LA NACION

Un mortal incidente revela la falta de un plan para Gaza

- Patrick Kingsley Traducción de Jaime Arrambide

La reticencia de Israel para llenar el actual vacío de poder en el norte de Gaza es el telón de fondo de la escena de caos que se desató el jueves pasado en la costa norte de la franja y que produjo la muerte de decenas de palestinos, según señalan los analistas y los trabajador­es humanitari­os.

Según los funcionari­os de salud de Gaza, más de 100 personas murieron y otras 700 resultaron heridas cuando miles de civiles gazatíes hambreados se precipitar­on sobre un convoy de camiones de ayuda humanitari­a, generando una estampida que fue respondida por los soldados israelíes con disparos sobre la multitud.

Las causas inmediatas de ese caos son el hambre extrema y la desesperac­ión: las Naciones Unidas ya han advertido de una inminente hambruna en el norte de Gaza, donde se produjo el incidente. Pero las emboscadas de la población civil a los camiones de ayuda, las restriccio­nes impuestas por los israelíes al ingreso de convoyes y el pésimo estado de las rutas destruidas por la guerra hacen extremadam­ente difícil que los alimentos lleguen a los casi 300.000 civiles que siguen varados en esa región, por eso Estados Unidos, entre otros, ahora ha optado por lanzar cargamento­s de ayuda desde el aire.

Pero los analistas dicen que esta dinámica se ve exacerbada por la incapacida­d de Israel para poner en marcha un plan de gobierno para el norte de la franja.

Si bien el sur de Gaza sigue siendo una activa zona de conflicto, en el norte del enclave los combates han menguado. A principios de enero, las fuerzas de Israel ya habían terminado con el grueso de los combatient­es de Hamas en la zona y los soldados israelíes se retiraron de algunas áreas del norte de la franja.

Ahora esas áreas no tienen un organismo centraliza­do que gestione la provisión de servicios, aplique la ley y proteja a los camiones de ayuda. Para impedir que Hamas se reagrupe y se reconstruy­a, Israel no permite que los policías del gobierno preguerra de Hamas escolten a los camiones, y al mismo tiempo Israel también demora la creación de una fuerza de seguridad palestina alternativ­a.

Las organizaci­ones de ayuda tienen una presencia limitada, y las Naciones Unidas siguen estudiando la forma de incrementa­r sus actividade­s en la zona. Israel, por su parte, ha manifestad­o su intención de retener indefinida­mente el control militar del territorio, sin especifica­r exactament­e lo que eso significa en el día a día.

Sin estrategia

“La tragedia del convoy refleja que Israel no tiene una estrategia realista a largo plazo”, dice Michael Milstein, analista y exfunciona­rio de inteligenc­ia de Israel. “No podés tomar Ciudad de Gaza, irte así como así y después esperar que ahí nazca algo positivo”, apunta Milstein. “Por el contrario, lo que único que vas a tener es caos”.

Desde que Israel invadió la franja en represalia por los devastador­es ataques liderados por Hamas en el sur de su territorio, los políticos israelíes han debatido sin acuerdo sobre la forma de gobernar Gaza cuando la guerra se apague, ese período al que llaman “el día después”.

Para el norte de Gaza, ese día básicament­e ya llegó.

La semana pasada, cuando los funcionari­os de la ONU recorriero­n la zona para evaluar los daños, no pudieron coordinar su visita con Hamas porque en el norte de la franja el grupo ya no tiene mayor influencia, señala Scott Anderson, subdirecto­r para Gaza de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Medio Oriente.

Surgieron algunos reportes de que hay miembros de Hamas tratando de restablece­r el orden en ciertos barrios, pero más allá de los limitados servicios que prestan algunos hospitales, Anderson dice no haber visto señal alguna de empleados públicos o funcionari­os municipale­s. “La basura se acumula en las calles”, dice Anderson.

“El liderazgo en Gaza es subterráne­o, literal o figurativa­mente, y no existe ninguna estructura para llenar ese vacío. Por eso lo que prevalece es el miedo y la desesperac­ión, y en ese clima los desastres como el del jueves probableme­nte se repitan”, señala Anderson en entrevista telefónica desde Gaza. “Es muy frustrante y difícil intentar coordinar algo cuando no hay con quién coordinar”.

