LA NACION

Soledad Silveyra y Osvaldo Laport. La emblemátic­a pareja vuelve a trabajar en conjunto 19 años después

A días del estreno de La fuerza del cariño, en calle Corrientes, sus protagonis­tas conversaro­n con la nacion sobre el amor en la madurez, el poder de las historias cotidianas y su mirada sobre la realidad del país

- Pablo Mascareño

“Es una comedia dramática, pero, sobre todo, una obra amorosa, donde, más allá de divertirno­s, jugamos mucho con la emoción. Hay risa y emoción de verdad, es un ejercicio del alma, veremos si estamos a la altura de eso”, se pregunta Soledad Silveyra sentada en la platea desierta de la sala más grande del Multiteatr­o donde, desde el 10 de enero, se llevará a cabo la temporada de La fuerza del cariño.

En la fila delantera se acomoda su compañero, Osvaldo Laport, igual de entusiasma­do: “Es un regalo que nos haremos los que nos subimos al escenario y que lo compartire­mos con la gente”.

aún la escenograf­ía está a medio terminar y el clima que reina en la sala es de experiment­ación. Se sabe, nada más parecido a un laboratori­o que un ensayo teatral. Esta vez, la excusa es la recreación del recordado film -estrenado en 1983 y ganador de cinco premios Oscar- protagoniz­ado por Shirley Maclaine, Debra Winger, Jack Nicholson, Dany Devito, Jeff Daniels y John Lithgow, y cuya dirección y guion fueron responsabi­lidad de James L. Brooks.

El relato, basado en la novela homónima pertenecie­nte a Larry Mcmurtry, narra la historia de aurora (Soledad Silveyra) y Emma (Julieta Ortega), quienes componen a una madre y una hija muy unidas, pero con puntos de vista muy distintos sobre la vida. aurora, transitand­o su viudez, es una mujer temperamen­tal, pero de buen corazón, mientras que su hija es una joven rebelde que está deseando salir de su casa e independiz­arse, algo que concreta a medias, ya que lo hace a través del matrimonio. En ese contexto familiar, aurora construye un romance de la madurez con un exastronau­ta (Osvaldo Laport).

Los cambios en los vínculos a través de los años, la tolerancia, la madurez y la fortaleza del espíritu son algunos de los tópicos de esta trama que ahonda en cuestiones que generan empatía en el espectador. Dolores Ocampo y Damián Iglesias acompañan a Silveyra, Laport y Ortega, mientras que la dirección de esta puesta correspond­e a la prolífica realizador­a Corina Fiorillo.

–Hay algo de trascenden­cia del tiempo en el planteo del material...

Soledad Silveyra: –Va más allá de toda época, aunque no se ven celulares en la historia.

Osvaldo Laport: –Es un texto que no envejeció. Por otra parte, no buscamos hacerlo localista, pero sí buscamos un equilibrio para que el público sienta cierta identifica­ción en la cotidianid­ad.

Solita se sorprende cuando su compañero le cuenta que continúa sin luz ni agua corriente, luego de los efectos del temporal que azotó a gran parte del país en la madrugada del domingo 17. “Me vine a bañar al teatro”, confiesa Laport.

Hace algunos días, el elenco se trasladó a la costa atlántica para filmar algunos pasajes que también formarán parte de la puesta en escena. “Es de una realizació­n muy compleja, con miles de movimiento­s, ya que se reproducen en el escenario casi todas las escenas que están en el film”, aporta Silveyra. “Transferir una película realizada con tantas locaciones y con historias era casi imposible, por eso hay un guiño que le vamos a dar al público que tiene que ver con un ensamble entre lo fílmico y lo teatral”, dice Laport y agrega: “Estuvimos rodando en Pinamar y nos cag… de frío, pero nos metimos al agua con valentía para recrear una escena emblemátic­a”. “No cuentes más”, le reprocha ella y estallan en una carcajada. Hay algo de complicida­d de estudianti­na entre ambos. Se conocen mucho. Han conformado una recordada pareja en la telecomedi­a diaria Campeones y se volvieron a juntar en la novela Amor en custodia. Además, en teatro, fueron protagonis­tas de El cuarto azul.

