y encadenaro­n. Y eso lo tiraron al fondo del río. Me era absolutame­nte imposible ver nada. Salí a los 2 minutos y 40 segundos, de smoking y sacando copas de champagne de mi bolsillo. Han pasado 20 años y la gente me sigue preguntand­o cómo lo hice”. Por supuesto, él nunca reveló el truco.

Cuando se le ocurrió la idea, le dijeron que estaba loco, pero él siguió adelante. Porque cuando a Pipo Mancera se le ocurría algo, no había quién lo parara. Después relataría que trabajó mucho para llevar a cabo el escape, que ensayó días y días en una quinta de Florencio Varela y en su casa de Punta del Este para poner a punto técnicas de apnea y otras habilidade­s. Algunos de sus colaborado­res, sin embargo, dejaron entrever que Pipo, en realidad, no ensayó nada; que lo suyo, como siempre, fue pura intuición e intrepidez.

Lo cierto es que aquel sábado de diciembre todo se transmitió en vivo. Fernando Bravo quedó a cargo del estudio y Julio Lagos estaba apostado en un móvil en la Costanera para recibir a Pipo después de la experienci­a. Había muchísimas personas y, entre ellas, dos buzos experiment­ados preparados para tirarse al agua si algo salía mal. Y casi se tiran, porque la rutina decía que Mancera tenía que salir antes de los dos minutos y se demoró casi tres, cortándole­s la respiració­n a todos los presentes. Finalmente, cuando los buzos estaban por tirarse, Pipo salió del agua como si tal cosa, haciendo la “V” de la victoria, con su smoking, su copa de champagne y una sonrisa de oreja a oreja.ß

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Pipo Mancera encadenado, practicand­o su truco de escapismo

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