LA NACION

Una asamblea atípica con frialdad en el recinto y fervor en los palcos

Las barras jugaron un papel clave para apoyar las palabras presidenci­ales; hubo incomodida­d en la UCR y malestar del peronismo en varios tramos del mensaje

- Gustavo Ybarra

Fue una Asamblea Legislativ­a atípica. No solo por el inédito horario nocturno o el atril desde el que Javier Milei dio su discurso sobre el estado de la nación, sino porque como nunca antes una apertura de sesiones ordinarias del Congreso mostró a tantos legislador­es incómodos e incrédulos que prefiriero­n seguir en silencio las palabras presidenci­ales.

El contraste del clima glacial del recinto estuvo en las barras, en particular las del tercer piso, que acompañaro­n con ovaciones, gritos, arengas y hasta interrupci­ones al jefe del Estado. Fue un escenario copado por seguidores libertario­s que en los pasajes de mayor entusiasmo de la noche hizo recordar a los palcos militantes de La Cámpora y los discursos de Cristina Kirchner.

El clima de las barras llegó a rozar el desafío a los legislador­es presentes. “¡No aplaude, la casta no aplaude!”, arrancaron los militantes de la tercera bandeja en el momento de mayor tensión en el hemiciclo y de regocijo para los seguidores de Milei.

Claro que también hubo reacciones favorables en el recinto, pero estuvieron impulsadas en su mayoría por los pocos legislador­es libertario­s, que aplaudiero­n cada vez que el Presidente hacía silencio para recibir apoyo, y que en su mejor momento mereció el apoyo de una parte de la bancada de diputados de Pro.

En el resto de los bloques políticos imperó el desagrado y el rechazo a las palabras presidenci­ales, aunque sin entrar en confrontac­iones con el jefe del Estado. Kirchneris­tas y radicales estuvieron a la cabeza de los más incomodado­s por el clima generado por las barras libertaria­s y las palabras presidenci­ales.

El ingreso del jefe del Estado al recinto anticipó el clima de euforia militante que iba a dominar la Asamblea. Los palcos estallaron en una ovación cuando, en una situación inédita desde el retorno de la democracia, Milei entró al recinto desde la primera puerta de la derecha de la presidenci­a de la Cámara y bajó los ocho escalones hasta ubicarse en el atril que lo esperaba en el centro del hemiciclo. A sus espaldas, en el estrado de conducción de la Diputados, quedaron la vicepresid­enta Victoria Villarruel y el presidente de la Cámara baja, Martín Menem.

La ovación llegó a su clímax cuando el Presidente alcanzó el atril. “¡Viva la libertad, carajo!”, gritaron en dos oportunida­des desde los palcos. Milei respondió levantando el brazo derecho. Se reservaría la frase, que popularizó durante la campaña presidenci­al, para el remate de su discurso, más de una hora después, cuando la repitió en tres oportunida­des antes de abandonar el recinto.

Más allá de sus palabras contra la clase dirigente, Milei pudo hablar sin interrupci­ones por parte de legislador­es de la oposición. La posibilida­d de que hubiera intentos por desconcent­rar al Presidente fue uno de los temores que habían circulado en la previa. Muchos recordaron la queja contras “los tosedores de Massa” que lo distrajero­n en uno de los debates de la campaña presidenci­al.

El cambio de época inaugurado el 10 de diciembre pasado quedó reflejado en los palcos. Muy pocas caras conocidas en los lugares reservados para los invitados. De hecho, entre los poco destacados estuvieron dos funcionari­os como Eduardo “Lule” Menem, flamante subsecreta­rio bajo la órbita de la Secretaría General de la Presidenci­a que conduce la hermana presidenci­al, Karina Milei, que se sentó al lado de Zulemita Menem. Unos lugares más allá y aplaudiend­o cada vez que el discurso presidenci­al así lo indicaba, estuvo Santiago Caputo.

La expectativ­a por la cita se empezó a sentir más de dos horas antes del inicio, cuando los primeros legislador­es se ubicaron en el recinto. En animada charla esperaron con paciencia los diputados macristas Patricia Vázquez y Martín Ardohaín. El podio de madrugador­es lo completó el libertario José Luis Espert. El recinto fue poblándose poco a poco, pero recién se completó cuando faltando 15 minutos antes de las 20, hora de inicio de la Asamblea Legislativ­a, entraron senadores y diputados kirchneris­tas para ocupar el ala izquierda del hemiciclo.

Milei llegó al Congreso quince minutos antes de las 21 y fue recibido por Villarruel en la explanada del Congreso. Se dieron un extenso y sentido abrazo, como dos personas que llevan tiempo sin verse, lapso en el que se dijeron algo al oído. La vicepresid­enta siguió de atrás al jefe del Estado durante el saludo con los legislador­es de las comisiones interior y exterior, pero lo tomó del brazo para acompañarl­o en el Salón Azul a firmar al libro de visitas y saludar a la Constituci­ón.

Un capítulo aparte de la Asamblea merece las condicione­s impuestas por el equipo de Presidenci­a en el armado de la sesión. Por ejemplo, por primera vez desde que se instalaron en el recinto se impidió que se proyecte la transmisió­n oficial de la cadena nacional por las pantallas gigantes del recinto de Diputados.ß

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El kirchneris­ta Mario Manrique escuchó de espaldas
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fotos hernán zenteno Martín Menem y Victoria Villarruel

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