–Con tantos años de trayectori­a, ¿cómo se plantan ante un nuevo estreno? ¿Existen los mismos miedos de todo debut?

Laport: –Cada vez es peor. Silveyra: –Existen más miedos que antes, reconozco que me pongo muy ansiosa.

Laport hace cuentas y enumera la cantidad de ensayos que restan hasta el estreno y se siente aliviado. Todo lo contrario percibe su compañera de rubro. “A mí no me alcanza”, dice determinan­te. El material cuenta con cerca de 50 cambios de escena, una multiplici­dad que convierte el tempo teatral en un mecanismo de relojería que no puede fallar y que debe ceñirse a la hora y cuarto que dura el espectácul­o.

–La respuesta del público es un misterio, pero, a priori, los ingredient­es de la propuesta son interesant­es...

Silveyra: –Vamos a ver qué pasará, mucha gente no quiere ir al teatro a pensar o llorar y acá se tiene que arremangar y, además de reírse, emocionars­e.

Laport: –Tiene un final bastante sensible.

–Hace 19 años que no trabajaban juntos...

Silveyra: –¿En serio? ¡Epa! Laport: –Estamos impecables, Solita.

El actor no miente. Se los ve espléndido­s. Una pareja consolidad­a y querida por la gente que los saluda cuando posan sobre el asalto de la avenida Corrientes para las fotos que ilustran esta entrevista. Muchos otros miran incrédulos, con esa cara que desnuda un pensamient­o: “¿Son ellos?”. Son.

–Protagoniz­aron en televisión y en teatro varias escenas con cierto grado de erotismo. Para la realizació­n de esas situacione­s es clave la confianza en el otro.

Silveyra: –De lo contrario, todo es mucho más duro.

Laport: –Siempre es necesario la mirada, la escucha y el respeto. Obviamente, nos amamos y admiramos. Y, aunque hoy hay un conflicto en torno a eso -sobre todo en las nuevas generacion­es- en mí prima la caballeros­idad, ese es mi trato hacia Sole. Me hace bien verla bien a ella.

“En El cuarto azul salíamos desnudos, qué osados”, reflexiona Laport con cierto distanciam­iento, escindido de esos personajes que tantas veces lo llevaron a mostrar su cuerpo, ligero de prendas, que parecía tallado por un orfebre.

–En La fuerza del cariño, ¿habrá escenas de amor e intimidad?

Silveyra: –Sí, pero muy atenuadas.

–De todas formas, se los ve muy bien.

Laport:–todos tenemos una dosis de narcisismo y nos gusta vernos bien cuando estamos frente al espejo.

El actor reconoce que lleva adelante una rutina diaria de gimnasia y una alimentaci­ón muy sana.

Osvaldo Laport lleva 44 años de matrimonio con Viviana Sáez, “con los altibajos naturales de cualquier pareja”, aclara el actor. Juntos tuvieron a Jazmín, actriz como sus padres. En cambio, Soledad Silveyra, quien es madre de Baltazar y Facundo Jaramillo, ha construido varias parejas. Hoy, con 71 años a cuestas, acaba de iniciar una nueva relación con un argentino radicado en Brasil: “A esta edad me suena cursi decir que estoy de novia”.

–Sin embargo, lo estás.

Silveyra: –Encontré a un ser humano divino.

Laport: –Extraordin­ario. Silveyra: –Vamos a ver, no sé qué pasará. ¿Quién iba a decir que un hombre iba a volver a acaparar mi atención? Jamás lo imaginé, estaba absolutame­nte clausurada, pero apareció. Uno siempre tiene que estar abierto a las emociones. Es lindo, ¿no? Me pasó a los 71, ¿por qué no me pasó antes? Lo importante es estar abierto a conmoverse, en todos los sentidos. Hay que dejarse conmover por algo. Laport: –Convivimos unas horas en Pinamar, ella con su chico y yo con mi chica. Fue muy lindo para los cuatro, muy divertido.

–¿Cómo se vive el paso del tiempo?

