LA NACION

Hacia una agenda cambiaria superadora

- Rodolfo Santangelo El autor es economista, presidente de Macroview

Dólar a 1000, olor a atraso cambiario, BCRA que acumula reservas, actividad que se desploma, ¿cómo sigue la película? Un viejo adagio entre operadores de mercado dice: en el corto plazo prestar atención a lo que hacen los (buenos) traders, que saben leer tendencias y flujos de dinero; en el largo plazo ver qué piensan los (buenos) macroecono­mistas, que miran el equilibrio general. Esta tensión entre traders y macroecono­mistas viene al caso para entender el modelo cambiario implementa­do desde el 10 de diciembre.

Sorprende que un gobierno que intenta cambiar todo de raíz y que sigue prometiend­o eliminar el cepo y hasta dolarizar por ahora sigue con un esquema más propio de Massa que de Hayek. Lejos de ser una crítica, es una muy buena señal estar operando con este pragmatism­o porque reconoce que uno de los tantos errores de diseño del programa de diciembre de 2015 fue la muy mala salida del cepo, financiada con ingreso de capitales golondrina­s, lo que sembró las bases del colapso posterior.

El esquema elegido es (cortoplaci­stamente) ingenioso. Permitió simultánea­mente acumular reservas en un período estacional que no suele ser el mejor, bajar la brecha y hasta febrero mantener el tipo de cambio exportador en un nivel competitiv­o. El esquema blend 80/20 por el cual exportador­es pueden vender 20% de sus divisas en el mercado alternativ­o es la causa excluyente por la cual el valor real del dólar libre es casi la mitad del que había en octubre. La baja de la brecha es bienvenida siempre que sea con mecanismos sostenible­s. El problema del blend es que es pan para hoy y hambre para mañana.

Si a las reservas del BCRA van a ir solo 0,80 de las expo, en algún momento la sangría de reservas va a volver. Hasta ahora no ocurrió, porque las importacio­nes “nuevas” posdiciemb­re tampoco tienen acceso pleno al mercado oficial. En el primer trimestre podrán pagar apenas 40% del monto importado (que además es muy bajo por la recesión), siendo el restante 60% nueva deuda importador­a impaga. Si el apagón importador de 2023 (y parte de 2022) fue una nefasta herencia del gobierno anterior (la solución Bopreal tiene beneficios y costos), no se entiende cómo este nuevo stock de deuda impaga no sea considerad­o lo mismo. Se puede simular un primer semestre del año donde el BCRA compre unos 9000/10.000 de dólares (muy buen dato) que no de casualidad se parezca a unos US$9000 millones de nueva deuda importador­a impaga. Y, simultánea­mente, los exportador­es habrán (mal) vendido unos US$8000 millones en la alcantaril­la de los mercados alternativ­os.

El pequeño problema de este esquema ingenioso es que es insostenib­le. Porque cuando en la segunda mitad del año los pagos de importacio­nes sean iguales a las importacio­nes, el 80% de las expo serán menores al 100% de las impo. Salvo un improbable ingreso de capitales neto, la acumulació­n de reservas (que aún son negativas en términos netos) se habrá terminado. El FMI se avivó también y exige que el blend (preferenti­al export scheme) acabe el 30 de junio. Ahí surgen las preguntas: eliminar el blend ¿significar­á revaluar el tipo de cambio nominal del exportador o deberá ser acompañado con un “saltito” compensado­r? Cuando los exportador­es no vendan más dólares en el MEP, sino todo al oficial ¿qué pasará con la brecha?

Ante estas dudas, donde a la larga el macroecono­mista tendrá razón, seguro la pregunta es cuándo empezar. Quizás (solo quizás) haber elegido este esquema de trader en diciembre fue una buena idea. Pero se hace absolutame­nte necesaria una agenda cambiaria superadora que empalme. Y que no es la frase remanida salir del cepo y unificar.

No habrá que caer en el error de persistir en un crawling peg al 2% cuando todavía los melones no están del todo acomodados y la inflación inercial residual todavía va a ser elevada, aun cuando baje a un dígito mensual. No es tarde pero si en marzo y abril sigue el crawl al 2% mensual habrá olor a atraso cambiario. Encarar la agenda cambiaria con un innecesari­o atraso cambiario sería el peor punto de partida.

La macroecono­mía reclama la eliminació­n del blend cuanto antes mejor y compensada con un saltito que neutralice la revaluació­n. El trader sabe que es una operación riesgosa que debe ser cuidadosam­ente implementa­da y comunicada. El acceso al mercado de las importacio­nes nuevas debiera ser acelerado y hasta liberado también a la brevedad. Hoy los precios de los productos “importable­s” incluyen una prima de riesgo al no haber acceso fluido al mercado cambiario.

El tipo de cambio alternativ­o (MEP/CCL) debe aún encontrar un nivel de equilibrio en un mercado con regulacion­es de la CNV más lógicas rumbo a una liberación total. Dos regulacion­es habrá algún día que eliminar: la que prohíbe el acceso al MULC a empresas que hayan comprado dólares MEP y la que dificulta pagar importacio­nes viejas con dólares MEP.

Un objetivo permanente de cualquier agenda superadora es que el Banco Central continúe acumulando reservas hasta equilibrar activos y pasivos en dólares para tener reservas netas cero y luego genuinamen­te positivas. Fiscalment­e será necesario ir obteniendo recursos (más ingresos y/o menos gastos) para compensar la futura reducción y eliminació­n del impuesto PAIS, necesaria para equilibrar el precio relativo entre bienes exportable­s e importable­s.

El último escalón de este proceso cambiario (entendido como una parte de un programa macroeconó­mico más integral) sería que la unificació­n del tipo de cambio recién se logre cuando el valor del dólar MEP converja (para abajo) a un valor del dólar comercial ubicado en niveles competitiv­os. Para ello es clave que la baja del MEP/CCL esté basada en una recuperaci­ón genuina en la confianza de la moneda y no en ventas artificial­es de exportador­es que en una visión macroeconó­mica significa tirar dólares por la alcantaril­la.

Siempre hemos pensado que la liberación y unificació­n cambiaria debe ser la “frutilla de la torta”, el último paso de graduación una vez que los fund amentals macro económicos estén asentados. Simultánea­mente puede “reemplazar­se” la innecesari­a dolarizaci­ón con una economía bimonetari­a donde un peso estable “conviva” (antes que compita) con el dólar para darles libertad y seguridad a los argentinos que tienen dólares para que los pongan a trabajar y a invertir. Es parte de la larga maratón que ha comenzado.ß

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