La oposición, ante el “terremoto” libertario
Mientras el presidente Javier Milei insistirá ante el Congreso en abonar el escenario de la polarización, con el que pretende conservar el apoyo que consiguió en el balotaje de 2023, la oposición –tanto la peronista como la que integró Juntos por el Cambio– no consigue asimilar los temblores que provoca el “terremoto” libertario, aunque el rechazo al ajuste y al “látigo sin chequera” con el que azota el Gobierno son elementos que pueden derivar en un bloqueo legislativo, que tuvo un anticipo con la caída de la “Ley de bases”.
Esa actitud defensiva, natural ante una administración que hasta ahora hizo un culto de la intransigencia y no negoció ni siquiera con sus potenciales aliados, está lejos de ser articulada: la oposición kirchnerista es mayoritaria, pero a la vez representa una mancha venenosa para el resto del arco político que es refractario a Milei, al tiempo que sectores críticos de JxC se encuentran en un “no lugar” en medio del juego amigo/enemigo que fomenta la Casa Rosada. La excepción es el Pro más alineado al Gobierno, aunque su posicionamiento también tiene contraindicaciones.
Algunos de los principales especialistas en opinión pública consultados por coincidieron en señalar que el escenario de tercios que dominó la competencia electoral en 2023 ya no existe más. Sus encuestas detectan desde las primeras semanas del gobierno libertario que la disyuntiva se limita a “Milei sí o Milei no”. Gustavo Córdoba –de Zuban Córdoba & Asociados– confirmó que “hubo una reconfiguración y ahora lo que se impone es un eje en el mileísmo y otro en el antimileísmo”. Es una partición de aguas que por ahora beneficia al Presidente.
Para la oposición, en cambio, la estrategia libertaria le suma un desafío extra al hecho ya de por sí dramático de que un outsider haya desbancado a las fuerzas tradicionales: la fragmentación y su consecuente carencia para articular al bloque anti-Milei. Dicho de otro modo, si Milei es claramente el referente del oficialismo –o de las “fuerzas del cielo”–, quién podría identificar con certeza a un jefe para la oposición. Un sondeo reciente de la consultora Taquion concluyó que el 30,7% de los consultados dijeron que “nadie” ocupa ese lugar.
“La oposición está fragmentada y desarticulada, sin norte”, dijo Facundo Nejamkis, director de Opina Argentina, y abundó en el concepto: “Estamos en una etapa con el efecto de un terremoto. Ya no están los tercios, sino los que están a favor y los que están en contra de Milei. Después del sacudón, veremos qué quedó”. A su vez, Lucas Romero –de la consultora Synopsis– ratificó: “Lo que tenemos es una opinión pública caracterizada por un gran número de personas que están mirando muy bien todo esto y otro gran número que lo está mirando muy mal, con alguna ligera inclinación hacia los que opinan negativamente”.
Milei, que está en minoría en el Congreso, juega habitualmente la carta de la opinión pública –a la que busca canalizar a través de su intervención en las redes sociales– para compensar su debilidad política y legislativa. Así, el fracaso de la “Ley de bases” fue considerado por la mayoría de los consultados –el 46,7% según Synopsis– una “responsabilidad de la oposición” y no una impericia propia del oficialismo. Desde ese lugar es que el Presidente hace de su relación con el Congreso una confrontación lisa y llana, que no habilita la negociación para conseguir la sanción de las leyes.
Efecto impensado
La pelea entre la Nación y las provincias como consecuencia del recorte de fondos que ejecutan la Casa Rosada y el Ministerio de Economía alteró el escenario de polarización absoluta que pretendía Milei, porque les otorgó un protagonismo impensado a gobernadores de distintos signos políticos. Los de la Patagonia, encabezados por el chubutense Ignacio Torres, dieron un paso adelante en el enfrentamiento con el jefe libertario, a tal punto que “Nacho” –o “Nachito”, como lo llamó el Presidente– ya empezó a aparecer en las encuestas como un referente opositor, pese a que integra Pro.
Si bien durante el debate de la ley ómnibus hubo contactos entre diputados de la oposición, espantados por algunas iniciativas que contenía el mamotreto oficial, la avanzada de Milei sobre las provincias aceitó contactos a otro nivel político: los gobernadores empezaron a frecuentarse tanto de manera virtual como presencial para tratar de fijar una estrategia común. Tuvieron encuentros en público y otros en privado, uno de ellos muy reservado en una “oficina libertaria rebelde”, deslizó con picardía una fuente al tanto de los acontecimientos.
Esos puentes subterráneos difícilmente serán blanqueados porque hay gobernadores, como el cordobés Martín Llaryora, que no quieren saber nada con aparecer cerca de Axel Kicillof. Pesa allí la vieja inquina con el kirchnerismo, pero aún más la histórica prevención sobre los gobernadores bonaerenses que en algún momento pretenden dar el salto a la Casa Rosada. Nejamkis previno: “Para que lo de los gobernadores tenga proyección nacional hace falta una articulación; por ahora es todo provincial”. Otra figura que resalta entre ellos es el radical santafesino Maximiliano Pullaro, que, al igual que Torres, ya fue apuntado por Milei. Se trata de una generación joven, que no puede ser asimilable tan directamente a “la casta” repudiada por Milei.
En la oposición peronista, en tanto, la reaparición de Cristina Kirchner provocó, según Juan Mayol, de la consultora Opinaia, un “crecimiento” de la figura de la expresidenta en ese segmento. “La gente que votó a Milei también ve a Cristina como la principal líder de la oposición y, en cambio, son los que no lo votaron los que en mayor medida creen que no hay ninguno”, explicó. Entre ellos están más proclives a mirar a Kicillof como el sucesor, antes que a Máximo Kirchner.
Milei se presenta como un independiente, pero en los hechos juega en el campo del no peronismo. Le ofrece a Pro un acuerdo a 2025 y descarta a la UCR y la CC. Son los límites de su “batalla cultural”.•