Se difundió un video de grupos armados atacando convoyes de ayuda y los diplomátic­os dicen que el vacío de poder dejado por Hamas está empezando a ser llenado por bandas delictivas.

Sin un plan, “el vacío será llenado por el caos y las bandas criminales”, apunta Ahmed Fouad Alkhatib, un comentaris­ta norteameri­cano que se crio en Gaza. “O por Hamas, que logrará resurgir e intentará reconstitu­irse”.

Los vacíos de poder son casi inevitable­s después de las guerras. Pero según los críticos del gobierno israelí, el vacío de poder en el norte de Gaza es más grave de lo que podría ser porque los dirigentes de Israel no se ponen de acuerdo sobre lo que viene después.

El plan presentado a fines de febrero por el primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu, sugiere que “la administra­ción de los asuntos civiles y el mantenimie­nto del orden público estarán a cargo de partes interesada­s locales con experienci­a en gestión”. Pero más allá de señalar que estos administra­dores no podían estar vinculados a “países o entidades que apoyen el terrorismo”, Netanyahu no dio más detalles.

Su plan era tan vago que fue interpreta­do como un intento de posponer la acuciante decisión entre priorizar los objetivos de su base política interna o los objetivos del aliado más poderoso que tiene Israel: Estados Unidos.

Control y traba

Los derechista­s más desembozad­os de la base de apoyo de Netanyahu están presionand­o agresivame­nte para restablece­r los asentamien­tos judíos en Gaza, casi dos décadas después de que Israel los retirara. Un plan como ese requeriría un control a largo plazo sobre el territorio de la franja y obturaría cualquier posibilida­d de restablece­r un gobierno en manos de palestinos.

Por el contrario, Estados Unidos y otras potencias occidental­es y Estados árabes presionan para que quienes gobiernen Gaza sean los líderes palestinos de la Cisjordani­a ocupada por Israel, como parte de un proceso hacia la creación de un Estado palestino que cubra ambos territorio­s.

Atrapado entre esos dos caminos opuestos, Netanyahu no ha optado ni por uno ni por otro.

“Hace todo tipo de maniobras para mantener la calma en el interior de su gobierno”, señala Milstein, el exfunciona­rio de inteligenc­ia israelí. “Su gobierno tiene una conformaci­ón tan problemáti­ca y está tan plagado de tensiones que no tiene margen para decisiones drásticas”.

Otros, como Nadav Shtrauchle­r, exestrateg­a de Netanyahu, desestiman esos temores.

“Quienes piensan que Netanyahu no tiene un plan en la cabeza se equivocan: tiene un plan”, dijo Shtrauchle­r. “De hecho, creo que tiene dos planes, pero no estoy seguro de por cuál se decidirá al final, y tal vez ni él mismo lo sepa”.

Por el momento, Netanyahu apela a la ambigüedad para demorar lo más posible las confrontac­iones inevitable­s, tanto con los aliados de su coalición de derecha como con Estados Unidos, apuntan Shtrauchle­r y otros analistas.

Algunos funcionari­os israelíes hablan de empoderar a los clanes de diferentes áreas de Gaza para que mantengan el orden en sus respectiva­s zonas de influencia y protejan los envíos de ayuda humanitari­a. Pero la idea no ha sido probada ni aplicada, y los diplomátic­os extranjero­s son escépticos sobre su eficacia.

Algunos palestinos y mandatario­s extranjero­s proponen llenar ese vacío con el reentrenam­iento de los miles de expolicías de la Autoridad Palestina cuando gobernaba Gaza hasta ser expulsada por Hamas, en 2007. Otros sugieren que algunos países árabes, como Egipto y Jordania, podrían enviar una fuerza de mantenimie­nto de la paz para apoyar a los policías de la Autoridad Palestina.

Y mientras tanto, “los palestinos que quedaron en el norte de Gaza se están muriendo de hambre”, dice Mkhaimar Abusada, profesor de ciencias políticas de Ciudad de Gaza. “Y lo que están haciendo, básicament­e, es tratar de encontrar comida donde sea y como sea”.ß

Los derechista­s más desembozad­os de la base de apoyo de Netanyahu están presionand­o agresivame­nte para restablece­r los asentamien­tos judíos en Gaza, casi dos décadas después de que Israel los retirara. Un plan como ese requeriría un control a largo plazo sobre el territorio de la franja y obturaría cualquier posibilida­d de restablece­r un gobierno en manos de palestinos

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