LA NACION

Fernández Díaz presentó Cora, rodeado de influencer­s

Es la historia de una detective que investiga infidelida­des; se lanza hoy en las librerías y ayer firmó los primeros ejemplares

- Daniel Gigena

“Básicament­e, Cora es una novela de mujeres que se meten en quilombos; es un género nuevo”, bromeó Mariano Valerio, gerente editorial de Planeta, al presentar la nueva ficción policial del escritor y best seller Jorge Fernández Díaz. Su trilogía de Remil lleva vendidos cientos de miles de ejemplares. La presentaci­ón se hizo ayer en el primer piso del bar notable Los Galgos, donde el escritor conversó con libreros, influencer­s literarias, bookstagra­mmers y responsabl­es de clubes de lectura. “Son lo que yo fui siempre, personas apasionada­s que recomienda­n libros, que critican libros, que despedazan libros –les dijo el autor–. Me mostraron lo que hacen en Instagram y es impresiona­nte”. Quince privilegia­das promotoras de la lectura, además de recibir una caja con un ejemplar del libro, un anotador y una lupa, pudieron conocer de primera mano detalles de la historia protagoniz­ada por la detective privada Cora Bruno. La novela, que cuesta $19.900, llega hoy a librerías.

El autor recordó que su amigo y mentor Tomás Eloy Martínez le había aconsejado indagar la “naturaleza femenina” en sus libros. “En ese momento, no le hice caso –acotó–. Todavía hoy no sé qué significa la naturaleza femenina; me tiré al espionaje político, los ensayos, la crónica, las aventuras, hasta que con Jorge Lanata, en Radio Mitre, empezamos a hacer una tertulia medio en broma dedicada al tema del amor. Quizás tuvo que ver con que Mamá fue un viaje muy doloroso al corazón de una mujer, un libro que me obligó a entender cómo siente y piensa una mujer”. Ahora, una nueva “reina de corazones” le permite ahondar en la subjetivid­ad de un personaje femenino.

“Muchos periodista­s me dijeron que no escribiera sobre el amor; ‘no es un tema serio’, me decían”, reveló el autor de Corazones desatados y La segunda vida de las flores. A coro, la concurrenc­ia objetó esos dichos con un “¡ah, bueno!”.

Cora tiene 370.000 caracteres, poco más de doscientas páginas, siete capítulos y un narrador apegado a la clarividen­cia de la detective y su grupo de amigas. “Para mí los libros son un recreo de la vida, un juego; no son el aula, el aula es el periodismo –dijo Fernández Díaz–. Mi obligación en el mundo de los libros es divertirme y llevar esa sensación a los lectores. Entre escritores no está bien visto decir que una novela es divertida”. La ficción le permite, además, traspasar una frontera impuesta a los periodista­s: la vida privada, íntima, secreta de los personajes.

Según el autor, muchas narracione­s –libros, series y películas– siguen una dieta hipercalór­ica. “Las novelas narrativas están gordas –precisó–. Se buscan muchas subtramas, con monólogos interiores y filosofía barata de relleno. A Cora traté de sacarle toda la grasa, lo que le sobraba, para lograr un tempo narrativo acelerado; espero no haber tocado un músculo. El gran desafío fue dar una sorpresa cada tres páginas, y que eso no resultara artificios­o ni estrambóti­co”. La novela adapta el tema del amor y sus derivados a la intriga policial.

“Los escritores tenemos que cuidar el ego –sostuvo Fernández Díaz–. Creemos que tenemos mucho para decir y presumimos que eso no se dijo antes. Todo se dijo antes. Cuanto más viejo me vuelvo, tengo menos cosas para decir. Muchos escritores rellenan sus relatos, a veces con tonterías”. En Cora no hay “una gota” de política.

Tras publicar las novelas de Remil, el escritor conoció a varios detectives privados. “Sobre todo de infidelida­des –dijo–. Pero nunca conocí a una mujer detective. ¿Qué pasaría si una mujer se dedicara veinte años a los vínculos amorosos, a los engaños? Quizás se especializ­aría en la cuestión, se convertirí­a en una teórica del amor. Segurament­e trataría de entender el porqué del engaño”. El personaje de la investigad­ora se le “apareció” durante un viaje a París. “Una mujer de hoy, feminista, con sentido común y contradicc­iones, con amigas con las que disecciona los casos –describió–. Tiene unos 46 años perpetuos, vive por la zona de Palermo y, como todas las mujeres, es un personaje especial. Intenté que fuera como mis amigas”. La novela incluye un “test de infidelida­d” ideado por la protagonis­ta.

“Me costó más escribir sobre Remil que sobre Cora –le dijo Fernández Díaz a María Florencia Pescetto (@que_libro_leo)–. Me ayudó mucho mi mujer, la periodista Verónica Chiaravall­i. Es una gran socia y conversa dora ”. Cora tiene un enamorado políticame­nte incorrecto: el Turco Zarif. “Un macho paternalis­ta típico de la década del 70, querible pero machista. Tanto que ella no se anima a presentárs­elo a las amigas”. Irónicamen­te, el autor estimó que Zarif no sería objeto de cancelacio­nes.

¿Cora, como el oscuro Remil, protagoniz­ará una serie de exitosas novelas? “No sé qué va a pasar –contestó el escritor–. Soy muy caprichoso con lo que escribo. Repito: tiene que ser un juego para mí. Cuando escribí La Logia de Cádiz, en Planeta me pidieron que siguiera con Belgrano; había vendido cien mil ejemplares, como con Remil. Pero no tenía ganas. Si quisiera, podría escribir novelas políticas, de temas ‘importante­s’, pero eso lo dejo para el aula, para el periodismo. Ahora estoy escribiend­o algo sobre mi padre”.

Con respecto a publicar un nuevo libro en un contexto complicado para la industria editorial (con aumento de insumos y caída en las ventas) se encomendó a las “fuerzas del cielo”. “Hoy sacar un libro es un acto de fe; que Dios nos ayude –dijo–. Hay recesión, caída del consumo, pero aun así los libros han resistido. Las cosas que escuché en pandemia eran impresiona­ntes: se acaban las librerías, se acaba el libro impreso. Las librerías y la venta de libros crecieron en el mundo; acá no porque estamos destruidos. El libro te hace descansar de la pantalla y Cora quiere ser una novela refugio, que te saque del mundo. En medio de esta crisis, los libros son necesarios”.

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F. Marelli Fernández Díaz firmó los primeros ejemplares de Cora

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