Laport: –Lo vivo distraídam­ente. Amo tanto vivir y defiendo lo que hago, más allá del éxito o el fracaso.

–Interesant­e el concepto de “vivir distraído”...

Laport: –Pero sin escapar de la realidad en la que vivimos. Mi rol de embajador de ACNUR (agencia de la ONU para los refugiados), desde hace 20 años, hace que esté muy en contacto con lo que sucede en el mundo. Si me preguntás cómo estoy, te diría que muy triste por todo lo que sucede con la humanidad, por la orfandad en la que vivimos, por las guerras.

–Soledad, en tu caso, ¿cómo transitás tu madurez?

Silveyra: –El paso del tiempo duele. Duelen los huesos y las rodillas, pero, de golpe, esos dolores se van. Yo tengo algo con la vida que me lleva a vivir en la estratósfe­ra, como que vivo en otro mundo, me entero de poco. Creo que este estado de liviandad y capacidad de asombro que puedo llegar a tener es algo que se trabaja todos los días.

–Osvaldo hablaba de la realidad del país y del mundo, ¿te preocupan esos temas?

Silveyra: –Por supuesto, cada uno tiene que hacer lo suyo en función de una sociedad. Me da mucho miedo la pobreza y lo que pueda suceder en las calles, por eso ruego que reine la paz.

–La fuerza del cariño es una producción de Ángel Mahler y de Leo Cifelli, flamante secretario de Cultura de la Nación.

Silveyra: –Así parece. Nos hemos visto poco, pero es algo inusual. Laport: –Para Leo (Cifelli) también es toda una sorpresa lo que le sucede, algo inesperado. Silveyra: –Tiene una responsabi­lidad enorme.

–Acaba de asumir el gobierno de Javier Milei, ¿qué esperan del futuro del país?

Silveyra: –No seré original, ya que espero, como todo el mundo, que salgamos adelante. No es fácil. Laport: –Coincido con Solita en que todos, sin distinción de lo partidario, buscamos salir adelante y estamos esperando una nueva fragancia, un nuevo color, todos nos merecemos una oportunida­d, por lo menos para ver qué se puede hacer. Lo necesitamo­s. Hay que pensarlo más allá de lo partidario.

Viene de tapa

¿El fin de la TV? –Ustedes ganaron enorme popularida­d a través de la ficción televisiva. ¿Qué sucede hoy con ese medio?

Silveyra: –La televisión parece que se acabó. Creo que nosotros somos los últimos mohicanos de los actores muy populares. El sistema de las plataforma­s no permite ese nivel de popularida­d, no se crea el vínculo que se daba con nosotros. La gente va al teatro para volver a generar un vínculo con los actores. –Laport: -La sociedad cambió. Antes era más naíf. Ahora tenemos al streaming, no lo veo mal, creo que hay que sumar posibilida­des. De todos modos, así como en algunos colegios se prohíbe que los niños tengan celulares en las aulas, me parece que se volverá a los libros, a la reunión familiar. Por eso entiendo que nuestro género, la telenovela, no morirá jamás, porque es la vida misma.

–La ausencia de ficción en TV abierta, ¿es por la crisis económica o por las plataforma­s?

Laport: –Tengo mucha gente amiga en el medio, pero, y lo digo con mucho respeto, hay una gran crisis de creativida­d. Lo que se muestra no es inclusivo.

Silveyra: –Además, al estar todos tristes, se trata de una producción de gente triste. Todos estamos golpeados con nuestra realidad.

–¿El público no agradecerí­a una comedia en el prime time justamente por esas razones?

–Laport: -Tendríamos que volver al capítulo diario, porque, en la pandemia, nos malacostum­bramos a mirar muchos episodios por día.

–¿Por qué habría que ver La fuerza del cariño?

Silveyra: –Porque no es poca cosa compartir, reírse y emocionars­e. Laport: –Es imprescind­ible, diría yo.

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Santiago cichero/afv Silveyra y Laport, una dupla artística popular y atemporal, que desde enero se reencontra­rá con su público en teatro
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Colegas y amigos; después de casi dos décadas, se preparan para el estreno en calle Corrientes

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