LA NACION

La génesis de “La valija de Lionel”, el cuento que hizo llorar a Messi

Hernán Casciari recuerda cómo la historia de inmigrante del capitán de la selección lo ayudó a atravesar el desarraigo

- Melanie Shulman LA NACION

Hernán Casciari es un escritor argentino que emocionó a Lionel Messi hasta las lágrimas con un cuento que escribió acerca de él. La historia de este hombre tiene un bagaje fascinante de superación y valentía. Conmovido, cuenta en el ciclo “Aprendemos Juntos 2030”, la plataforma de contenidos inspirador­es del BBVA que en 2015 sufrió un infarto agudo de miocardio y que tras recuperars­e, escribió un relato donde narra cómo la historia del astro del fútbol, a quién define como una persona que nunca perdió sus costumbres ni cultura aun viviendo en un país ajeno, lo ayudó a afrontar a él mismo los pormenores de la inmigració­n ya que también se encontraba asentado en Barcelona desde el año 2000.

Según dice, todos los domingos escribía religiosam­ente hasta que tuvo el problema de salud. Después del infarto, intentó retomar este hábito pero sin éxito, no le fluían las palabras. Hasta que años más tarde, en diciembre de 2022, mientras se encontraba en su casa de la ciudad catalana mirando por televisión al plantel albicelest­e bajarse del avión en Ezeiza, luego de haberse coronados campeones del mundo, “me invadió un llanto y la necesidad de escribir algo que estaba pasando”, relata Casciari.

Esta catarata emocional se resumía en lo que le generaba la imagen de Messi. “Encontré por primera vez la palabra Messi en 2003 en un chat de inmigrante­s argentinos en Barcelona. Hacía tres que vivía acá y ya empezaba a invadirme esa espantosa nostalgia del desarraigo”, narra el escritor.

Aquel espacio virtual estaba destinado a “compartir tips y contarnos cosas, por ejemplo: si comprás leche condensada y durante cuatro horas la ponés a hervir, tenés dulce de leche”. En una de esas tantas conversaci­ones “uno de los integrante­s dijo: ‘Hay un chico de 15 años en TV3 de Cataluña jugando para el Barça B que es de Rosario y la rompe”, recuerda Casciari.

Pasó el tiempo y “a los 15 años luego de hacer goles, a Messi le ponían un micrófono y le preguntaba­n cosas en catalán. Él bajaba la vista y decía: ‘gracias, gracias, gracias’ y se iba”, recuerda Casciari y cuenta que cuando lo escuchaba hablar, se movilizaba al oír que hablaba como él.

“No decía nada y cuando lo hacía, se comía todas las eses y nosotros, los argentinos del chat de inmigrante­s decíamos ‘ah, es de los nuestros’. Es de los que tienen la valija al lado de la puerta”, manifiesta el escritor.

Gambetas e hinchadas

En esa época, “los argentinos que estábamos instalados en Barcelona teníamos una especie de grieta, una dicotomía. Había dos clases de inmigrante­s: los que llegaban y dejaban la maleta al lado de la puerta, es decir, con la esperanza de volver a la tierra natal, y luego estaban los que la dejaban al fondo del ropero”, expresa Casciari.

Él se considerab­a del primer grupo y descubrimo­s que Messi también”, dice.

El tiempo pasaba y “cuando Messi empezó a ser el diez del Barcelona y a ganar copas y Champions, a nosotros nos acompañó muchísimo porque nunca cambió el acento”, reflexiona Casciari. Aquel chico que “empezó con 13 años y ahora está en sus 30, sigue hablando como un argentino: nunca dice regate, dice gambeta; tampoco pronuncia anfitrión, sino hinchada. Jamás esquivó un ápice de su acento y eso a nosotros, inmigrante­s en Barcelona que estábamos perdiendo el acento, nos daba fuerza”, comenta Casciari.

Según dice, “tu acento es la última trinchera y lo último que te queda cuando estás en otro lugar”.

Aquel manuscrito que Casciari estaba plasmando en una hoja con la televisión de fondo mientras derramaba lágrimas, contaba la historia de Messi y resaltaba cómo nunca había perdido sus raíces: ni el acento ni las costumbres argentinas aún viviendo en el exterior. Según afirma, “lo escribí llorando porque no estaba hablando de fútbol sino de identidad”, confiesa el escritor.

Al día siguiente durante su programa de radio, compartió lo escrito con sus compañeros. Rápidament­e los productore­s subieron ese relato a Tiktok y, a la mañana siguiente, “Antonela la esposa de Messi lo encontró en las redes. Se quedó con Leo leyendo la historia de una parejita que ponía leche condensada a hervir y se pusieron a llorar porque se trataba de ellos”, rememora Casciari.

Para su sorpresa, el astro del fútbol “me mandó un mensaje de Whatsapp a la radio diciendo: ‘Es verdad lo que contabas, no sabés cómo lloramos con Antonela’”. En ese momento “confirmé que sí, en la cima del mundo había un hombre humilde y generoso capaz de decir gracias por un cuento”, finaliza Casciari.

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Gonzalo colini “Lo escribí llorando porque no estaba hablando de fútbol sino de identidad”, cuenta Casciari

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