Ser escultor del propio cerebro
El secreto para instalar a partir de hoy el hábito de planificar y llevar a la acción lo que se proyecta consiste en entender cómo funciona el cerebro y así poder programarlo. Al cerebro le encanta ganar, por eso las metas deben ser lo suficientemente desafiantes como para “levantarse del sofá” y lo suficientemente alcanzables para tener éxito.
Eso de mañana dejo de fumar, o salgo a correr diez kilómetros cuando ni se camina una cuadra… se acabó porque el cerebro, en silencio, dice: “Ni lo pienses”. En cambio, si uno se propone fumar un cigarrillo menos que hoy o caminar tres cuadras más, esto sí se puede lograr.
Los hábitos son necesarios para el cerebro y para la vida. Sería casi imposible avanzar sin la automatización de acciones y la forma de hacerlo es creando rutinas que ahorran energía y tiempo. En este contexto, surge una pregunta reflexiva: ¿qué hábitos se están repitiendo que alejan de lo que en realidad se quiere lograr?
Declarar en positivo y afirmativo. Basta de los “no quiero”… porque el cerebro entiende lo contrario, ya que le es imposible registrar el no delante de una afirmación. Hay que enfocarse en lo que sí se quiere. Hacer esto, ya cambia la vida.
Donde va el foco, va la energía y eso es lo que uno tiene en su vida. Al cambiar el lenguaje, declarando lo que sí se quiere, se está dando la orden correcta al sistema activador reticular ascendente (SARA), que es la parte del cerebro que actúa como un filtro de la cantidad de bits de información que recibimos por segundo. Cada uno ve lo que está en su SARA, que evalúa, planifica y regula las estrategias conductuales, al mismo tiempo que mantiene el control sobre un gran número de variables biológicas. Funciona así: si todo el día uno está escuchando catástrofes, lo mal que estamos, lo imposible que es…. el cerebro saldrá a buscar todas las experiencias que encuentre para darle la razón. Por el contrario, si uno se empieza a nutrir con información positiva que acerque a su meta, se lee en línea a eso, se habla de ella en presente como si ya se hubiese logrado, el SARA va a poner en frente información y experiencias para alcanzarla porque el cerebro quiere ganar.
Atraemos lo que sucede en nuestra vida. Por eso es clave celebrar cada pequeña nueva acción, aunque esté lejos del objetivo. Es preciso que el cerebro entienda que es placentero hacer diferente y que es recompensado. A la vez, esto da más energía para seguir haciendo. Hay que borrar la frase “lo voy a intentar” porque solo vuelve el compartimiento mediocre, y quita la posibilidad de aprender. Edison hizo más de 1200 experimentos hasta inventar la bombilla.
Soñar en grande y hacer en pequeño. Todos los días hay que comprometerse con una acción, un pensamiento y una emoción que nos acerquen a nuestra meta. Experimentarlas en momento presente como si estuvieran sucediendo al menos dos veces al día por unos 10 minutos.
El premio nobel Santiago Ramón y Cajal dice: “Todo ser humano, si se lo propone, puede ser escultor de su propio cerebro”. Los invito a que este año se regalen esa oportunidad. El verdadero descubrimiento es aprender a mirar lo que nos pasa con nuevos ojos.